No basta conocer el rumbo, hay que caminar, nuestro camino es el del amor, el amor es Dios. Esta frase de José Guerra Campos ( 1920-1997) es una de las que se ha incluído en el documental que coincidiendo con el Domingo del Buen Pastor, el pasado día 25, acaba de estrenarse, en plataformas como youtube y vimeo. A raíz del centenario de su nacimiento y a punto de cumplirse el veinticinco aniversario de su muerte, HM Televisión, de la Fundación EUK Mamie, ha querido conmemorar la labor del obispo emérito de Cuenca ensalzando la vida y obra de un hombre ante todo ejemplo de humildad.
Con una calle en Cuenca en su honor, fue una de las figuras más relevantes de la Iglesia en la España de la segunda mitad del siglo XX. “Me parece extraordinariamente oportuno exponer las cosas buenas que nos ayuden a crecer, ver la figura de los buenos pastores, porque la Iglesia es santa, ellos nos preceden y es bueno aprender de los maestros”, valora el actual obispo de la Diócesis de Cuenca, José María Yanguas, en el propio documental, Mons. José Guerra Campos. El Pastor bueno. Entre otras anécdotas, recuerda su éxito en los años 60 en el programa propio, El Octavo Día, que tuvo en Televisión Española. “En un ambiente coloquial como es un bar, se hacia silencio para escuchar qué decía el cura de la tele”, apunta Yanguas. “Aquí ordenó a muchos sacerdotes, todo lo hacia contando con los sacerdotes, con los movimientos apostólicos y seglares, apoyó nuevas iniciativas dentro de la Iglesia”, señala en el documental Antonio Fernández, vicario general de la Diócesis y autor del libro Guerra Campos. Apuntes para una biografía. “En Cuenca muy poca gente vivía tan pobremente como él”, cuenta José Antonio Fernández, rector del Seminario Conciliar de Cuenca. “La fama de santidad precedió incluso a su muerte”, señala Juan Manuel Cabezas, catedrático de Derecho Canónico en la Universidad Eclesiástica de San Dámaso.
Con éstos y otros testimonios, se narra su historia, la de un hombre de alegría desbordante que desde niño quiso ser sacerdote, don que ejerció con heroicidad e integridad en un época convulsa y cambiante. Participó en el Concilio Vaticano II (primero como perito-consultor y luego como padre conciliar y ponente), fue obispo auxiliar de Madrid, primer secretario de la Conferencia Episcopal Española y se calcula que si se hiciera una edición de sus obras superaría los catorce volúmenes.
Llegada a Cuenca de Guerra Campos en los años 70. - Foto: HM TELEVISIÓNEn casi una hora de duración, imágenes, documentos y testimonios ponen de manifiesto cómo este obispo, teólogo y filósofo español amó con corazón de padre y pastor, especialmente en la Diócesis de Cuenca donde desarrolló una amplia obra de apostolado, predicación y organización entre 1973 y 1996. Precisamente al frente de este proyecto están dos religiosas conquenses, siervas del Hogar de la Madre, Miriam Ferrer, de Priego, e Isabel Jordán, natural de Cuenca y vinculada a Gascueña.
Además del Obispado de Cuenca, han colaborado otras entidades como los archivos históricos de la provincia, el diocesano de Santiago de Compostela, el de la Universidad Pontificia de Salamanca, la Conferencia Episcopal, Acción Católica o la Sociedad Misionera de Cristo Rey. El cardenal Primado de España Marcelo González, entonces arzobispo de Toledo, destacó en la homilía de su funeral que fue maestro de ciencia y virtud, caritativo con todos, piadoso, valiente, con una vida entregada a la voluntad de Dios, un “grano de trigo sepultado ahora en esta catedral que dará muchos frutos, en todos los sentidos”. Ejemplo de vida austera dedicada a sus ovejas, fue una gracia para Cuenca tenerlo como pastor, sin quererlo dejó una huella que con el paso del tiempo es más fuerte, subraya José Luis Laguía, formador del Seminario Conciliar de Cuenca.