Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Las Turbas por detrás

14/04/2023

Si viene a Cuenca de fuera por la procesión Camino del Calvario, verá devoción en cinco pasos; escuchará el martillo contra el yunque en la Herrería de Ojeda y tambores y clarines burlando a Jesús, que va a morir; olerá el incienso que inunda El Salvador, Alfonso VIII o El Peso; gustará torrijas y resoli y tocará el sentimiento de una ciudad volcada con su insignia.

Si de lo contrario ya está dentro, usted y yo sabemos que la madrugada del Viernes Santo va más allá de los sentidos. Va de descontar días desde el Miércoles de Ceniza, de romperse con los tambores en San Felipe con el primer Miserere, de mirar al cielo una semana antes o de no dormir la noche que precede a nuestro rojo en el calendario más universal.

Hay unas Turbas que se sienten con o sin capuz desde dentro y otras Turbas que brillan hacia fuera, pero no son las únicas. También se conjugan cada Viernes Santo las que no se ven, pero que lo son también de pasión.

Una de ellas es, como quien la diseña y ejecuta, de servicio público. Esas Turbas a las que la delegación conquense de la televisión regional da forma año tras año con su retransmisión en directo, convirtiéndose en un escaparate a la altura de la sobriedad del día más grande del año en Cuenca.

Más de cuarenta profesionales, doce cámaras, tres kilómetros de cable y decenas de horas de trabajo bajo la batuta de Trini Saiz, que un año más ha empaquetado tradición y sentimiento poniéndole, de nuevo, el lazo de la excelencia audiovisual. Guardo aquí una línea para citar a José Vicente Ávila, a quien se echó de menos en la retransmisión este año. Recupérate, compañero.

Y hay, más allá, unas Turbas en la trastienda de las que nadie habla y que protagonizan las cincuenta personas encargadas de ir abriendo paso al Jesús de las seis. La punta de lanza delante del guión que enseña el camino a la procesión desde que suena el picaporte de El Salvador y hasta que las Puertas de Miguel Zapata vuelven a cerrar.

Salir fuerte hacia Puerta de Valencia, transitar hasta Trinidad, recibir al sol y apretar subiendo Palafox para enroscar la Audiencia, descansar en la Plaza Mayor, emocionarse con el Miserere, doblar la curva de El Peso y encerrar de nuevo empujando a 4.000 turbos en la primera línea de un desfile que conforma, en sí misma, una procesión diferente.

Una marcha alternativa que, como todo en la madrugada del Viernes Santo en Cuenca, vive y bebe de contrastes. Que también 'lo baila' y que antes de cerrar el portón, por supuesto, también 'que se va que se va' antes de que La Exaltación asome andas desde la Puerta de Valencia. Hasta el año que viene.