Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


El mercado

13/04/2023

El mercado es un sistema bueno que hay que preservar, mientras detecte y derroque gobiernos de políticos ineficientes, ineptos, derrochadores, corruptos y hasta obsesos sexuales, y mientras los promotores del 15M sigan mejorando su estilismo, incrementando sus cuentas corrientes, su patrimonio y su fondo de armario.
Siendo un típico comportamiento humano el de buscar culpables de los propios errores o de las cosas que no dan el resultado previsto, vaya por delante que el mercado financiero somos todos; los mundanos pensionistas, los ahorradores y pequeños inversores, ciudadanos y votantes en general, en un país que se financia en los mercados internacionales.
El mercado no es más que un sistema eficaz de asignación de recursos, que no soporta la estupidez ni la intervención de los Estados planificadores o los monopolios que pretendan fijar precios por su cuenta. Cuando hablamos genéricamente de los mercados, nos referimos a un simple mecanismo en el cual se compra y vende cualquier activo financiero, normalmente mediante internet o teléfono, donde se pone en contacto la oferta y la demanda para concretar su precio justo. Nada más. La principal regla, como en todos los mercados, también en el toledano mercado de Abastos y en el albaceteño de Villacerrada, es que nadie debe gastar más de lo que se lleve en la faldriquera y que si el dinero es prestado, el menú te lo pone el acreedor.
Hoy asistimos a un fenómeno curioso en la perversión de la democracia que trae causa de nuestro conformismo y nuestra ignorancia. Pese la ineficacia y la ineptitud de los políticos que los componen, los gobiernos de las naciones se suelen cambiar mediante la conformación de la voluntad de los ciudadanos, bien por la exclusiva propaganda política, o bien por la acción directa y la presión de los mercados. La propaganda convence; el mercado castiga.
Al menos así ha sido hasta ahora. Por fortuna en España, en su día, pese a la propaganda, la caída de Zapatero fue un derrocamiento en toda regla auspiciado por los mercados, una democrática patada en el culo sincronizada por once millones de votantes que no soportaban más la crisis económica. Después de aquél amplísimo respaldo electoral, la calidad en el liderazgo político era fundamental en aquella situación económica y, aunque se recuperó la economía, el liderazgo terminó con un escaño vacío ocupado por un bolso.
Algún día, venga quien venga tras el legado de Sánchez, el conocimiento y la credibilidad deberá adelantarse a la propaganda y a los mercados. La respuesta del nuevo Gobierno, si llegara, que no está nada claro, dada la eficacia propagandística de Sánchez, ha de ser inmediata, eficaz y nada pazguata, y con fundamento en una correcta valoración y pleno conocimiento de la situación económica real y visión de futuro, aunque arda la calle y los sindicatos renueven sus camisetas de colorines reivindicativos.

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