«Prefiero ser un bocazas que un murmurador»

José Luis Enríquez
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El líder de Ilegales, banda que actúa este jueves en Cuenca, confiesa que vive «una especie de juventud creativa, con un cierto grado de irresponsabilidad», y el fruto es un nuevo disco que lleva el título de 'La lucha por la vida'

Jorge Martínez, al frente de Ilegales - Foto: ilegalesrock.com

El líder y vocalista de Ilegales, Jorge Martínez (Avilés, 1955), está en plena forma. Su vida está ligada a una guitarra eléctrica, de la que no se despega, y mantiene esa actitud provocadora de la que ha hecho gala a lo largo de más de cuatro décadas de trayectoria artística. No tiene pelos en la lengua y así lo demuestra en esta entrevista. Los Ilegales acaban de publicar un nuevo disco, La lucha por la vida, grabado con la colaboración de algunos de los mejores músicos del rock en español. La emblemática banda asturiana actúa el jueves en Cuenca (La Fuensanta, 19,30 horas) dentro del festival Poetas del Rock, una cita en la que tampoco faltarán sus temas más clásicos.

¿Qué va a encontrar el público conquense en este concierto?

Ilegales es una banda muy en forma por los constantes conciertos y, sobre todo, por la exposición de los conciertos en América, que son en climas no siempre favorables al ser muy calurosos o extremos, lo que nos obliga a mantenernos muy en forma. 

¿Por qué?

Porque la manera de salir vivo de un concierto en América es que el público acabe agotado también. El punto es que los músicos, a pesar del esfuerzo, no salgan exhaustos y que el público se quede un poco agotado. Hacemos un recorrido por las canciones más antiguas a las más nuevas. Es un concierto muy variado y dinámico, donde sólo se toma una bocanada de aire entre canción y canción. Nos apoya una logística que nos cuida mucho y creo que en los últimos años hemos ganado mucha contundencia.

De hecho, siempre habéis sido una banda contundente. Entrasteis en el panorama musical español arrasando…

Bueno, hay acusaciones (risas) que pueden tener cierto fundamento… Se dice que acabamos con la Movida madrileña. Éramos un grupo periférico, como muchos otros grupos que la industria tuvo que importar para no morir de inanición, y cuando llegamos liberamos un poco a la gente de la crítica, de tener que escuchar y ensalzar siempre a los que ellos habían puesto ahí como la gran maravilla, pero que era gente que hacía gala de no saber tocar y asistir a sus conciertos era como ir a misa cuando no eres creyente. Se hacía tedioso y doloroso. Los Ilegales sabían tocar, sabían sonar.

Los Ilegales llevan más de cuatro décadas en activo y once discos. ¿Qué es lo que te motiva a seguir escribiendo canciones?

He deseado tanto una guitarra eléctrica en mi etapa juvenil, en esa etapa en lo que los deseos son los que tienes que cumplir porque son los más puros. Deseaba tanto una guitarra eléctrica que he sido hechizado por ella. Es lo que me mantiene. En aquella época juvenil, cuando yo la deseaba, era un bien muy escaso. Vivía en Vitoria y sólo había una en un escaparate. Ese hechizo mantiene a Ilegales. En los momentos en los que era tan difícil conseguir esas cosas muchos se cansaron y renunciaron. Somos justo los que no han renunciado, los que mantienen el deseo irrenunciable de hacer ruido, música o lo que sea. La música es el menos molesto de todos los ruidos, como dijo Napoleón, pero ya te digo que Napoleón no ha conocido el rock.

Un ejemplo de lo que dices, de ese deseo irrenunciable de hacer música, está en vuestro trabajo más reciente, La lucha por la vida. ¿Cómo habéis logrado rodearos de tantas estrellas del rock como Loquillo, Bumbury…?

Las canciones de Ilegales son muy diferentes entre sí, y puedes acceder con ellas a un abanico de gente y grandes artistas que son muy diferentes entre sí. Ilegales practica muchos estilos distintos. Al principio, muchos críticos se sentían incómodos porque no sabían dónde meternos. Ahí están Bumbury, Luz Casal, Loquillo, Carlangas (Novedades Carminha), El Niño de Elche, Josele Santiago, Coque Malla, Dani Martín...

Ilegales comparte en Cuenca escenario con Los Enemigos, la banda que lidera Josele Santiago, en un concierto que se denomina Poetas del Rock. ¿Por qué esa denominación?

Parece ser que hay algo de poético en la música que hacemos. En Ilegales hay canciones que son poesía pura y también hemos escrito gloriosas tonterías que son parte del sello del rock&roll. Hay un tipo de rock&roll que es para hacer el tonto, y eso está muy bien.

¿La sinceridad brutal tiene algo de irreverente?

Sí, debería callarme de vez en cuando (sonríe). He perdido grandes oportunidades de quedarme callado. De todos modos, como digo en Tantas veces me he jugado el corazón que lo he perdido, la canción que canto con Loquillo en el último disco, hay dos clases de hombres desde que el mundo es mundo: los que llaman bocazas y los murmuradores. Prefiero ser bocazas que murmurador, y pienso que Loquillo también.

Desde luego ambos tenéis una arrolladora personalidad desde hace años...

Todos vamos cambiando pero en este momento creo que hemos trazado el círculo completo. Creo que desde hace unos cuatro años o así hemos regresado a una especie de juventud creativa y a un cierto grado de irresponsabilidad. Toda la gente de mi generación nos habíamos puesto muy serios, como una especie de liberadores con el boom que hubo en las artes, con la gente que empezó a salir de las universidades para narrar o escribir en los periódicos… Ahora nos hemos despojado de aquello que habíamos sacralizado y somos más frescos, más jóvenes y más irresponsables. 

En estos tiempos parece que esa irresponsabilidad de la que hablas no casa bien con lo políticamente correcto…

No casa bien, no. Precisamente por eso lo hacemos, porque hay muchos prohibidores vocacionales y se merecen que alguien les enfurezca. Creo que las libertades de  todo un pueblo están en juego si los artistas se ciñen a esos cánones que se nos imponen desde colectivos que algunas veces habían estado reprimidos y prohibidos, que son los más prohibidores. Es un síndrome del perseguido. Todos los artistas, políticos, intelectuales tenemos la obligación, al menos moral, de romper las fronteras y los tabúes que intentan imponerse de nuevo... incluso barbarizando y haciendo el tonto. Estamos obligados a que esas cotas de libertad se ensanchen en vez de restringirse porque si no, pronto nos prohibirán cosas por las que hemos tenido que luchar muy duramente y por las que muchos han vertido su sangre por ellas.

Es un momento propicio para proclamar aquellos de «tiempos nuevos, tiempos salvajes», que además es el título de uno de vuestros temas clásicos?

Sí. Esa canción, como muchas de Ilegales, hunden sus raíces muy profundamente en la naturaleza. El discurso de esa canción se podía decir tres siglos antes de Cristo y se puede decir hoy en día. La naturaleza humana no ha variado. Ha variado la tecnología. 

¿Hay Ilegales para rato?

Creo que sí… Estamos en buena forma, pero la muerte hace su trabajo de vez en cuando con eficacia. El momento es ya. Hay que aprovechar cada día como si fuera un regalo y disfrutarlo. Cuando estoy inmerso en esa nube sónica que producimos los cuatro miembros de Ilegales en este momento, lo respiro con cierta avidez.