Mortadelo de La Mancha

F. J. R.
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Francisco Ibáñez, el genio creador de Mortadelo y Filemón, dejó en sus obras varias referencias a Castilla-La Mancha, la más evidente a la figura del Quijote, libro que confesó que nunca había leído entero aunque lo homenajeó en dos ocasiones

Los textos del cómic imitaban el castellano antiguo propio de Miguel de Cervantes. - Foto: Francisco Ibáñez

Francisco Ibáñez, el autor de cómics más conocido y vendido en la historia de España, falleció este mes a los 87 años dejando huérfanos a cientos de personajes. Los más míticos, con el permiso de 13 Rue del Percebe, Rompetechos o El botones Sacarino, son sin duda Mortadelo y Filemón, los chiflados agentes secretos de una imposible agencia de espías, la TIA (Técnicos de Investigación Aeroterráquea), que han llenado de risas la infancia de muchos.

Las aventuras de Mortadelo y Filemón son universales, y aunque muchos jóvenes han seguido consumiendo sus cómics, la gran masa de seguidores del genial Ibáñez se sitúa entre boomers (nacidos entre 1946 y 1964) y millenials (entre 1981 y 1994).

La primera historieta de Mortadelo y Filemón vio la luz en 1958, y desde entonces su producción alcanzó cuotas épicas, solo a la altura de un dibujante estajanovista e incombustible como Ibáñez, que deja como legado 224 publicaciones; la última del 'Mundial de Baloncesto 2023'.

Mortadelo de La ManchaMortadelo de La ManchaIbáñez dibujó hasta el fin de sus días. Era un genio que no podía dejar de crear, capaz de construir un humor propio cargado de sus propias expresiones. Merluzo, animal de bellota, mastuerzo...?quedan ya para el recuerdo de una rica ambientación en la que hay bastantes elementos de Castilla-La Mancha.

El primero de ellos, a modo de curiosidad, es que el segundo apellido de Ibáñez es Talavera. El historietista era de origen barcelonés, y allí residió toda su vida, pero ahí queda su curiosa vinculación con la Ciudad de la Cerámica.

El acero toledano era también una constante referencia en los disfraces de Mortadelo, con sus armas y armaduras, y aunque ninguna ciudad castellano-manchega quedó representada e inmortalizada en sus cómics (en su libro 'Misión por España sí que se representa a Barcelona, Valencia, Granada, Córdoba, Sevilla, Ávila, Segovia, La Coruña, Asturias, País Vasco, Pamplona, Zaragoza, Madrid, El Escorial o las Islas Canarias), es cierto que hay un personaje de la región que siempre estuvo muy presente en su obra.

Mortadelo de La ManchaMortadelo de La ManchaSe trata de la figura de El Quijote, que en el mundo de Ibáñez se trasladaba a Mortadelo con Filemón como su particular Sancho Panza.

En 1983, una campaña comercial de la marca de plumas y bolígrafos Parker,  convenció a Ibáñez para dibujar varias historietas a una página en las que Mortadelo y Filemón se metían en la piel de los personajes de Cervantes. Los textos de ese cómic imitaban el castellano antiguo y la obra llevaba por título  'Las Incredibles Fazañas del Caballero Mortadelo de La Mancha'.

La serie de aventuras quijotescas tuvo poco recorrido, pero en 2004, con motivo de la conmemoración del IV centenario de la publicación de la primera parte de Don Quijote, Ibáñez dio a luz a su obra culmen castellano-manchega: 'Mortadelo de La Mancha'.

En esa ocasión, la aventura comienza cuando el jefe de esta alocada pareja (El Súper) quiere probar el último invento del chiflado profesor Bacterio y los 'voluntarios' acaban siendo, cómo no, Mortadelo y Filemón. 

Por un error que era tan inevitable como previsible, los agentes de la TIA adquieren la personalidad de Don Quijote y Sancho Panza, lo que da pie a uno de los mejores trabajos de Ibáñez bajo todo tipo de enredos y alocadas situaciones protagonizadas por los rebautizados como Mortadelo de La Mancha y su escudero Filemoncho.

Los personajes, con su armadura y atuendos de otro siglo, generan el mismo desconcierto en su tiempo que generaba en el suyo el propio Don Quijote. Son auténticos antihéroes que no dudan en enfrentarse a molinos o gigantes (en este caso un club de alterne) y tener a su particular Dulcinea en la figura de Ofelia, a la que pretenden regalar una orquídea que en realidad es una caca de perro. Ibáñez en estado puro.

La Cueva de Montesinos (Albacete) también aparece en el cómic, la liberación de los presos a galeras (galeotes) y la preparación de un brebaje que bien recuerda al famoso bálsamo de Fierabrás. Todo cargado de referencias a la obra de Miguel de Cervantes con la curiosidad añadida de que, según reconoció en vida el propio Ibáñez, nunca se leyó al completo  El Quijote. En su juventud les obligaban a hacerlo y llegó a coger tirria a la obra. Por eso, qué menos que un soberbio libro de aventuras para resarcirse con el hidalgo de La Mancha y contribuir un poco más a engrandecer su formidable figura.