Un espectáculo cromático y de sonidos

SPC
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Carlos de Hita descubre cómo viste y suena este tiempo entre el verano y el invierno con su nuevo libro 'Otoño. Estación de paso' en el que propone un paseo mágico y relajante por España

Un espectáculo cromático y de sonidos

El otoño es una estación de paso, que sigue al verano, pero mira hacia el invierno. Comienza en septiembre con la berrea de los ciervos y concluye con las primeras nevadas y la entrada de la pausa invernal, y Carlos de Hita en su nuevo libro Otoño, editado por Anaya Touring, relata ese tránsito a través de varios episodios repartidos entre cuatro meses. 

El autor madrileño aficando en Valsaín, Segovia, es capaz de transmitir en las 218 páginas del tomo la sensibilidad y sonoridad que percibe su oído y que a lo largo de más de 30 años le han convertido en uno de los máximos especialistas en la grabación del sonido de la naturaleza y el paisaje sonoro. 

Los ruidos de la naturaleza son parte fundamental de esta obra. Cada una de las descripciones cuenta con la correspondiente grabación de su paisaje sonoro, a la que se puede acceder a través de códigos QR. Y, por primera vez en España, en sistema binaural, el sonido 3D que permite al oyente escuchar la naturaleza como si se encontrara situado en el centro de la escena: en un bosque, al borde de un acantilado, en la orilla de una laguna o rodeado por los estampidos de los truenos en una tormenta de otoño. 

En Otoño. Estación de paso, Carlos de Hita traslada al lector a ese otoño clásico al que define como una larga transición: «la que va desde la actividad de la época de cría hasta la pausa invernal», explica. Pese a los graznidos de las cornejas, contiene los momentos más silenciosos del año, cuando la mayoría de las aves dejan atrás la reproducción y los insectos y los anfibios se ocultan en el barro, o bajo tierra. También aparecen algunos de los más ruidosos, cuando los contingentes de vocingleras aves invernantes (grullas, gansos, toda la tribu de los patos) llegan para ocupar los espacios que dejaron libres las que marcharon hacia el sur. 

 Es tiempo de aves gregarias, de bandadas de miles de palomas torcaces, de las murmuraciones de los estorninos. En otoño berrean los ciervos y se lían a testarazos las cabras montesas. Al anochecer aúllan los lobos. Es el tiempo de los regalos, cuando los suelos y matorrales se llenan de frutos rojos, de setas, bellotas, hayucos y castañas y los osos asoman el hocico por las crestas de los valles, husmeando en busca de comida. 

Meses de trashumancia, de los viajes de puertos a extremos de los cada vez más escasos rebaños de ovejas merinas. Y es también, por supuesto, la temporada de la caída de la hoja, ese momento en el que el paisaje sonoro de los bosques calla, pero el visual se llena de colores. Y la temporada de las primeras nevadas, los primeros fríos, cuando las noches de niebla dan paso a las de escarcha, el contacto definitivo con la pausa invernal.

El lector encontrará un calendario y una crónica personal, pero también una evocación de las estaciones clásicas, aquellas previas a la crisis climática en la que las cosas se sucedían con una regularidad previsible. Un orden alterado por los nuevos vaivenes del clima. Y es que como señala el autor, este libro es el relato de un otoño «como los de antes». Es el resumen en una sola estación de las experiencias vividas en el campo a lo largo de una vida. 

Los paisajes, con su amalgama de colores, son descritos con la maestría y sensibilidad de un viajero empedernido que comparte su sabiduría y maestría con aquellos que se quieren perder entre hojas amarillas, marrones y cobrizas.