Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Lo previsible y lo que no

26/01/2024

Hay un determinado tipo de texto aparentemente banal cuya popularidad complica cualquier opinión. Suele ser más arduo analizar la película más taquillera del año o el libro más vendido que la polémica política del día. Valga la última enganchada del presidente de Castilla-La Mancha con la cohorte de palmeros que rodea a Sánchez. Caben muchas opciones y todas previsibles. Sus rivales: «Page dice mucho y no hace nada. Si quiere bloquear la amnistía, que los ocho diputados del PSOE castellanomanchego en el Congreso voten en contra». Sus enemigos: «Busca notoriedad a través de la discrepancia. Vive en una sobreactuación permanente. Está en el extrarradio del PSOE». Los afines: «Sánchez nos aboca al abismo. Cuando acabe su mandato, habrá arrasado con todo. Ha echado a todo dios que se le opone». Los agnósticos: «No va a pasar nada. Estamos ante una performance medida en la que sus protagonistas quieren seguir en el poder a costa de lo que sea. No habrá voladura, ni siquiera controlada». Y los nostálgicos: «Esta pelea interna no beneficia a nadie del PSOE. Al final, Page acabará la legislatura al frente del Partido de los Manchegos de España». ¿Y los castellanos? «Son pocos y bien adoctrinados, ya veremos dónde les buscamos hueco». 
Por mucho que rasques, lo esencial -con algún matiz menor- irá por esos derroteros. Y así podríamos continuar con cualquiera de los asuntos que acaparan las portadas, cambios de opinión -vulgo mentiras- del presidente Sánchez incluidos. Todo predecible antes incluso de que se perpetre la fechoría, con el equipo de opinión sincronizada haciendo de coro cutre y vulgar. En cambio, no es tan sencillo cuando hablamos de cuestiones con más enjundia, ya sea artística, literaria o, en este caso, cinematográfica. Ocurre con todas las obras maestras, cuyos estudios, por muy sesudos que sean, siempre cuentan con el veredicto personal del que ve la película sin atender a opiniones prefijadas. La Sociedad de la Nieve es capaz de superar cualquier expectativa con una conclusión preliminar: a pesar de que es una historia de sobra conocida, escrita y contada por los supervivientes, llevada a la pantalla y a los libros con anterioridad, es capaz de sorprender a todos, misión harto difícil en tiempos en lo que nada parece novedoso. Sabes el principio, el desarrollo y el desenlace, y Juan Antonio Bayona, el cineasta español con más proyección internacional, te mantiene atado a la butaca con un nudo en el estómago que tarda días en deshacerse. Ahí radica, bajo la mirada de un espectador sin excesivos conocimientos de cine, el éxito de esta joya nominada en los Premios Oscar 2024 dentro de las categorías de Mejor Película Internacional y Mejor Maquillaje y Peluquería.
El relato es fiel a la historia que sufrieron los pasajeros del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, que el 13 de octubre de 1972 se estrelló en mitad de los Andes cuando llevaba a Chile a los integrantes de un equipo de rugby. De los 45 pasajeros, 16 pudieron ser rescatados tras pasar 72 días en condiciones que para cualquiera nos pueden parecer increíbles. Y ahí está la magia de la fe, de las opciones de superación de cada uno, de creer en lo imposible, incluso cuando lo que tenemos a nuestro alrededor nos grite a cada segundo que todo está perdido. Los que saben de cine se pueden quedar con los elementos más técnicos, como la fotografía o la interpretación de los protagonistas, que, en la mayoría de los casos, es soberbia. Siendo más básicos, la moraleja de esta película está plagada de ricas enseñanzas, muchas exclusivas de cada uno, independientemente de credos políticos y religiones, que chocan con lo previsible del día a día de los que nos mandan.