Una trampa mortal

Agencias
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La errónea decisión del capitán del barco hundido de proteger a niños y mujeres en la bodega provocó que la tragedia fuera aún mayor

Todos los supervivientes rescatados son hombres mayores de edad. - Foto: EFE

Setenta y ocho cadáveres rescatados, 104 supervivientes a salvo en tierra. Pero cientos de personas -se estima que entre 200 y 500- perdidas en el mar Jónico después del naufragio del pasado martes de un pesquero frente a la costa griega. Los testigos no se ponen de acuerdo a la hora de fijar una cifra de pasajeros -hablan de entre 400 y 700 migrantes-, pero sí coinciden en algo: en que la tragedia se pudo evitar.

No es casualidad que todos los sin papeles que llegaron con vida a la localidad de Kalamata sean hombres mayores de edad. Y es que, según relataron ellos mismos, el capitán del barco tuvo una fatal decisión: cuando las condiciones climatológicas comenzaron a empeorar con fuertes vientos, se determinó que las mujeres y los niños se protegieran en la bodega de la embarcación. Todo un error, puesto que la rapidez con la que  produjo el hundimiento impidió que todos ellos -más de un centenar de menores- pudieran salir a tiempo y quedaron atrapados. 

Pero, en un cúmulo de circunstancias, a esa mala actuación se sumó otra por parte de la Guardia Costera griega. Según denunciaron ayer varias organizaciones internacionales, los agentes pudieron evitar lo que podría ser una de las mayores tragedias migratorias de la historia en aguas europeas.

El Gobierno de Atenas aseguró que los guardacostas habían localizado ya el martes por la mañana la embarcación sobrecargada navegando en aguas internacionales al sur del Peloponeso y se ofrecieron repetidamente a asistir al pesquero. Pero los supuestos responsables a bordo rechazaron la oferta de ayuda, expresando su deseo de continuar el viaje rumbo a Italia.

«Ese barco no estaba en condiciones de navegar y no importa lo que hayan dicho algunas personas a bordo», censuró ayer Vincent Cochetel, enviado especial de Acnur para el Mediterráneo occidental y central.

Por su parte, Alarm Phone, una red de activistas que dirige una línea directa para barcos de migrantes en peligro, señaló que desde horas antes del naufragio informó a las autoridades que la nave se encontraba «en serio riesgo».

Los supervivientes, además, informaron de que el capitán abandonó el pesquero en un pequeño bote antes de que este volcara, dejando a cientos de personas a su suerte.

«Por mucho que digan los griegos sobre que intentaron rescatarlos, es falso: solo se acercaron embarcaciones privadas. Tenemos delante, de nuevo, otra inacción deliberada. Ahora vendrán dos días de luto y la hipocresía política, pero no es una catástrofe», denunció el presidente de Open Arms, Oscar Camps. 

«Colocan a las mujeres y los niños para protegerles del mal tiempo en la bodega, pero es el peor sitio: si tienen la fatalidad de volcar, de ahí no salen. La bodega es un ataúd. Por eso solo se  han podido rescatar a varones jóvenes, muchos maridos, padres o hermanos de quienes iban en la bodega», agregó.

Las posibilidades de encontrar más supervivientes se esfuman con el paso del tiempo. Ocho embarcaciones, incluido un buque de la Marina y un helicóptero, seguían al cierre de esta edición con sus operaciones de rastreo por la zona donde naufragó el pesquero.

Mientras, Camps expresó su voluntad de zarpar hacia Grecia, si bien no concretó cuándo.

«Es una tragedia de dimensiones colosales, es lo más grande que ha pasado en las últimas décadas en el Mediterráneo», lamentó, augurando que habrá entre 400 y 500 víctimas: «No envían un barco como este a media carga, lo mandan lleno».

Camps sostuvo que «hay que considerar este flujo nuevo» de migrantes proveniente de Libia y se preguntó cuántas embarcaciones más pequeñas han naufragado durante el trayecto.

«Todos los barcos estamos trabajando en el otro lado» del mar, alertó, y reprochó a Frontex falta de información.