Antonio Pérez Henares

LA MAREA

Antonio Pérez Henares

Escritor y periodista. Analista político


El silencio del verdugo

24/10/2023

La evidencia delatora de que lo que trama Sánchez es algo repulsivo para una mayoría de españoles es su contumaz negativa, y la orden de silencio a los suyos y sus voceros, a hablar de ello. Estos tres meses pasados desde las elecciones del 23-J se han gastado esencialmente en eso y ese ha sido el gran objetivo. El ir macerando las meninges del personal para que, como es ya práctica habitual en el caudillo socialista, acaben por percibir como normal y hasta bueno lo que es una aberración y una pútrida carroña que huele que apesta. Pues verán como les olerá a colonia y se la comerán, y nos la comeremos con patatas, asegurando además que es exquisita y de estrella michelín de la política. Pero para ello es necesario la ocultación, la mentira y el silencio. El silencio del verdugo.

Para ello, la táctica la llevó a su máximo esplendor el nazi Goebbels, aunque los soviéticos, algo más toscos, no le fueron a la zaga, se fundamenta en el principio de negar y ocultar de inicio el objetivo final, pero ir pasito a pasito avanzando hacia la meta. Una vez que bocado a bocado se ha ido haciendo hacer tragar lo que de golpe hubiera sido rechazado y vomitado, es cuando ya te meten en por el garganchón la rueda de molino y tienes que decir que es tocinillo de cielo.

El repaso de lo sucedido desde que este personaje se aupó al poder primero de su partido y luego de España, donde en realidad el voto popular conseguido ha sido el más raquítico de cualquier presidente de nuestra democracia, estas últimas elecciones incluso las ha perdido y en las primeras no llegó a alcanzar ni los 100 escaños, con menos llegó al Gobierno con la moción de censura, demuestra con claridad su estrategia y su evidente éxito en conseguir su exclusiva meta: conseguir el poder y mantenerlo a cualquier precio.

Hagan memoria. Lo primero fueron sus propias "líneas rojas". Una, aquella ya olvidada, de que pactaría con la extrema izquierda, con Podemos. De separatistas ya ni hablaba. Pactó con Podemos y aunque en su primer intento no le salió la jugada, siguió su hoja de ruta. Normalizado ello metió en la ecuación, tras negarlo de nuevo, claro, a los separatistas y así logro la moción de censura y luego formar gobierno. Luego fue Bildu el siguiente paso. Eran y son los herederos del terror de ETA, la asesina de sus propios compañeros, de la que no solo no abjuran sino que en sus prácticas cotidianas enaltecen. Veinte veces comprometió solemnemente el que jamás lo haría. Ya está hecho y digerido.

Ahora estamos en los últimos tramos. Perdidas las elecciones y en situación más débil no le quedaba otro remedio, para sus intereses, que no por los generales, que rendirse y rendir la nación a los separatistas y autores de la asonada golpista del 2018, incluidos prófugos de la justicia encabezados por Puigdemont. A ese, a quien proclamó que traería ante la justicia y lo traerá bajo palio para que se orine en ella. A los otros ya los había indultado y luego eliminado además el delito cometido, la sedición, del código penal.

Esto es la amnistía, que va más allá del perdón, pues viene a reconocer que no hay nada que perdonar, que lo hecho no era punible, que en realidad el error fue del Estado, de la Justicia, de nuestras leyes y nuestra Constitución. Ese es el siguiente paso, el que todavía ocultan y hasta ayer se negaban y se niegan a llamar por su nombre, pero ya casi lo dicen, aunque dirán que no, que no es lo que es y parece hasta lograr que parezca otra cosa. Eso en realidad está ya consumado y a falta de fecha propicia de anuncio. De hecho ya andamos en el siguiente melón, el Referéndum, donde se repetirá jugada, Esa de que no que de ninguna manera, que por sus muertos, que no. Pues no lo duden, sobre sus muertos lo harán porque ya lo han hecho.

Mucho se habla del silencio de los corderos, pero en lo que estamos es en el silencio del verdugo. Tapada la cara de sus verdaderas intenciones ordena callar a todos cuantos lo siguen. Y todos, hasta quienes dicen no compartirlo, le obedecen y acatan. Su Patria es el partido y antes que ciudadanos son militantes.

Porque la atroz verdad no puede ser expuesta ante las gentes pues se rebelarían ante ella. Ha de irse macerando, introduciendo poco a poco, grano a grano, gota a gota pero sin descanso durante el tiempo que sea preciso por los viales propagandísticos hasta que el organismo se acostumbre al veneno, hasta que ya no solo lo tolere sino que lo demande. Y no sea consciente el cuerpo de su propio e inexorable deterioro. Esta España, cada vez en peor estado, más débil e indefensa. Con el terrible y traicionero añadido de que es quien tiene el deber de defenderla quien la entrega a sus enemigos para que la descuarticen. Solo para que él pueda seguir durmiendo el sueño del caudillo en la Moncloa.