Un mal epílogo sirve a veces para cambiar a peor el sabor de boca de una cena decente, y al revés, un café-copa-puro de manual levanta una sobremesa pese a que el plato principal apuntara a digestión pesada, y es que a veces los detalles están en los últimos instantes. Que le pregunten a Bruce Willis en El Sexto Sentido, resulta que estaba muerto desde el principio y no te enteras hasta el final. O que nos cuente Acerbi, que sin jugar un buen partido mandó al Barça a la prórroga cuando el árbitro ya se llevaba el silbato a la boca.
Siguiendo con el símil, el banquete del Conquense este año ha sido de aprobado muy alto, como ese menú en un restaurante de polígono industrial, discreto pero correcto en los primeros y tan equilibrado en los segundos que le bastaría un yogur de coco para poder eructar a gusto mientras pides la cuenta. Pero el yogur ha llegado a mitad de semana pasado de fecha, con más suero de la cuenta, oliendo un poco fuerte y como aterciopelado y verde en la superficie. Y es que Recuenco, Alyson, Jairo y Jesús Serrano han hecho la maleta; Álvaro Hormiga deja la portería e incomprensiblemente Raúl Bernabéu tampoco la defenderá el próximo año. Tacada de despedidas que se suman al adiós de Rober, a quien Cuenca siempre le deberá honor.
Que la comida se quede en aprobado y no siente mal al estómago por un yogur peludo depende ahora de alguna pastita que llevarnos a la boca con el café, y esa puede venir en forma de cesión de La Fuensanta al club por parte del Ayuntamiento. Hago un paréntesis en la opinión que construye esta columna para una pincelada de información, y es que hoy estaba prevista una reunión de alto nivel entre Consistorio y Balompédica que iba a ser clave para avanzar en este planteamiento, cumbre desprogramada por la parte municipal in extremis y tras la última rueda de prensa de Alberto Asensi del pasado martes, aquella en la que dijo que no se descarta la opción de bajar un peldaño pese a la permanencia y arrancar la próxima temporada, otra vez, en Tercera RFEF. La cita tendrá lugar y se fijará en el calendario de la próxima semana, y ese será el punto en el que empezar a cimentar la Balompédica del futuro a medio plazo, la que tendrá que volver a brindarnos noches de gloria como la de aquél diciembre en el que hasta la prórroga plantamos cara a la Real Sociedad.
Lo cierto es que las posturas están próximas y ya se perfila la fórmula legal para dar cabida a la concesión, con aspectos aún por pulir. Las posibilidades para la Balompédica son enormes, y al margen de hacerse cargo de los gastos ordinarios, no solo podrán sacar partido a la instalación y monetizarla al coger las riedas, sino que además se avanzará en cuidar un estadio que con solo 14 años de antigüedad se parece más a un suburbio de Chicago que a un campo de fútbol. Si todo esto sale adelante, bien merecerá la pena pedir un chupito al camarero cuando traiga la cuenta y poner, qué menos, cuatro estrellitas al restaurante en nuestra reseña de Google.