Al gran público lo que más le pone son las Leires y los Aldamas. Está todo inventado: en el Siglo de Oro español pegaba fuerte la novela picaresca, con El Lazarillo de Tormes y el Buscón, pasando por Guzmán de Alfarache. Lo de ahora es la versión 5.0, que es la cutrez del momento, la degradación sin límites. Cómo será el nivel al que hemos caído que hay cierta añoranza hacia lo que fue Tómbola o incluso Sálvame, al menos en sus primeras etapas. Todo es susceptible de empeorar, aunque guste el salseo, el de las cloacas y el puteril. Ábalos se lo toma a chufla cuando le recuerdan lo del catálogo: Adriana, Alini, Ely, Tatty, Iris... Y hace chanza porque le afean que buscó un remolque de prostitutas de Valencia en su estancia en el Parador turolense. "Las de Teruel, no, que tienen bigote". Humor del fino, pero es lo que cala y por eso anda el personal agotando los adjetivos a las escenas de esta semana. Berlanguianas, kafkianas, propias del esperpento valleinclanesco, surrealistas, chirigotescas… Gusta lo chabacano, qué le vamos hacer. Bien lo saben los que lo explotan hasta el límite, a sabiendas de que la masa narcotizada picará en el anzuelo.
La España real no tiene tanta suerte. Los pillos y maleantes acaparan todos los focos mientras los que nunca dejaron de apoquinar al fisco se pudren en el olvido. Da igual si fueron 3.000, 5.000 o 7.000. El domingo se manifestó toda la comarca de Sanabria bajo el lema "Si no para, no pasa". Se la han colado sin anestesia y de forma inmediata les van a suprimir trenes para que así puedan llegar antes a Galicia. "Renfe entierra Sanabria por 15 minutos", rezaban los carteles, en relación al supuesto tiempo que perderían las capitales gallegas si la comarca mantuviese el servicio. El mal está hecho y no tiene muchos visos de poder enmendarse. Y ya no habrá otra gran movilización hasta la vuelta de las vacaciones. Son pocos y les cuesta moverse. La España vacilada sigue con su particular hemorragia demográfica mientras que los que están en sus despachos en Madrid, en Valladolid, en Toledo o donde les toque gestionar saben que en esas comarcas despobladas no se ganan las elecciones. Es la desgracia de los votos cuando son pocos.
Zamora y Guadalajara van a la par en cuanto a despoblación. No las equiparan oficialmente porque el desarrollo del Corredor del Henares maquilla la sangría de población que sufren serranías, señoríos y la mayor parte de las alcarrias. Pero ninguna de las dos provincias está para muchas alegrías. Como con el tren no nos pueden castigar más -no lo diremos demasiado alto, que siempre hay margen-, la han tomado por los autobuses. El Ministerio de Transportes, el del tuitero Óscar Puente, ha dado un golpe severo a los pueblos de Guadalajara. Hay un nuevo mapa de transporte por carretera con concesiones que plantean 28 paradas menos de autobús en la provincia. No hay que ser un avezado experto en la materia para deducir las consecuencias: si vas eliminando servicios de forma progresiva, los pocos que se resisten a marcharse se acabarán yendo. Ya sabemos que las líneas de transporte en el medio rural no son rentables, pero es que el servicio público no tiene por qué serlo. Tampoco son eficientes la gran mayoría de los que viven de la milonga de la España Vacía y lejos de cuestionar esos puestos se contempla ampliarlos para colocar a políticos que han quedado descolgados de parlamentos, diputaciones y ayuntamientos. Mientras, sigamos entretenidos con las Leires, los Aldamas, los Ábalos y los Koldos.