Nueve décadas de esperanza compartida

EFE
-

Alcohólicos Anónimos celebra su 90 aniversario con dos millones de miembros en 180 países y con sus puertas abiertas a un cada vez más abundante número de mujeres usuarias

Los varones que acuden en la actualidad suelen tener un nivel de estudios más bajo que el de las féminas. - Foto: M. ÁNGEL VALDIVIESO

Con el paso de los años, ha cambiado el perfil de los usuarios, pero no el problema. El número de mujeres que se han integrado en Alcohólicos Anónimos ha ido aumentando progresivamente hasta suponer un tercio del total, y mientras antes eran amas de casa sin estudios, hoy también son profesionales con formación a las que las dificultades personales las empujan a un consumo problemático.

La comunidad internacional conmemoró ayer el 90 aniversario de esta institución con un acto especial en el que, bajo el lema Una historia de esperanza compartida, profesionales de la salud mental, miembros y familiares profundizaron en uno de los principales problemas de salud pública.

Alcohólicos Anónimos nació en Akron (EEUU) en 1935, cuando un hombre de negocios de Nueva York, Bill W., que había conseguido no beber tras haberlo intentado en varias ocasiones durante varios años, buscó a otro alcohólico para compartir sus experiencias. En la actualidad, la integran más de dos millones de personas de más de 180 países, uno de ellos España. Aquí aterrizó en 1970, aunque no se legalizó hasta 1979, y hoy se celebran más de 1.000 reuniones semanales en alguno de sus grupos repartidos por todo el territorio.

Según la organización, el número de personas que demanda tratamiento por alcohol ha ido disminuyendo hasta los 3.645 en 2023 frente a los 4.048 que había en 2012. Su edad media es de 56,81, aunque hay agrupaciones, como la de Cuenca, que se reduce a los 46,9 años.

Uno de los aspectos en los que Alcohólicos Anónimos hizo ayer hincapié es en el número creciente de mujeres integrantes: en los 80, por cada una, había entre siete y ocho varones, en la actualidad hay una entre tres y cuatro hombres.

«En las mujeres el alcoholismo constituye un plus, porque ha sido mucho más estigmatizado: ellas beben en muchas ocasiones en soledad, sin ninguna red de apoyo y con mucha presión social», destacó Timanfaya Hernández, decana del Colegio Oficial de Psicología de Madrid.

Hace 40 años, el perfil era el de amas de casa mayores de 50 años, con escasa formación y con hogares «vacíos» tras la marcha de sus hijos, pero hoy se añade uno nuevo, el de profesionales con formación que han ido adquiriendo el hábito de consumo en la adolescencia, que lo han mantenido en su vida adulta y que lo han intensificado ante problemas personales y familiares. 

El «lubricante perfecto»

En principio, Pilar pensaba que «no tenía ninguna probabilidad de ser alcohólica», puesto que lo atribuía a las clases sociales más desfavorecidas, un perfil en el que ella no entraba. Pero en plena «rebeldía» adolescente probó el alcohol. Tenía 14 años y se «convirtió en la salvación a ese vacío que sentía, a esa sensación de desconexión que tenía con los demás».

El alcohol era el «lubricante perfecto». Dejó su casa, sus estudios. Con más de 30, casada y con un hijo, seguía «lubricando su vida» con la bebida, hasta que con 47, con una «vida triste y vacía», pensó en quitársela.

Alcohólicos Anónimos se la salvó. Allí encontró «muchos valores que desconocía» y, reunión tras reunión, empezó a integrar sentimientos como el agradecimiento, la generosidad, la aceptación o la disciplina que le hicieron «más soportable el vacío» y la han llevado a «una vida nueva, que es totalmente útil y feliz».