Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


No es un jueves más

30/03/2023

No, hoy no es un jueves más. No es un jueves corriente. Me van a permitir que por una semana abandone la constructiva crítica de evidenciar aquello que mis ojos ven como necesidades urgentes de esta ciudad y abrace la noble tarea del agradecimiento cuando nos quedan un puñado de horas para abrir las puertas de San Andrés.

En la vorágine organizativa de la Semana Santa conquense suele pasar desapercibida la verdadera identidad de la misma. Andamos ocupados y preocupados dando respuesta a los problemas que nos ocasiona poner en la calle todos y cada uno de los desfiles. Con un ojo miramos al cielo esperando que llueva… a partir del primer día de pascua, por supuesto. Con el otro, revisamos todos y cada uno de los múltiples aspectos que conforman tan noble manifestación buscando tener todo dispuesto para, en el lapso de tiempo que dura un desfile procesional, cumplir la diferente razón que nos lleva a vestir túnica y capuz (o bonete) estos días. Por cierto, cualquiera que sea esa razón será bienvenida. Los hay que entenderán los desfiles como el culmen de su vivencia religiosa, los que cumplen una tradición, los que siguen la moda…

Cuando lea estas líneas, habremos dejado atrás una cuaresma repleta de actos diversos. Hemos tenido exposiciones, conciertos, mesas redondas, funciones religiosas, juntas… Cuando decimos que Cuenca es nazarena no es un recurso literario, es una realidad fundamentada en el hecho diferencial del número de actos diferentes organizados por hermandades y la propia Junta de Cofradías. Con una media de casi seis actos semanales, no hay institución, organización, fenómeno, festival, programación… que se acerque a esta cifra. Es cierto que el número puede pasar desapercibido al ser los cuarenta días cuaresmales terreno abonado para la actividad nazarena, pero el dato es ese. Entre trescientos y trescientos veinte actos anuales organiza la comunidad nazarena. Como aquel del anuncio, no les digo que me lo superen, simplemente iguálenmelo.

Pero todo esto tiene unos responsables claros. Hoy, que vemos buena parte de los balcones del casco antiguo adornados (ojalá hubiera más, sobre todo en la Cuenca moderna), cuando el corazón se alegra, paradójicamente, contemplando el Calvario sobre el cerro de la Majestad, hemos de volver nuestra mirada sobre los cientos de nazarenos y nazarenas conquenses que, haciendo de la Semana Santa una forma de vida, se vacían para que los desfiles estén a la altura de todo lo trabajado durante un año. Son ellos, los anónimos, los que no salen en la foto, los que aportan el esfuerzo silencioso e ingrato en muchas ocasiones, los verdaderos responsables de que la ciudad luzca esplendorosa cada primavera. A ellos les debemos que los que nos visiten estos días regresen a sus casas sin entender por qué no han disfrutado antes de nuestra peculiar y particular manera de entender esta catequesis imaginera que cada año ocupa, más que las calles, un sentimiento ciudadano. No creo que haya algo que una más a los conquenses que el antes, el durante y el después de la Semana Santa. No, no es un jueves más. Es el momento de darles las gracias a todos ellos.