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- Foto: Reyes MartÃnez
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Almonacid del Marquesado cumplió de nuevo con la costumbre y celebró San Blas, en uno de los días más soleados que se recuerdan de los últimos años. La buena temperatura invitó a la llegada de vecinos de las poblaciones cercanas, de la capital conquense, e incluso de varias localidades de la región. Todos esperaban poder presenciar una de las tradiciones más antiguas y arraigadas de la provincia, que como cada año vuelve a representar el fervor al santo y la lucha por preservar la pureza de La Candelaria contra las tentaciones del Diablo. Una escenificación milenaria, única y emotiva, que los almonaceños se encargan de pervivir año tras año y que cualquier ciudadano debe presenciar.
Desde primeras horas de la mañana ya se dejaba ver alguno de los ‘diablos’ de la Hermandad, con ese traje tan particular que les caracteriza. Ya de por sí llama la atención la indumentaria, elaborada con telas de vivos colores, aunque no deja de asombrar los enormes cencerros –ajustados al cuerpo con correajes– que hacen sonar a lo largo de toda la jornada. El ropaje de los ‘diablos’ se complementa con la mitra episcopal, que recuerda que San Blas fue obispo, y que difiere del gorro con flores del día anterior (Día de la Candelaria), y la porra, rematada con figuras esperpénticas.
Reunidos en la plaza del Coso, los presentes se arremolinaron ante las ocho danzantas, la alcaldesa y la palillera, para ejecutar la tradicional danza del cordón. Al son de la pita y los tambores, las danzantas, –cambian la pañoleta blanca de la Candelaria por el negro en San Blas– sostuvieron una cinta que entretejieron en el palo central. Era el preámbulo del inicio de la procesión de San Blas.
El desfile. En ese momento, los ‘diablos’ ya se habían colocado la mitra para desfilar hasta la puerta de la iglesia de Santiago Apóstol y esperar ansiosos a la salida del santo en andas. Delante de ellos y encabezando la procesión, estaba Aniceto Rodrigo, el ‘diablo mayor’. De sus 79 años, lleva los últimos 18 ostentando el cargo.
Apareció San Blas, iluminado por el sol, y recibido con el estruendo del repicar de los cencerros. ¡Viva San Blas!, gritaban algunos de los más cercanos a la imagen. ¡Viva!, replicaba el resto de demonios.
A esta extraordinaria muestra de tradición conquense se había unido la consejera de Bienestar Social, Aurelia Sánchez; el delegado de la Junta de Comunidades, Ángel Mariscal; el alcalde de la localidad almonaceña, Álvaro Martínez Chana; alcaldes y concejales de otras localidades próximas, entre otras personalidades, que acompañaron el desfile precediendo a la imagen.
Los ‘diablos’ se dispusieron en dos filas para realizar un recorrido cíclico. Desde la izquierda se iban aproximando al santo, le gritaban vivas y mostraban su éxtasis particular. Después volvían a la fila derecha para esperar a la llegada de la curva, tener al santo en frente, y volver a iniciar la danza y el repicar de los cencerros. Todo ello con un movimiento acompasado que consiste en dar pequeños saltos sobre la punta de los pies, mientras que se camina con los brazos en cruz y se sostiene en la mano derecha la porra como símbolo de adoración y de fervor al santo.
Uno de los momentos más significativos de la tradición se produjo en la calle José Antonio. Vecinos y curiosos ya se habían agolpado a cada lado de la calle, en las estrechas aceras y aprovechando los portales, para presenciar el descenso vertiginoso y endiablado. En una carrera que desafía a la gravedad, los ‘diablos’ se lanzaban calle abajo saltando y brincando todo lo posible para tratar de llegar al cielo. Los presentes sacaban la cabeza para ver el espectáculo, aunque bien es cierto que alguno se resguardaba rápidamente, sopena de recibir un buen golpe.
El choque feroz y violento de los cencerros y la velocidad de los ‘diablos’ fue de nuevo un espectáculo para no olvidar.
Así hasta que la imagen fue retornada a la iglesia para iniciar la misa y posteriormente los tradicionales Dichos. Es el momento en el que se realizan estas poesías, loas o ruegos, en forma de estrofa de cuatro versos de 11 o 12 sílabas, que se recitan ante los presentes.
Los ‘diablos’ volvieron a danzar dentro de la iglesia y lo hicieron a lo largo de la tarde por las calles de la localidad, acompañados por un buen puñado de vecinos, hasta que el ‘diablo mayor’ consiguió que cesaran los ecos de los cencerros. Tras los vítores y vivas a San Blas, a la Candelaria y a los protagonistas de la localidad, Rodrigo gritó en alto: «Hasta el año que viene, si Dios quiere».
En busca de la declaración de Interés Nacional. Álvaro Martínez Chana, alcalde de Almonacid del Marquesado confirmó que el expediente para solicitar que la fiesta sea declarada de Interés Turístico Nacional «ya está prácticamente finalizado». Entre los requisitos que se piden para la declaración se exige difusión nacional e internacional y una memoria que justifique la importancia de la fiesta, datada en el siglo XVI. Una vez que se envíe a la Consejería de Cultura, el trámite se extenderá hasta el Ministerio para que conceda tal distinción. La fiesta ya contó con una denominación que la catalogaba de interés nacional, «pero con el cambio de normativa se ha tenido que retomar el procedimiento», dijo el alcalde.