Un pasito hacia delante y otro hacia atrás. Con gracia y convicción. Entre los estilos latinos más populares, la bachata y la salsa destacan por su ritmo vibrante y su capacidad para transformar cualquier pista en una explosión de emociones. Aprender estos bailes, sin embargo, es mucho más que dominar movimientos técnicos, es adentrarse en una experiencia cultural llena de historia, conexión y, sobre todo, pasión.
Uriel Huertas trata de inculcar todo lo necesario para que los conquenses conquisten cualquier escenario. A través de su colectivo, denominado Uriel Club de Danza y Baile Deportivo, Huertas comparte su sabiduría con cerca de medio centenar de alumnos que están decididos a aprender bachata y salsa. En estas disciplinas «no hay secretos» y lo más importante es que «te guste el ritmo latino». Esa es la base. El resto es «venir a probar, explorar tu cuerpo y trabajar de forma rutinaria para adquirir todos los conceptos».
Nadie nace enseñado. Es obvio. Por lo que todos sus alumnos han comenzado con el taller de iniciación y después, con el paso del tiempo, han pasado a nivel intermedio o incluso avanzado. Uriel apunta que «las mujeres tienen más flow natural, y son más prestas a saber bailar de manera más rápida», mientras que a los hombres «les cuesta un poco más». Pero, «todos terminan haciéndolo muy bien». Lo bueno de estos bailes es que «no hay corte de edad, ya que cualquier persona puede aprender».
Estos aprendizajes no se limitan solo a practicar en la pista, sino también a «socializar porque nos conocemos entre todos y generamos un ambiente inmejorable, donde todos nos lo pasamos genial». De hecho, en este punto de encuentro convocan una jornada cada tercera semana de mes para «poner en práctica todo lo aprendido».
Este profesor de baile incide en que «lo que más cuesta al principio es conocer la musicalidad y saber cómo entrar en el tiempo que se requiere, así como las ondulaciones a la hora de moverte, tanto de manera individual o con una pareja». Pero, todo lo demás, es «trabajo y práctica». Lo que está claro es que «no puedes aprender de un día para otro, sino que es una evolución constante».
Alumnos. Los alumnos están encantados. Ruth Martínez reconoce que se interesó por estos bailes porque «está de moda y quería aprender a bailar». Los inicios fueron complicados, pero «después de seis meses, hay una evolución clara». Esta conquense incide en que «la bachata es más fácil que la salsa, porque tiene menos tecnicismo, pero con constancia y trabajo adquieres todos los conceptos». Por su parte, Fran Martínez asegura que se inscribió «porque conocía a unos amigos que ya estaban aquí» y ahora se ha convertido «en un hobbie». La evolución que ha experimentado desde diciembre es «increíble». No obstante, este joven recalca, entre risas, que «el primer día que llegué a clase pisé a varias personas, porque no tenía mucha idea». Ahora se desenvuelve como pez en el agua.
En cada giro, en cada paso de bachata o salsa, los bailarines no solo cuentan una historia, sino que también descubren una parte de ellos mismos. Estos conquenses tienen muy claro que van a conquistar cualquier pista.