Tres trajes para un Papa sin nombre

Estefanía Medina (EFE)
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El sastre Mancinelli prepara ya la ropa del próximo Pontífice en tallas diferentes para que pueda servir a cualquier cuerpo, sea quien sea el elegido

A sus 86 años, ha vestido desde su icónica tienda de Roma a Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. - Foto: G. Mangiapane (REUTERS)

En su icónica tienda del centro de Roma, Raniero Mancinelli mide el tiempo en puntadas. A sus 86 años, prepara en silencio el traje del futuro Papa, como quien borda un destino aún sin nombre. Y es que en la Ciudad Eterna, incluso la fe necesita ser bien vestida.

Este transalpino ha uniformado a los últimos tres Pontífices gracias a una sastrería única en el mundo, y presume también de engalanar a la curia que formará parte del próximo Cónclave, fijado el 7 de mayo para elegir al sucesor de Francisco.

En tres tamaños diferentes, Mancinelli corta y cose a mano. «Estoy preparando tallas diferentes de modo que puedan servir para cualquier cuerpo, sea quien sea el próximo Santo Padre», desvela.

Desde Juan Pablo II, pasando por Benedicto XVI, hasta llegar a Francisco, el italiano puede presumir de haber vestido a los últimos obispos de Roma en su coqueta sastrería Mancinelli Clero, que él mismo inauguró en el barrio de Borgo Pío en 1962.

Por su taller, situado a escasos 300 metros de los muros vaticanos, pasan todo tipo de religiosos y eclesiásticos, pero también curiosos, sabedores de la excepcionalidad de un modisto que trabaja las telas siempre de forma artesanal. Y es que la preparación para el Cónclave, en el que participarán 133 cardenales, mantiene la tienda llena de purpurados deseosos de poner a punto sus casullas y sotanas.

«Para la cita bajo llave los prelados necesitan ropa nueva. A alguno le falta la faja, a otro el solideo (gorro), a otro la parte del cuello...», detalla, al tiempo que asegura que la demanda se ha disparado estos días.

Negocio familiar

La sastrería vive ahora un ritmo frenético. Toda una generación de Mancinelli, con el abuelo, su hija y su nieto, atiende sin descanso a los múltiples religiosos que se prueban la ropa y a los peregrinos que acuden en busca de un recuerdo.

Aunque ya prepara la indumentaria para el próximo Papa, no se olvida de Francisco: «Era muy sencillo, se contentaba con facilidad porque no quería cosas muy refinadas».