¿Dónde están las ONGs que tanto salían en televisión?

Antonio Pérez Henares
-

Ir en un barco a rescatar por el mundo ahora parece valer más que ayudar en un banco de alimentos, un gesto 'casposo' para algunos y propio de católicos

Una cooperante de Cruz Roja coloca comida en un banco de alimentos en Galicia. - Foto: NACHO GALLEGO

Llevo toda la pandemia pregúntame una cosa. ¿Dónde están las ONG? Lo digo por esas que salen por la televisión en barcos y clamando desde remotos lugares. Las que hacen anuncios pidiendo dinero para nobles causas, preferentemente en otros continentes, o las que nos anuncian la catástrofe climática como la niña esa sueca, me parece, enrabietada. No lo digo, para nada, por esas otras que reparten comida por los barrios, en las parroquias o en las asociaciones de vecinos o ayudan con lo que tienen a quienes lo necesitan. Esas que no hacen spots ni tienen organigramas directivos muy bien provistos y pagados. No. Ustedes y yo sabemos a que ONG me refiero. A esas que son de mucho molar.

Todo ser humano occidental tiene que ser de media docena de ONG por lo menos y decir lo muy muy solidario que es. Ser solidario es lo mismo, pero idéntico, que las caridades de antes, no diré limosnas, que era aún peor. En los oprobiosos era cuando se «daba limosna», luego se pasó a ser «caritativo» y ahora se es «solidario». Porque lo antiguo, aunque sea lo mismo, suena muy feo, es como muy facha.

Ser de una ONG es lo que más mola e irse con un barco a rescatar por esos mundos ya es la leche. Mucho más que echar unas horas en un banco de alimentos o dando comidas con Caritas, que es cosa de curas y católicos, casposo. Ahí te sacan muy poco por la tele. Pero si eres, aunque ahora no se les ve tanto, de una ONG progre y de postín, tienes mucha más posibilidad de cámara . Y de subvenciones.

Porque se supondría que ser de una ONG es dejarte en ella una pasta y apoquinar. Pues no. En buena parte de ellas no se apoquina nada, sino que se cobra, y a veces mucho, por ser y estar.

Algunas son verdaderos emporios. Otras, por el contrarios, son chiringuitos de tres, y otras entrarían mejor en la definición de «turismo solidario». ¿Se acuerdan de los de la Caravana Solidaria aquella que nos costó una fortuna y Al Qaeda en el Sahel para que soltara a tres memos que cada año se iban a hacer su «expedición»? La sufrí una vez en mis carnes cuando tope con ella por Gambia y Senegal el año anterior del fiasco.

Porque el sitio por excelencia de la ONG es África. Debe haber allí no menos de medio millón de ellas. Pero cada vez que uno va a allí, la sensación es que la cosa esta todavía peor. Culpa suya no es, desde luego, pero no parece que sean tampoco el remedio en cuanto a una verdadera salida de la pobreza y sus consiguientes lacras.

Pero vamos ver un poco más a fondo la cuestión. La primera pregunta es importante. ¿Cuantas ONG hay en España? Ahhhhh!. Imposible de saber. Miles, mas, decenas de miles, puede que se quede corto, quizás mas de 100.000. Porque hay ONG para todo y cualquier cosa, por supuestos feministas, un cerro, ecologistas, una selva, de ayuda al prójimo, mayormente extranjeros, más que huchas para los negritos de aquella que se sacaban cuando el Domund, pero no solo son esas, de la cosa separatista, para los más variados asuntos y ocurrencias, no hay pueblo que no tenga 10. Vamos que son incontables, porque el ámbito, además, puede ser desde estatal y hasta multinacional a la más pequeña aldea y de tener miles de inscritos a estar compuesto por dos novios y una amiga, que de estas hay legión.

La pregunta no tiene respuesta porque nadie la quiere dar. Porque ese es un agujero de los serios por el que fluye y en muchas ocasiones se pierde una incontable cantidad de recursos y aquí es donde viene la madre del cordero, que pagamos los demás, queramos o no. 

Porque todos nosotros somos, aunque no queramos, de una ONG o de 40, porque quienes pagamos somos todos, los ciudadanos con nuestros impuestos somos la verdadera y general ONG. Porque una ONG es de inicio y pareciera que en muchas ocasiones en esencia exactamente lo que dice no ser. Esto es Organización No Gubernamental. Pero sus dineros son todos exactamente esos, porque las ONG españolas de sus socios no sacan ni para la luz. De donde todo sale es de la subvención. Con decirles que hay empresas dedicadas a conseguir fondos y subvenciones para las ONG a cambio de un porcentaje, claro está, ya queda dicho bastante. Las ONG viven de los impuestos que recibe el Gobierno/s que luego se los dan a ellos. Sea este el central, el autonómico, el de la Diputación Provincial, el Ayuntamiento o cualquiera de los organismos y entes públicos a los que saben muy bien como recurrir y que favores hacer para vivir.

Y me pregunto: ¿Podría al menos saberse cuantas ONG, desglosado, por ejemplo, ecologistas o feministas hay y cuanto se llevan de dinero publico? Pues no. Ni se les ocurra preguntar. Es algo que no se puede, bueno poderse si, pero no se «debe» saber. Porque sería un escándalo, aunque ya no nos quede mucha capacidad de escandalizarnos, monumental.

Modo de subsistencia

La tercera duda viene de inmediato. ¿Y cuántos cientos de miles, porque por ahí y por bastante más andará el monto, de personas viven de las ONG? O sea, y si lo piensan del dinero que todos los demás pagamos en impuestos. Pero ellos son las ONG y nosotros en un buen porcentaje quienes pagan sus solidaridades y sus sueldos.

Soy injusto al generalizar. Sí. Pero en estos días uno no puede evitar señalar lo que parece no poderse decir. Porque ve a los de verdad, ve a quienes atienden a los que lo necesitan, que dan lo que tienen que amparan a los desamparados. Muchos que no se llaman ONG pero son lo que de verdad ha sido la ayuda y la solidaridad .

Tampoco soy justo con muchas gentes que dentro de ONG serias entregan su vida o parte de ella y de su ocio o su trabajo y lo hacen con altruismo, con generosidad y hasta con heroísmo. Ya lo creo que lo sé también. Los he los visto. Y que no se sientan aludidos, porque con ellos esta crítica no va. Va para todo este tinglado que se ha montado y donde bajo ese paraguas cabe lo que ahí no tenía que estar.

Algo tengo vivido y viajado y deslindo. Y en ese deslinde les diré que a la hora de poner el casillero al que pagar, y siendo «ateo, gracias a Dios», soy de los que pongo convencido la X es a la Iglesia, porque ese dinero «llega». Por qué también lo he visto llegar, fuera y aquí. Ahora desde luego que aquí. Como también he visto a médicos y sanitarios convirtiendo sus vacaciones en jornadas extenuantes operando ojos, poniendo vacunas o curando llagas donde Cristo perdió el gorro y pilló el denge.