Testimonio misionero

R.L.C.
-

Andrea Ortega Escamilla pregona el sábado la Semana Santa de Tarancón, declarada de Interés Turístico en Castilla-La Mancha.

Andrea Ortega Escamilla, profesora del colegio Nuestra Señora de las Mercedes, es la pregonera de la Semana Santa 2023 de Tarancón. - Foto: RIÁNSARES L.C.

Catequista, miembro de la Hermandad de Jesús Nazareno y monitora del grupo de Biblia de la Parroquia de San Víctor y Santa Corona de Tarancón, integrante del grupo de oración de la Divina Misericordia, participante a nivel diocesano en los encuentros Emaús, durante diez años (de 1993 a 2003) fue misionera en La Paz (Bolivia). 

Su ejemplo de cristiandad la ha convertido en la pregonera de la Semana Santa 2023 de su ciudad, Tarancón, donde nació y se crió, donde estudió hasta COU, en el antiguo instituto Nuestra Señora de Riánsares, para luego realizar la carrera en Cuenca. Andrea Ortega Escamilla, profesora de Educación Primaria (desde 2007 en el colegio Nuestra Señora de las Mercedes), ha sido la elegida este año por la Junta Mayor de Hermandades para dar el pregón el sábado, 1 de abril, a las 20 horas en la iglesia parroquial de la Asunción. «Estoy nerviosa, es una responsabilidad muy grande», confiesa agradecida por la confianza y comprometida en realizar un discurso digno para el momento, la Semana Santa. «Desde que recibí el encargo pedí a Dios que me ayudara, es él el que me tiene que utilizar como instrumento para llegar al corazón de los taranconeros», explica. Como adelanto cuenta que hablará de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesuscristo, pero también «de la de tantas y tantas personas que están sufriendo en el mundo». Durante sus diez años como misionera, que califica como los más importantes e inolvidables de su vida, fue cuando empezó a descubrir «al Cristo que sigue sufriendo en medio de los más necesitados, y al mismo tiempo a valorar lo mucho que Dios me había regalado en la vida simplemente por haber nacido en un país con un nivel económico diferente». 

En el corazón de la taranconera Andrea Ortega hay un sitio «muy especial y grande» para Bolivia y su gente, tras pasar allí una década en la que recibió, y sigue recibiendo, un amor inmenso, «más de lo que yo he podido dar». 

Coordinó una guardería y la pastoral de unos 56 colegios de la Vicaría a la que pertenecía la Parroquia de la Santa Cruz del Calvario en la que estuvo, de la mano de la Escuela de Evangelización de Bolivia y en coordinación con la de San Andrés de México. «La idea de parroquia en los países de misión es diferente a  lo que se vive en Europa, la casa era la casa de todos y para todos, éramos un vecino más», recuerda al referirse a que su ayuda allí intentaba llegar a cualquier necesidad que detectaban en la sociedad. «Económicamente vivíamos de lo que nos daban voluntarios españoles y alguno boliviano que también colaboraba», concreta la pregonera de este año de la Semana Santa de Tarancón, que recuerda como han sido muchos quienes han ido poniendo un poco de su semilla para que creciera su fe.

Desde sus padres, los primos hermanos de su padre, los sacerdotes, Mariano y Casto Ortega (que fue misionero durante 14 años en Argentina), y otros muchos, catequistas como Sole Paniagua... A los 18 años, tras realizar los cursillos de cristiandad, conoció la Renovación Carismática y fue a través del grupo de oración de la Parroquia de Santa Ana de Cuenca como llegó a la Escuela de Evangelización de España y después a Bolivia. Estuvo especialmente implicada con la reinserción de toxicómanos, ayudando en comunidades de enfermos de SIDA... «Jesús ha sido siempre mi motor, la voluntad de Dios ha marcado mis pasos», apunta. Y en esta época en la que se rememora la Pasión y Muerte de Jesús, y se celebra su Resurrección, el mensaje que quiere lanzar con su pregón es «que Jesús nos ama, está enamorado de nosotros y espera cada instante que vayamos a él para que cure y limpie nuestras heridas». 

La Semana Santa la vivirá contemplando las procesiones, que considera «una catequesis artística», y  participando en los actos litúrgicos, «lo que más me gusta es la Vigilia Pascual, pero curiosamente es de las celebraciones a las que menos personas van, cuando es una alegría celebrar que Cristo está vivo». Desea que las tradiciones de la Semana Santa taranconera sigan pasando de generación en generación, eso sí «nos falta, y me pongo yo la primera, fe, para dejar nuestras vidas en manos de Cristo, si lo hiciéramos no habría problemas entre nosotros ni hermanos sufriendo dolor y hambre», opina. 

No se pierdan vivir en primera línea el momento más grande para la Humanidad, expone Ortega, que es el amor de Dios saliendo a las calles de un pueblo sencillo.