Rodeada de balones

Ester González
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Marta Porras, que lleva años implicada en el mundo deportivo, se hace cargo ahora del equipo de fútbol femenino del CD Tarancón

Marta se enfrenta a esta nueva etapa «feliz» de hacer lo que más le gusta y poder conciliarlo con la vida familiar - Foto: Andrea Bricio

Desde pequeña no han faltado los balones y las botas de fútbol en la casa de Marta. Desde su padre hasta su hermano, todos han practicado este popular deporte. Tras muchos giros en su vida, la protagonista de esta historia no imaginaba que lo que fue una pasión de joven, se convertiría en la profesión que ocuparía.
Cada uno decide su camino, pero eso no quita que algunas veces se tengan que tomar desvíos no tan deseados. Marta siempre ha disfrutado con el deporte. Raqueta, balón o piscina, todo, pero sin duda el deporte que ha reinado en su casa fue el fútbol: «Mi padre y mi hermano me aficionaron al balón, era algo que nos unía en casa». Siguiendo esta afición, se apuntó a la escuela de fútbol de su pueblo natal, Tresjuncos. Allí vivió algunos de los momentos que con más cariño recuerda: «Entrenamientos, partidos, compañeras... formar parte de algo así es muy especial». No solo guarda recuerdos de aquellos tiempos, sino que también conserva buenas amigas que le acompañan en su vida adulta. Siguió por la senda del deporte con natación, taekwondo, fútbol... disfrutaba con cualquier disciplina. 

Esto le llevó a dirigir su futuro en una dirección en concreto. «Tenía claro que quería estudiar algo relacionado con la actividad física, así que empecé con el grado medio en deportes y fue todo un acierto», explica. Confirmó lo que ya sospechaba, y es que «quería seguir conociendo y practicando deportes, era algo que me apasionaba y con lo que disfrutaba mucho». Continuó así con su formación finalizando el grado superior de esta rama. Quería ser partícipe del aprendizaje de otros niños e introducirlos en el mundo de la actividad física que tanto le apasionaba, por eso completó su formación con el grado de magisterio especializado en educación física. Así se adentró en el mundo de la enseñanza, dándose cuenta de lo mucho que lo disfruta, algo que sin duda marcaría un nuevo capitulo en su andadura.

Entre tanta formación, construyendo su vida, fue dejando poco a poco su faceta de deportista: «Intenté aguantar en mi equipo de fútbol todo lo que pude, pero es difícil de compaginar cuando te tienes que ir fuera a estudiar», explica Marta, y añade que «en el fútbol femenino hay una barrera muy grande en las categorías, cuando pasas de los 15 años pasas a la categoría absoluta, donde no hay límite de edad y puedes estar jugando con chicas que te sacan 20 años». Sin embargo, la pasión por la pelota siguió latente y llegó a jugar en un equipo de fútbol sala en Alicante mientras que seguía sus estudios.

Su hermano, mayor que ella, ha sido un factor determinante en su vida. Desde siempre han tenido una relación muy estrecha y han compartido gustos y aficiones. Él llegó a ser jugador semiprofesional de fútbol, debutando en el equipo de la ciudad de Toledo, motivo por el que ella se estableció allí para continuar con sus estudios. Más tarde sería su padre el que la animaría a seguir sus pasos y obtener la titulación de entrenadora. Probó en Santa Cruz de la Zarza, en el equipo masculino absoluto, como segunda entrenadora y encargándose de los porteros, pero tuvo que buscar estabilidad laboral y familiar. «Tras cinco meses me quedé embarazada por segunda vez y pensando lo mejor para mi hija y para mí, tuve que dejarlo», dice.
Cuando se cierra una puerta se abre una ventana, y cuando la puerta del equipo de Santa Cruz se le cerró a Marta, se le abrió la puerta al equipo del Tarancón y la llave la tenía el entrenador del CD Tarancon, Jorge Cañete, quien la animó a presentarse al equipo. «Ellos estaban buscando a gente y él pensó en que yo podría ser buena opción, eché los papeles a la bolsa y fui seleccionada», relata Marta. 

Comenzó en octubre su capítulo en el CD Tarancón haciéndose cargo de las categorías benjamín y alevín, pero después de unos meses, un reto mayor se le puso por delante: dirigir el equipo femenino, tanto interescuelas como el absoluto. «Son palabras mayores, es un proyecto importante», opina la entrenadora. Marta apenas lleva unos meses trabajando con las chicas y ya afirma que «las jugadoras están dando el 100%, son un equipo de alto nivel y yo tengo que estar a la altura». Sin embargo, la protagonista es positiva en cuanto a su futuro y al de las jugadoras. «La implicación de las chicas es absoluta y eso es primordial, con trabajo llegaremos lejos», sentencia una enamorada del fútbol que disfruta de esta nueva etapa y del reto de liderar un equipo de campeonas.