Cuencalvario

Redacción
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La procesión En el Calvario firmó un ascenso hasta el Gólgota conquense con cadencia y solemnidad, caluroso y primaveral, multitudinario, para después descender en recorrido corto por la previsión de lluvias.

Cuencalvario - Foto: Sergi Perich

Cuencalvario. «Un neologismo brillante y a la vez un conquensismo precioso, castizo y genial» para definir a Cuenca en Semana Santa y, de forma especial, en Viernes Santo. Así presenta este vocablo un maestro de las letras nazareas, José Miguel Carretero, para encumbrar el 'invento léxico' de otro referente de ese mismo banzo de la escritura y la oratoria, el inigualable José Vicente Ávila. Si éste último dejó escrito para los anales y el disfrute de la comunidad semanasantera su particular Cuencalvario, fue por días como los que vive esta Cuenca que viste de nazareno y oro. Por días como hoy, donde Cuenca es mucho más que mágica.

La procesión En el Calvario firmó un ascenso hasta el Gólgota conquense con cadencia y solemnidad, caluroso y primaveral, multitudinario dentro y fuera de las filas nazarenas. Brillantes, como siempre, como cada Viernes Santo, La Exaltación, El Descendimiento, el Cristo de la Agonía y su Cristo de Marfil, la Lanzada y el Cristo de los Espejos, y la Madre de todos los conquenses, la Virgen de las Angustias. En perfecto orden cronológico de los hechos acaecidos en el Calvario y representados en los distintos pasos procesionales. Una de las procesiones más espectaculares de la Pasión conquense.

Tras el breve descanso en la Plaza Mayor, las hermandades, reunidas con el presidente de la Junta de Cofradías, Jorge Sánchez Albendea, ante la previsión de lluvia a partir de las siete de la tarde, decidió hacer el recorrido corto en el descenso. De esta forma, el cortejo aligeró el paso y bajó por Alfonso VIII, Andrés de Cabrera y giró por el Peso hacia Solera. En El Salvador se quedaron las hermandades del Cristo de la Agonía y el Cristo de la Luz. El resto bajaron por Alonso de Ojeda. En la Puerta de Valencia se quedó la Cofradía de Las Angustias, mientras que La Exaltación y El Descendimiento continuaron por Las Torres y Aguirre hasta San Esteban.

En cuanto a las novedades a reseñar, cabe destacar que el paso de La Exaltación restauró la talla de María Magdalena, mientras que el Cristo de la Agonía estrenó banzos de aluminio en las andas del Cristo de Marfil, así como horquillas para los dos pasos. Por otro lado, se engrandecieron las gualdrapas de la lanzada, que iba a estrenar el año pasado, con bordados florales en los laterales. El Descendimiento lucía una cruz restaurada.

La Cofradía de las Angustias, que celebra este año su centenario, así como el 75º aniversario del nombramiento de la Comandancia de la Guardia Civil como Hermana Honorífica, lució en las andas de la Madre cuatro grupos de plata con tulipas que dotaron al paso de luz natural y una mayor plasticidad y belleza. El conjunto escultórico de Cristo Descendido desfiló restaurado. Además, el Coro de la Capilla de Música de la Catedral volvió a cantar el Himno a la Virgen de las Angustias a su llegada a la Puerta de Valencia, al final de la procesión, como ya hiciera en 2023.