Seprona: La unidad especializada para proteger el medioambiente conquense

Jonatan López
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La provincia cuenta con cinco patrullas, en Villalba de la Sierra, Huete, Villamayor de Santiago, San Clemente, y Cardenete, que abarcan todo el territorio conquense

Agentes de la Guardia Civil tratan de localizar el punto de inicio de un incendio. - Foto: Seprona

E l Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil de Cuenca vela por proteger el amplio territorio de la provincia conquense. Agentes de las cinco patrullas existentes cubren estratégicamente el terreno para abarcar hasta 17.141 kilómetros cuadrados de superficie y hacer que se cumpla la ley en diversos campos, con el único fin de preservar nuestros ecosistemas, la biodiversidad y los espacios protegidos.  A las localidades de Villalba de la Sierra, Huete, Villamayor de Santiago, San Clemente y Cardenete se une la Patrulla de Comandancia de Protección de la Naturaleza (Pacprona), una unidad especial ubicada en la capital que se encarga de dar apoyo al resto de unidades. Todo ello está avalado por un equipo de investigación, que tiene carácter de Policía Judicial medioambiental.
«El Seprona vela por la conservación de la naturaleza, por los recursos cinegéticos, hidráulicos, forestales o de cualquier otra índole relacionada», dice el cabo primero y jefe de Equipo, Ángel Francisco Jiménez Abarca. «Tenemos un abanico de actuaciones que engloban la caza, pesca, los montes, las aguas, el patrimonio histórico, sanidad animal y alimentaria, ordenación del territorio, construcciones ilegales e incendios forestales», indica.
En la provincia de Cuenca, de grandes dimensiones, los peligros que se ciernen sobre nuestros montes y sobre la gran masa arbórea, tienen que ver especialmente con los incendios forestales, imprudentes o intencionados, el uso de veneno para fines cinegéticos, construcciones ilegales y el furtivismo.
El Seprona se coordina a la perfección con las consejerías de Agricultura, Sanidad e Industria de la Junta, con los agentes medioambientales y con las Confederaciones Hidrográficas de la provincia. «El mejor protocolo es el trato humano. Conocemos a los jefes de servicio, al personal que recibe nuestros expedientes al tramitar las denuncias, y a los agentes medioambientales. Los incendios forestales cuentan con protocolos exhaustivos, con la participación de las brigadas de investigación y nuestros propios equipos, que trabajan conjuntamente, unificando y optimizando los recursos de personal y materiales», dice el jefe de Equipo. 
Los protocolos se extienden al uso de venenos. «Cuando hay constancia de su utilización se inicia una limpieza en el coto para evitar que suceda y el personal trabaja para hacer una batida y eliminarlo. De hecho, Cuenca es modelo a seguir a la hora de efectuar un protocolo entre agentes medioambientales y el Seprona», asegura Jiménez Abarca.
Muchas de las actuaciones tienen que ver con sanidad alimentaria, el sacrificio de animales para uso comestible, caso de las matazones en esta época del año. «Tienen que sacrificarse en lugares autorizados, con unas condiciones higiénico-sanitarias óptimas y pasar controles antes y después de la muerte. Encontramos que muchos se hacen con pocas condiciones higiénicas, no hay veterinario que certifique y posteriormente se comercializa. Para ello, hay una estrecha coordinación con personal de Sanidad y Agricultura», asegura el cabo primero. 
 
Incendios. Hacer fuego al aire libre, quemar rastrojos, restos de poda o en barbacoas, está prohibido según normativa desde el 1 de junio al 30 de septiembre. Para el resto del año se requiere un permiso especial de la Consejería de Agricultura y en el caso de hacer uso de la barbacoa de un Área de Servicio «solamente se podrá en sitios autorizados y con carbón vegetal», dice el jefe de Equipo, quien añade que «en época alta, si vemos humo y no se cumplen los requisitos, los agentes recogen la denuncia, la remiten a los Servicios Periféricos y se incoa el expediente sancionador». Agricultura estudia el caso y propone la sanción pertinente, dependiendo del grado de peligrosidad.
Los factores de riesgo de incendio se multiplican en verano. Los agentes realizan una ardua tarea de vigilancia para evitar que se produzca un desastre. El incendio puede iniciarse de la manera más imprevista. Desde un apicultor que va a tratar las colmenas y el ahumador que lleva provoca un fuego, hasta una radial y las chispas que genera, o un soldador, son suficientes para desencadenar la catástrofe. «Una simple colilla puede incendiar todo un bosque», advierte el cabo primero. 
En caso de incendio, los agentes investigarán y determinarán el punto de inicio para conocer la autoría y «si ha sido por una imprudencia, estaba autorizada o no, hay que diagnosticar primero a través de la lectura de evidencias físicas. En un incendio de grandes dimensiones leemos las marcas o señales que deja el fuego conforme avanza. Cuando se localiza el área de inicio se busca el medio de ignición y después se determina la autoría, que es lo más complicado», indica Jiménez Abarca. En época de peligro medio, las quemas pueden ser realizadas con unos condicionantes y deben ser autorizadas. 
La sequedad del ambiente y el uso incontrolado del fuego ha propiciado varios incendios en las últimas semanas. El viento contribuye a que se propague rápidamente. En algunos casos, y según apunta el cabo primero, «se aprovecha que no es época de peligro alto para quemar los ribazos y facilitar la dispersión del caudal circundante por las acequias. También se quema el pastizal porque se considera que se regenera el pasto y dentro de unos meses volverá a nacer renovado». Aún así, la quema de rastrojos ha desaparecido prácticamente, pero aún existen ganaderos que la practican. «Lo han hecho toda la vida. Nunca ha pasado nada, hasta que pasa. Consideran que lo tienen controlado, pero se dan las condiciones climatológicas y al final se propaga».
 
Furtivos. Existen varios tipos de furtiveo en la provincia. «Está el cazador que busca las cabezas de ciervos macho, por trofeo, el que va a por carne y el tradicional, que suele darse cuando se juntan varias personas de un pueblo y salen a cazar para luego hacer una caldereta», dice Guillermo Molero, uno de los agentes que desempeñan su labor en la Serranía conquense. «El que más se da ahora mismo es el de matar animales para vender su carne y el destinado a trofeos». Otras modalidades de furtiveo es pasarse de un coto a otro, matar a animales con elementos prohibidos, utilizar reclamos, cazar desde un coche o hacer uso de la visión nocturna.
Una de las actividades asociadas a los furtivos es la de colocar trampas diseminadas por el monte. Veneno y cepos o lazos son las típicas. «Algunos cazadores hacen uso de ello con la intención de eliminar especies como las alimañas o rapaces que consideran que diezman las poblaciones de conejos, liebres o perdices», dice Jiménez Abarca, que añade que  se utiliza un procedimiento masivo o no selectivo que daña a otras especies y puede causar graves secuelas en la fauna, sobre todo en cotos de caza menor. «Con la mínima ingestión se han provocado muertes masivas. Suelen utilizarse trozos de pollo que se impregnan con un granulado de herbicidas y fungicidas y son colocados en pasos de animales», señala.
Miguel Ángel Rubio, otro de los agentes del Seprona que trabaja desde el puesto de Villalba de la Sierra apunta que «los que lo hacen son personas puntuales, no todos tienen porque ser cazadores. El cazador es el primer interesado en cuidar. Vamos evolucionando y la biodiversidad de un coto no sólo radica en que haya mucha perdiz». 
 
Invasores y protegidos. Según los agentes, el cormorán es una de las especies que más quebraderos de cabeza les está trayendo. «Era una especie que estaba en peligro de extinción y que de buenas a primeras multiplicó su densidad por diez. Esta especie ha influido muy negativamente en las especies autóctonas piscícolas», dice Rubio. El cormorán es una especie zancuda que en otras partes del país se ha propagado hasta hacer que se creen programas de control para evitar que lo siga haciendo. Sin embargo, en la región aún no se ha actuado sobre su población. «Hay informe europeos que indican que debe controlarse. Aquí no existía prácticamente y el declive del mar ha hecho que lleguen buscando la comida. Los ríos lo están notando seriamente», dicen los agentes. No son aves migratorias, aunque se les puede ver en lagunas de flujo migratorio tradicional, caso de Manjavacas o El Hito. «El peligro reside cuando se asientan en una zona».
El siluro, un pez de extraordinarias dimensiones que llega a medir dos metros y que procede de Europa del Este, «aún no está en nuestras aguas», asegura el agente Rubio. «Nos llega información puntual y veraz de cada embalse. Si que ha aparecido una especie en Alarcón, que es un salmónido, y estamos dilucidando la variedad, pero por ahora no hay ningún indicio de que exista ningún siluro en Cuenca. No se puede meter la mano en el fuego, pues en otros lugares hay empresas que están interesadas en que se propague para  su comercio y desarrollo turístico en torno a la pesca de este pez», dice, y explica que «aquí las condiciones de agua y de comida son exquisitas para su propagación».
En cuanto al visón americano, un mustélido que amenaza con colonizar el territorio, los agentes indican que la especie está controlada pero la capacidad de procreación que tiene el animal es muy agresiva. «Utiliza las vías acuáticas. Coge un cauce de un río y lo va colonizando. Si se establece una importante población es muy difícil erradicarlo», dice Rubio. 
Introducir alguna de estas especies exóticas en el ecosistema y alterar el equilibrio biológico se tipifica en el código penal como un delito grave. 
En la actualidad existe un catálogo nacional y uno regional, más extenso que el anterior, que puntualiza en categorías el grado de protección que requieren las especies más mermadas. El lince ibérico, la cigüeña negra, el buitre negro o el águila perdicera son algunas de las especies con mayor peligro. Curiosamente el lobo está protegido en el territorio al sur del Duero, pero al norte se puede cazar.
 
Construcciones ilegales. El Seprona también actúa en construcciones no permitidas. En la provincia de Cuenca se dan levantamientos no autorizados en espacios protegidos, que están catalogados por su alto valor paisajístico, ecológico o medioambiental, o que están junto al río y son zonas susceptibles de ser inundadas. También se construye en zonas no urbanizables, en terrenos rústicos, y que por las características de edificación, la parcela no tiene la superficie mínima permitida para ello.
Lo agentes también vigilan que se cumplan las normas con respecto a los Puntos Limpios de recogida de residuos, denunciando el posible abandono de basura y restos en los exteriores de las zonas destinadas para ello. 
 
Saca de madera. Los agentes del Seprona también vigilan que se cumpla la ley en cuanto a la tala de madera y la saca de la misma a través de caminos forestales. El procedimiento es el habitual como en otros casos, solicitando la documentación precisa para comprobar si se tiene permiso para dicha tala y preservar que sea según los cánones establecidos. «Se han hecho actuaciones en la Serranía, en las que para hacer vías de saca se han cortado caminos, se han dejado cauces secos y además había poblaciones de cangrejo autóctono, o se han hecho talas masivas, y dada la gravedad se han puesto los hechos en conocimiento de la administración», indica el cabo primero.
Una de las nuevas dedicaciones tiene que ver con la comercialización de variedades de semillas. «Hay personas que distribuyen unas semillas que tienen protección por royalties o por laboratorios que los fabrican y posteriormente se venden fraudulentamente», indica el jefe de Equipo. Otra de las prácticas fraudulentas que últimamente proliferan son plantaciones de cannabis sativa, comúnmente conocida como ‘marihuana’.
Otra de las actividades de los agentes es la de salvaguardar los caminos de uso público, velando porque se cumpla la Normativa de Carreteras y caminos y se respete el paso de personas. «Si un propietario de una finca corta el camino solo se puede permitir si impide o facilita el acceso a su finca, nunca se podría cortar si da acceso a terceros».