Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


El precio, el valor y el disparate

10/03/2023

Recuerdo el concierto de Lenny Kravitz en La Fuensanta. Junio de 2005, 18 euros. Vino Penélope Cruz con su hermano, se lo digo yo, que por aquél entonces prestaba mis servicios como vigilante de seguridad en camerinos. Ustedes también lo recuerdan, de hecho. Si no por el concierto, sí por la polémica de los días posteriores. Y es que 13 días después de que el césped del campo de fútbol municipal aguantara a 7.000 personas, un escenario y una 'big band', la Balompédica habría de jugar el partido más importante de su historia a las puertas del ascenso a Segunda División.

Recuerdo el concierto de Bob Dylan, mismo escenario. Más de dos horas de bolo. Ni siquiera saludó. Concierto canónico, lineal, temazo tras temazo hasta el bis final y para Minnesota de vuelta. 35 euros.

Recuerdo un concierto de Coti en pleno San Mateo. Fue gratis. Lo pasamos bien hasta que entraron en escena dos pelotas hinchables que el público palmeaba como si en ellas pusiera Nivea y la plaza de toros fuera Benidorm. Al argentino no le sentó bien, ordenó parar la música, y con su acento rosarino nos amenazó con bajarse de las tablas si no dejábamos el jueguecito. No lo dejamos.

Al de Sabina y Serrat en lo que antes se llamó Club Serranía también fuimos muchos, tantos que colapsamos la entrada y no terminamos de llenar el recinto hasta la mitad del concierto.

Escarbando más en la memoria recuerdo a Extremoduro, a los Platero, Celtas Cortos. Un festival de otoño con Barricada y Los Burning en el poli de Las Quinientas, a Rosendo en el Yufera. O aquél de Dover, (¿año 97?). De allí salió mi amigo el 'Puro' con una baqueta en la mano. Histórico.

Ampliando el foco a la provincia, recuerdo muchos más. A Miguel Bosé en Tarancón, a David Bisbal en Motilla del Palancar. Abro más el objetivo a territorio regional y puedo contarte muchos más. Jamiroquai en Toledo, Elton John en Guadalajara, Brian Adams en Alcázar de San Juan. Qué buen verano aquél de 2006. Los fastos preelectorales con la excusa del Centenario del Quijote fueron apoteósicos. La crisis ni se intuía, había dinero en la caja y las urnas asomaban a la vuelta de la esquina. Tremendo combo.

Recuerdo muchísimos conciertos en mi tierra y de muchos de mis paisanos, desde La Dama Oscura hasta el violín de Judith. El que seguro no recordaré jamás, por desgracia, es el de Lola Índigo del próximo verano. Algo se me ocurrirá que hacer con los 80 euros que voy a ahorrarme de la entrada. Con los 160 que se ahorrarán Penélope y su hermano nos da para una buena cena.