En los pueblos faltan muchas cosas para que la gente se quede a vivir en ellos. Falta banda ancha, empresas y empleo, servicios como una guardería o un hospital que no esté a dos horas, pero también falta algo que no cuesta dinero y que quizá por eso no es nada fácil de recuperar:la autoestima. De eso ha avisado hoy Isabelle Bancheraud en la Comisión de Despoblación de las Cortes regionales. Ella es vicepresidenta del Grupo de Acción Local de Sierra Norte de Guadalajara y después de contar todas las oportunidades y ventajas de su zona, reconoció que «la gente no valora lo que hay, solo ve tierras baldías y ruinas».
Le dijo a los diputados que hay que trabajar esa autoestima desde pequeños. «Hay que insuflarle a los niños que vivir en el pueblo no es ser un paleto, que tendrá las mismas oportunidades que un compañero de la ciudad», apuntó. Pero para eso cree que hay que cambiar de modelo educativo, pues critica que el actual es «urbanita». Advierte de que los libros de texto los redactan «grandes editoriales que no conocen nada el mundo rural y fomentan un mundo de vida alejado a la realidad de esos niños». Y no solo está en los libros de texto, pues recalca que ese modo de vida también se potencia «hasta la saciedad en los medios de comunicación urbanocéntricos».
Para Bancheraud es inconcebible que no se aprovechen las clases de arte para hacer una salida a ver las iglesias románicas de la zona. «No me parece normal que se lleve a los escolares al zoo, en lugar de llevarlos a descubrir la fauna y flora de algunos de los parques naturales que tenemos», apostilló.
Apuntó que esa falta de autoestima también la perciben aquellos que quieren dejar la ciudad para irse a vivir a los pueblos. «Muchas personas desaniman a los nuevos pobladores», avisó, «muchos alcaldes de pequeños municipios ven con recelo que uno de fuera venga a su pueblo».
Aprueban la oposicion y se van a la capital.
El presidente del Patronato del Parque de Cabañeros, Benito Garrido, es maestro y reconoce que «pocos niños o jóvenes han dicho que su futuro vaya a ser trabajar en el campo, casi todos lo ven como que no hay más remedio». Dice que lo mismo ocurre con el sector del cuidado de mayores y que en términos generales falta gente para emprender nuevos proyectos.
Garrido cuenta que son pocos los universitarios viviendo y que su objetivo es «salir del pueblo». Admite que es algo que también han visto en muchos ejemplos anteriores, incluso de quienes trabajan en el pueblo, pero se van a vivir a la ciudad. «Cuando alguien accede al funcionariado, el premio parece ser irse a vivir a Ciudad Real», comenta. Garrido se pregunta por qué se van. «Yo creo que por ir al Eroski o al Leclerc», apunta, «porque yo les pregunto si van más al teatro o la biblioteca y dicen que no, que es porque les cuesta menos ir a comprar».
El agricultor abre y cierra el pueblo.
Lo de irse a vivir a la ciudad o a los pueblos grandes y trabajar en el pequeño ocurre incluso en el sector del campo. «En muchos casos el agricultor o el ganadero es el que abre y cierra el pueblo», contó Antonio Torres, gerente de la Asociación Provincial de Agricultores de Guadalajara. Señaló que ocurre sobre todo cuando tienen hijos, que se van a vivir a la ciudad. «El padre es el que va y viene al pueblo a mantener su explotación agraria», comenta, «los agricultores ahora mismo viven en Guadalajara, Sigüenza, Molina o Cifuentes, al pueblo van ya solo a trabajar por la mañana». Apunta que ocurre menos con la ganadería, aunque «está en declive».
El presidente del grupo cooperativo Montes Norte, Carmelo Monteagudo, reivindica el regadío para que la agricultura sea rentable y se fije población. Dice que los cultivos de toda la vida como la vid, el olivo o el cereal, no se pueden mantener con lo que llueve ahora, con una pluviometría de 350 litros al año. «Se puede mantener la planta, pero no da producción», apostilló. Aunque reconoce que el regadío no puede llegar a todas las zonas, sí tiene que estar en la mayoría.
Un Imserso rural.
Juan Ángel Martínez es presidente de la Asociación de Turismo Sierra de Segura y de los Amanecistas (seguidores de la película ‘Amanece que no es poco’). Martínez habló de turismo, pero alertó de que pueden «llegar muchos viajeros a nuestros pueblos y darse las circunstancias de que no encuentran a nadie por nuestras calles». Avisó de que «se puede cometer el error de conventir a nuestros pueblos en parques temáticos sin gente que viva». Él apuesta por una especie de Imserso rural.