Editorial

Una previsible amenaza de un otoño laboralmente caliente

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Había cierto interés en cómo se iba a desarrollar este Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, tras algunas desavenencias vistas las últimas semanas. Pero el momento preelectoral, con unas elecciones municipales a la vuelta de la esquina, ha dado como resultado una sintonía entre Gobierno y sindicatos, logando descargar la presión sobre la patronal. Mensaje unánime a lo largo de las setenta movilizaciones que han tenido lugar a lo largo del país, a las que les ha faltado cierta envergadura, independientemente de la satisfacción mostrada por los organizadores. 

Con la crisis inflacionaria más seria que ha vivido España en los últimos cuarenta años como telón de fondo, los sindicatos hicieron su llamamiento apelando al incremento salarial, a la reducción de precios y al reparto de beneficios empresariales, en un escenario en el que hay una ruptura en la negociación del Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC). Era el día de los sindicatos, y han aprovechado para hacer una invocación amenazante a la patronal para poder retomar esta negociación o someterse a un otoño caliente que podría culminar con una gran huelga para los centros de trabajo cuyos convenios no se hayan renovado. Mensaje predecible que habrá que ver de qué manera se materializa, en el que caso de no se avance en una negociación demasiado encallada, y con otro escenario preelectoral a la vista.

Han conseguido que las miradas se dirijan hacia la CEOE, aunque hay que recordar que ha demostrado en multitud de ocasiones saber sentarse a negociar y llegar a acuerdos beneficiosos para las partes. La realidad es que el grueso del tejido empresarial está viviendo también un escenario de inestabilidad, una presión del coste empresa, y una ausencia de garantías, inversamente proporcional al desarrollo de la actividad empresarial y a la generación de oportunidades. 

Esto, a su vez, es un caldo de cultivo que está motivando, a pesar de la tendencia a la moderación de la inflación tras la escalada del último año, un recorte en el consumo de los hogares, motivado por esa falta de estabilidad y por el encarecimiento de precios. 

Todo en su conjunto, con la dureza en el enfrentamiento que existe entre la patronal y las fuerzas sindicales, está dejando muchos pelos en la gatera, y a la larga no va a salir barato.

Pero todo esto, en el ámbito colectivo, puesto que desde la perspectiva empresarial y de los sectores productivos se están viendo algunos ejemplos de acuerdos entre las partes, con subidas interesantes. Según los datos que maneja el Ministerio de Trabajo, el incremento de salarios que se ha pactado o revisado en los convenios para el primer trimestre de 2023 supera el tres por ciento por primera vez desde el inicio de la crisis financiera de 2008.