Ni Eolo lo pudo impedir

José Antonio Ayuste
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En medio de un fuerte viento racheado, Juan Ortega, Pablo Aguado y Tomás Rufo se reparten ocho orejas de una interesante corrida de Alcurrucén.

Ni Eolo lo pudo impedir - Foto: Alberto Núñez

Abrió la tarde un toro soso y justo de fuerzas con el que Juan Ortega tan sólo pudo justificarse. Con el animal casi sin vida ya en el tercio de muleta, el torero sevillano no tuvo otra opción más que abreviar. Tras tres pinchazos el de Alcurrucén acabó echándose, escuchando el torero el silencio del respetable. Bravo y noble pero con las fuerzas justas también resultó el 4°, que no se dejó torear de capote. Brindó al público Ortega una faena que resultó ser un compendio de delicadeza, gusto y torería, con varios muletazos al ralentí por ambos pitones. Labor realmente bella que tras pinchazo y estocada casi entera fue premiada con las dos orejas.

Se recreó Pablo Aguado en el saludo capotero a su primero con un gran ramillete de verónicas perfectamente rematadas con una media con sabor. Quitó al toro por chicuelinas garbosas que hicieron vibrar al público. Brindó la faena al respetable y lo que vino a continuación fue una faena de altos vuelos por ambos pitones. Destacó el temple y el gusto de los muletazos, adornados con su elegancia personal. Tras un cambio de mano eterno, cerró al toro con unos torerísimos ayudados por alto que recordaron a otras épocas del toreo. Tras media estocada y tres golpes de verduguillo le fue concedida la oreja del toro.

De nuevo Aguado nos obsequió con un buen recibo capotero al quinto, pero esta vez con varios lances flexionando la rodilla. Hubo ahí también reminiscencias de toreo antiguo. El de Alcurrucén, al que desde el inicio se le atisbó más genio que bravura, soltaba la cara con mal estilo por ambos pitones. Hubo de fajarse con él el torero sevillano, basando su faena en el pitón más potable, el derecho, en una faena de poder y dominio. Tras pinchazo y estocada, a sus manos fueron a parar las dos orejas del toro.

Ni Eolo lo pudo impedirNi Eolo lo pudo impedir - Foto: Alberto Núñez

Muy templado anduvo Tomás Rufo con el tercero de la tarde, sobresaliendo especialmente una tanda de naturales que resultó cumbre. Con la faena ya avanzada, el torero de Pepino acortó distancias y se pasó al toro muy cerca de los muslos, algo que hizo al público levantarse de sus asientos. Tras tres pinchazos, media estocada y un golpe de descabello, le fue concedida una oreja.

El sexto fue un toro muy áspero y con genio. Rufo anduvo poderoso con él, sometiéndolo y haciéndole pasar por donde el animal no quería. Tras una faena de tira y afloja, el torero toledano terminó metiéndolo en el canasto. Luego de un pinchazo y una estocada desprendida, le fueron otorgadas las dos orejas.

- Plaza de toros de Motilla del Palancar. Media entrada en tarde fría y desapacible por el fuerte viento. Se lidiaron toros de Alcurrucén, desiguales de hechuras y comportamiento, algunos de ellos muy justos de presencia. Destacaron 2°, 3° y 4°, bravos y nobles. 1°, soso y sin fuerza. 5° y 6°, ásperos y con genio.

Ni Eolo lo pudo impedirNi Eolo lo pudo impedir - Foto: Alberto Núñez

- Juan Ortega: silencio y dos orejas.

- Pablo Aguado: oreja y dos orejas.

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- Tomás Rufo: oreja y dos orejas.