El maratoniano Viernes Santo de Cuenca, presidido por un sol de justicia, brindó una gran procesión vespertina. En el Calvario cumplió con las expectativas de participación, tónica dominante de una Semana Santa que transcurre de la mejor forma posible. Morados, negros, beiges y ocres dibujaron una serpiente multicolor en el vetusto empedrado. 

La hermandad del Cristo del Perdón abrió la tarde en el Gólgota conquense con el majestuoso paso de la Exaltación, de Marco Pérez, uno de los conjuntos escultóricos más impresionantes de la Pasión.

Hablando de tallas espectaculares, la del Cristo de la Agonía, ésta de Coullaut-Valera. Hermandad que ha restaurado su guión procesional, así como las cruces de los estandartes, por lo que su cabecera lució esplendorosa. 

Viernes luminoso y multicolor en el Calvario conquense - Foto: ADRIAN GARCIA VERGAZ

El Cristo de los Espejos de Marco Pérez marcaba el punto de inflexión en el magno cortejo, apoyado además en la segunda imagen de la hermandad del Cristo de la Luz, la célebre lanza de Longinos, cuyo paso estrenó gualdrapas. Realizadas en terciopelo granate con pasamanería y fleco en oro fino metálico del siglo XIX. La Virgen del paso lució un pañuelo de encaje de bolillos en hilo de seda.

Y tras ella, la hermandad del Cristo de la Salud y el paso del Descendimiento. Además de restaurar los faroles, esta hermandad ha guardado el sudario de 1945 para su mejor conservación y procesionó con uno nuevo donado por hermanos.

El desfile lo cerró la Madre de Cuenca, la Virgen de las Angustias. La cofradía con más hermanos de la Semana Santa, además de restaurar las copas de plata del paso, estrenó seis cetros infantiles y otros tantos de directivo en este desfile procesional.