Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


Un 'thriller' conquense en definitiva

13/04/2023

A estas alturas de la película, afirmar que la celebración nazarena conquense exige y da lo mejor de la ciudad es un tema tan manido que parece casi pueril traerlo a estas breves líneas. Pero es que es cierto. Defendemos la tranquilidad como una de nuestras señas de identidad asumiendo que el tiempo capitalino se mide en lo que ocurre antes de Semana Santa y lo que pasa después de ésta. Hoy, casi una semana después de cerrar las puertas andresinas, el corazón se nos alborota cuando vemos una túnica, recién lavada, colgada en una terraza o encontramos un repostero de tal o cual hermandad que se resiste a ser recogido.

La ciudad ha dado lo mejor de sí estos días demostrando que es inigualable cuando se une por un bien común. La implicación de todos los servicios, de todas las instituciones que han participado, y el resultado obtenido nos permite afirmar que Cuenca sería muy diferente si se mantuviera esta unión en todos y cada uno de los aspectos que jalonan el quehacer diario. Quizá, y solo quizá, podríamos disfrutar entonces de un casco histórico en el que los cables brillarían por su ausencia dejando fachadas libres de cualquier elemento que impida disfrutar del valorado cromatismo de la historia conquense, en forma de edificio, que le da al casco ese valor tan singular. Pero la realidad es otra. Cualquier manifestación que se hace en el casco acarrea toneladas y toneladas de basura que dejan los visitantes como recuerdo de su presencia. Se deberían adoptar las medidas oportunas para evitar esta realidad. 

Claro que no debe ser solo cuestión institucional porque triste es tener que recordar cada año dónde se puede y dónde no se debe miccionar. Pero esto es una cuestión de educación individual. Por eso, y a pesar de que el comienzo de la misma está aún bajo el influjo nazareno en forma de sesuda valoración, la feria del libro, recién inaugurada, debe ser un acicate más, un estímulo para seguir afirmando aquello que decía Miguel de Cervantes: «El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho». Leer y viajar nos permiten ampliar nuestro conocimiento, empaparnos de otra forma de sentir y hacer, conocer gente que siempre te aporta algo diferente y, sobre todo, nos vacunan de la estupidez que permite asumir como normales las consecuencias de los desmanes festivos. 

Más allá de la cantidad de actos, o de la calidad de los mismos que para gustos los colores, la celebración anual de la feria del libro debe ser el estallido de la Cultura (con mayúscula, eso sí) en la que se dan cita todos los géneros literarios que tenemos presentes diariamente.  Porque casi, casi podemos afirmar que en estos días la ciudad se convierte en el escenario perfecto de un thriller en el que se juega una partida de ajedrez en forma de presentación de candidatos y programas electorales, en el que todos nos vanagloriamos de manejar información privilegiada. Menos mal que ya sabemos cuándo terminaremos el libro, para bien o para mal.