Mirar a la cara a Ethan Hawke es ponerle rostro a la mayoría de películas de terror de Hollywood en la última década. Una losa que el actor sobrelleva como puede mientras sigue alargando su legado en este género con The black phone, que está en cartelera.
Una cinta bien recibida por crítica y público porque transita entre las historias de fantasmas y una leyenda universal que ha atemorizado a generaciones repartidas por los cinco continentes: el hombre del saco. «No hay nada más terrorífico que esa icónica figura que se afana en robar niños. Es lo peor», declara Hawke sobre su papel.
El hombre del saco en España, el coco en Latinoamérica o boogeyman en Estados Unidos son solo algunos de los nombres que recibe este ser que, según la cultura, puede adoptar aspecto humano o configurarse como una suerte de criatura con cabeza y dedos alargados que perturba tanto a niños como padres.
El personaje al que interpreta el actor de El club de los poetas muertos se inspira en esta leyenda y acaba personificado en un sádico mago enmascarado que utiliza sus trucos para raptar y torturar niños a finales de la década de los 60 en Denver (Estados Unidos).
«Mi personaje es absolutamente malvado y está fuera de sus cabales. Lo mejor que puede hacer cualquiera es alejarse de él. Eso es todo lo que puedo decir de él», recalcó.
La película está coprotagonizada por Mason Thames, quien hace el papel de Finney, un tímido niño que tratará de escapar de las garras del asesino condicionado por una infancia de maltratos físicos por parte de sus compañeros de clase y mental por parte de un padre borracho que acumula botellas de cerveza y paquetes de Kellogg's.
La actriz Madeleine McGraw hace las veces de Gwen, la hermana de Finney, quien cuenta con poderes divinos y agallas como para dirigirse a Dios en una sociedad profundamente católica y espetarle: «¿Qué carajo pasa contigo?, ¿por qué no me haces caso y traes de vuelta a mi hermano?».
Sin duda, el aspecto más novedoso de esta producción es su forma de conjugar la historia de un asesino en serie con el terror derivado de las casas con fantasmas o espíritus.
«Hay unas partes en las que parece que estés viendo a Hannibal Lecter y otras en la que estás frente a Poltergeist. Eso es lo que creo que la hace original», reveló Hawke.
Y es que Finney recibirá instrucciones para salir del sótano donde está recluido a través de un teléfono negro que lo conecta con las ánimas de otros niños a los que este particular hombre del sacó les arrebató la vida.
Una visión del cine de terror que, según Hawke, sigue «un patrón clásico» y se escora hacia «la interpretación del género que tienen Steven Spielberg o Stephen King».
Su director, Scott Derrickson, se basó en el exitoso y breve relato que recibe el mismo nombre, The Black Phone, que Joe Hill escribió en 2004.
«Es muy bueno. No es un cliché, de verdad; no sabéis lo difícil que es hacer una película que dé miedo y a la vez te llegue. Y él (Scott Derrickson), lo consigue», argumentó el intérprete sobre el cineasta que lo llevó a la cima del terror con Sinister en 2012.
Tras esta cinta, Hawke es incapaz de quitarse el sambenito de «actor de películas de miedo». Un estereotipo que también acompaña a otros intérpretes muy prolíficos en este género en la última década, como Patrick Wilson (The conjuring).
«Es una mochila que todos cargamos. Ocurre lo mismo con Anthony Hopkins. Tras verlo hacer de Hannibal Lecter ya no te lo crees si lo ves interpretando a un amable abuelito», explicó Hawke, quien dudó antes de aceptar el papel en The black phone.
Etiquetas
A sus casi 52 años, el tejano cree que «todavía hay tiempo para cambiar» de etiqueta, aunque no será fácil tras el impacto que de esta película que protagoniza y que contará con su propia atracción de casa encantada en los parques temáticos de Universal ubicados en Orlando (Florida) y Hollywood (California) a partir de septiembre.