La Semana Santa de Cuenca tiene el concepto artístico de Marco

José Vicente Ávila
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Ahora se cumple el 40 aniversario del fallecimiento del genial escultor de Fuentelespino de Moya, que falleció en Madrid a los 87 años, en silencio, casi en el olvido.

La Semana Santa de Cuenca tiene el concepto artístico de Marco

«Cuenca lo es todo para mí». Esta frase de Luis Marco Pérez, que recogí en una entrevista publicada en Diario de Cuenca el 14 de junio de 1975, define el amor de un hombre a su tierra, que ha quedado además plasmado con sus 19 pasos de la Semana Santa conquense y en sus esculturas, repartidas por diversos puntos de la ciudad. Luis Marco Pérez nació en Fuentelespino de Moya, en el seno de una familia humilde, el 25 de agosto de 1896, y falleció en Madrid, a los 87 años, el 17 de enero de 1983. Murió en silencio, casi en el olvido, siendo enterrado en el cementerio de la Almudena. 

Su ciudad, que le había nombrado Hijo Predilecto, cuando tenía sólo 30 años, y le había dedicado al menos una calle en vida, no podía permitir que los restos mortales de un hombre que había amado tanto a su tierra descansaran para siempre en otro lugar que no fuera el suyo.

Los restos de Marco Pérez llegaron a Cuenca, tras las gestiones realizadas por la Hermandad de Jesús Nazareno de El Salvador (Jesús de las Seis) y una comisión gestora, el 23 de febrero de 1985, para ser inhumados en el pintoresco paisaje de la Ermita de San Isidro, en una sencilla tumba. Tuvo que ser ya muerto, cuando Cuenca y la Semana Santa, le rindieran el gran homenaje que merecía. 

La Semana Santa de Cuenca tiene el concepto artístico de MarcoLa Semana Santa de Cuenca tiene el concepto artístico de Marco

Estamos ante uno de los personajes conquenses que más huella han dejado en la ciudad y la provincia. Una huella imborrable, pues su obra la han conocido varias generaciones de conquenses y la seguirán conociendo las futuras, tanto por lo que se refiere a la llamada obra civil como a sus tallas para la Semana Santa, pues si en verdad son 19 pasos los que desfilan, en conjunto son 42 figuras las que se representan entre las diferentes escenas de la Pasión. 

Luego, en el paseo por la ciudad, tenemos en Carretería el Monumento de los soldados de África; las esculturas en el Parque de San Julian, una de ellas, El Hombre de la Sierra, en el Museo de la Semana Santa; el Pastor de las Huesas, en la Hoz del Huécar; el busto de Chicuelo II frente a la plaza de toros o el friso de la Reconquista en la fuente del Escardillo. 

Marco Pérez había venido a Cuenca con un discípulo suyo para restaurar algunos pasos, entre ellos el de San Pedro Apóstol. El 15 de junio, se reunió con directivos de la Junta de Cofradías y de las Angustias, pues se había aprobado hacer la Santa Cena y el Descendido, un paso que Luis Marco había hecho en 1935. A pesar de que tenía 78 años, el escultor de Fuentelespino de Moya me decía: «Muy a gusto haré los dos pasos». Él había hecho en 1929 la Santa Cena, que empezó a desfilar en 1930, y comentaba: «Le tengo gran cariño a la Santa Cena, aunque no será muy fácil que en la próxima Semana Santa  pueda desfilar». Ahí quedó el sueño.

Así, en la Semana Santa de 1976 salió el nuevo paso delante de la imagen de la Virgen de las Angustias y detrás de El Descendimiento, pero no gustó mucho ese conjunto a la Cuenca nazarena, tan acostumbrada a los pasos no ya solo de Marco Pérez, sino de Coullaut Valera, Martínez Bueno o Capuz. Se decía que no había salido de las manos del escultor conquense, sino de los discípulos de su taller. El caso es que este Descendido desfiló durante unos diez años, pues en 1987 fue sustituido por el actual Descendido de Vicente Marín. El Descendido del taller de Marco pasó a desfilar en la Semana Santa de San Clemente, donde también sale una Oración del Huerto del propio escultor. La Santa Cena la hizo Octavio Vicent el mismo año que Marco Pérez era enterrado en San Isidro.

Mejor obra. Marco Pérez tenía muy buenos recuerdos de sus comienzos. Hay que recordar un dato que es relevante: toda su mejor obra como escultor la hizo entre 1922 y 1936, entre ellas varios premios nacionales. Cuando le pregunté que cuál era su primera escultura más importante me dijo: «La de El Pastor de las Huesas del Vasallo, que la hice en el año 30 y con ella gané la Medalla de Oro de la Exposición Nacional; tal galardón sólo lo había obtenido hasta entonces Mariano Benlliure y para mí resultó una satisfacción enorme, porque en realidad yo era un crío», comentaba.

Estaba a la altura de los mejores. Marco Pérez, que había vivido en Fuentelespino de Moya hasta los 12 años, donde su padre tenía una carpintería en la que el jovencísimo Luis ya montaba sus primeros pasos nazarenos, se marchó a Valencia y allí estuvo en la Escuela de Artes y Oficios y en Bellas Artes, iniciando su trabajo en talleres de imagineros. Ya con 24 años ganó una pensión del Círculo de Bellas Artes y se trasladó a la capital de España para perfeccionar el dibujo y la escultura, además de matricularse en Medicina para estudiar anatomía. 

En 1924 ganó la Segunda Medalla con El Idilio Ibérico y en 1926 le llegó su primer gran premio con El Hombre de la Sierra, talla original que se puede contemplar en el Parque de las Esculturas de Leganés; además ganó el Concurso para hacer el monumento a los Caídos de África. Sobre esta obra me decía Marco Pérez: «Es cierto, no había cumplido aún los 30 años cuando hice esa escultura. Cada vez que paso por Carretería y la veo, me quedo mirándola y me emociono, porque recuerdo aquellos años jóvenes en los que tanto trabajé». El broche de esa etapa lo puso Marco con el Pastor de las Huesas, con el que ganó la medalla de oro en 1930.

Los premios que había ganado le pusieron en primera línea como escultor, y su trabajo estaba entre Madrid y Valencia. El alcalde de Cuenca, Cayo Conversa, supo reaccionar a tiempo y en diciembre de 1926  el Ayuntamiento le otorgó el título de Hijo Predilecto de la Ciudad y en 1927 obtuvo la Cátedra de Dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de la Diputación. 

Cada año un paso. La idea de Cayo Conversa era que Marco Pérez hiciese cada año un paso para la Semana Santa, pues en la prensa local se publicaba esos años que «algunos pasos de nuestras procesiones están pidiendo a gritos la sustitución, porque desentonan de una manera lamentable al lado de otros de positivo valor escultórico». Y así fue; Marco Pérez hizo en 1929 la Santa Cena sin policromar, que desfiló por vez primera en 1930. Un conjunto que asombró a Alejo Carpentier cuando visitó Cuenca en 1933. 

Escultor municipal. El escultor de Fuentelespino de Moya trabajó en Cuenca precisamente hasta 1933, año en el que se marchó a Valencia. En 1928 fue nombrado Escultor Municipal para que hiciese cada año un paso para la Semana Santa, con al menos seis figuras. Así hizo la Cena, El Descendido, el ángel del Huerto, y en 1936 desfiló por primera y única vez la imagen de Jesús con la Caña. Por ello, cuando se marchó a Valencia, en el periódico El Defensor de Cuenca se podía leer: «Lástima grande fue que se malograra la táctica de Conversa de amarrar en nuestra ciudad a Marco Pérez para que hiciera florecer en su tierra las creaciones de su arte. Casi todo lo que de él tenemos aquí a esa etapa se debe, y si se hubiera seguido la marcha convenida con el escultor conquense, hoy desfilarían ya por nuestra ciudad seis o siete pasos de Marco, con la densidad artística de la Cena o el Descendido».

Una vez terminada la Guerra Civil, a partir de 1940, Marco Pérez deja a un lado su trabajo de escultor para enfrascarse en la ardua tarea de esculpir imágenes no sólo para la Semana Santa de Cuenca, sino de numerosas localidades españolas. Las primeras que hizo fue la talla de Jesús Amarrado a la Columna, para Elche, y al mismo tiempo para Cuenca, con distinta cabeza, que luego cambiaría. A partir de 1941, Jesús Nazareno de El Salvador y la mayoría de los pasos, bien por encargo de la Junta de Cofradías, la Diputación o el Ayuntamiento. No podemos olvidar los diseños de andas realizados por dos de los históricos ebanistas de la Pasión: los hermanos Modesto y  Nemesio Pérez del Moral.

Figura inolvidable. Si hemos dicho que Marco Pérez nos dejó su legado artístico, no podemos olvidar la marcha Marco Pérez ha muerto, de Julián López Calvo. Por otro lado es muy recomendable el blog sobre el gran escultor, diseñado por José Andrés Sevilla. A Luis Marco Pérez le encantaba hablar de la Semana Santa y sobre todo de las imágenes que había realizado. Mientras fumaba un cigarrillo, iba nombrando sus tallas: «El Amarrado, Jesús Nazareno de las Seis, San Juan Bautista, la Soledad del Puente, San Pedro Apóstol, San Juan Evangelista, que creo que le llaman El Guapo, La Exaltación, El Descendimiento, en fin, que ya no me acuerdo de todos, mi querido amigo». 

El pasado año 2022 se celebró una exposición en la Sala Iberia, con el título De la figura humana a la imagen procesional, con la emisión de un vídeo con opiniones sobre Marco Pérez de José Miguel Carretero, José Vicente Ávila e Israel José Pérez Calleja.