Un ramadán adaptado a la pandemia

I.M.
-

En el 2020 se celebró en casa, hoy por hoy los 500 musulmanes que hay en la capital tienen la mezquita abierta, aunque con límites

El presidente de la comunidad musulmana en Cuenca, Abdel Moula, en plena oración del Corán en este Ramadán en la mezquita de la ciudad. - Foto: Lola Pineda

El pasado martes daba comienzo los tradicionales festejos por el mes sagrado del Islam, el Ramadán y que, por segundo año consecutivo, va a estar marcado por la pandemia.Se prolongará durante 29 ó 30 jornadas más, hasta el próximo día 12 de mayo. Van a ser unos días en los que los fieles musulmanes se abstendrán de beber, de comer, de mantener relaciones sexuales y cometer actos considerados inmorales, desde la salida del sol hasta el anochecer

El Ramadán es tiempo para reflexionar, para rezar en colectivo, para conviviry para purificarse espiritual y corporalmente.

Si el pasado año tocó hacerlo desde el confinamiento en sus hogares por el Covid-19 y con las mezquitas cerradas, este año sí que podrán acudir a ellas para rezar y celebrarlo pero con importantes limitaciones de aforo con la mascarilla puesta y manteniendo la distancia de dos metros, a fin no sólo de evitar el riesgo de contagios sino también las aglomeraciones y las reuniones masivas. 

El Ramadán coincide con la fecha en la que, según la tradición islámica, el profeta Mahoma recibe la primera revelación del Corán, siendo, además, como recuerda el presidente de la comunidad musulmana en Cuenca, Abdel Moula, uno de los cinco pilares del Islam.

«Si tú no haces el Ramadán no eres musulmán. El Ramadán es ayuno, es sentir en ti durante un mes lo que sienten los pobres durante todo el año, y es trasladar tu vida cotidiana a la noche, cuando se ha ido el sol», dice Moula. 

Pero, además, añade, «cuando finalice tienes que ver lo que te hubieses gastado en esos días, de manera que los 25 euros diarios que puede juntar una familia de cinco miembros y un gasto al día de cinco euros, cuando salga la luna que ponga fin a este mes sagrado deberá entregarlos, en ese momento o a la mañana siguiente a un pobre cercano, sea musulmán, judío o cristiano». 

En la provincia de Cuenca los musulmanes llamados a su celebración son entre 800 y 1.000, de los que entre 500 y 600 lo siguen desde la capital.

 Los hay, comenta Abdel Moula, que sólo ayunan y también los hay que ayudan y acuden a la mezquita a rezar a la noche o a otra hora en uno de los 60 espacios que hay disponibles, frente a los 180 que había antes de la pandemia.

No obstante, de todos los días del mes sagrado del Islam son los viernes y las noches cuando más gente se junta para «acercarse a Dios» y cuando, señala, «podemos tener más problemas para acomodar a todo el mundo dentro del aforo disponible, y para convencer a la gente de que tenemos lo que tenemos por nuestra salud, no por otra cosa».

En tiempos de Ramadán, el ayuno, explica el presidente de la comunidad musulmana en Cuenca, suele acabar sobre las 20:00 horas con una oración de unos cinco minutos en el domicilio para luego cenar y pasadas las diez de la noche bajar todos a la mezquita a rezar durante una hora más o menos. La mezquita está abierta a las plegarias varias veces al día desde las 14,00 horas, correspondiendo la última a las 22,00 horas. 

 Las oraciones a hacer en un día cualquiera son cinco y el viernes viene a ser su día sagrado de la mana, como puede ser el domingo para los cristianos.

«Recuerdo que cuando llegue a este país a finales de la década de los ochenta me sentía más bien sólo cuando llegaba el Ramadán, luego conforme la comunidad fue creciendo y se dispuso de mezquita este sentimiento desaparece. Nos sentimos y estamos arropados y la gente nos respeta», concluye.