Entrevista de Alfonso Camín a Luis Astrana Marín

Óscar Martínez Pérez
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Entrevista de Alfonso Camín a Luis Astrana Marín

Hace cien años, en 1923, el poeta y escritor asturiano Alfonso Camín, emigrante por  varias naciones hispanoamericanas, publicaba en un libro, Hombres de España, de la editorial Renacimiento, una serie de entrevistas recopiladas de sus artículos aparecidos en diversos periódicos españoles dedicados a las principales figuras españolas del arte, la política y las letras hispánicas, de la que destacamos (como hizo Florencio Martínez Ruiz, sacándolo del olvido, en la prensa local en 1993) la realizada al ilustre y entonces joven polígrafo y cervantista Luis Astrana Marín, nacido en Villaescusa de Haro, cuyo prestigio ya comenzaba a forjarse. 

El gijonés Alfonso Camín entrevistó al «hombre de Cuenca, el celtíbero auténtico» en el Madrid que ambos compartían vitalmente en el primer cuarto de siglo pasado, en un diálogo mientras comían unas  perdices… El texto periodístico, que luego sería insertado en el libro de entrevistas, destapó varios datos vitales y literarios significativos sobre el erudito conquense. 

Libros y artículos. Camín nos describe al genial cervantista, ni bajo ni alto, ni grueso ni flaco; no es un hombre moderno, no es el maestro, ni bohemio, pero sí el camarada. Su obra literaria hasta el momento es sabia y copiosa, libros como Libro de los Plagios o Gente, Gentecilla y Gentuza e infinidad de artículos periodísticos de temática cervantina y literaria.

Camín destaca, sobre su ya intensa y extensa obra, los textos dedicados a Quevedo, sus traducciones de la obra shakesperiana que han permitido leer en español al genial inglés y llevar a los lectores del mundo hispánico Romeo y Julieta, Hamlet, Los Hidalgos de Verona, La tragedia de Macbeth, etc.

Formación conquense. Astrana Marín recuerda sus estudios en el Seminario de Cuenca de Teología y Griego, que simultaneaba con los estudios de Música, que al principio le cautivaban más que las letras. Pero en 1908 en un verano, en que ya Astrana no se congraciaba con la 'carrera de cura' y aprovechando el homenaje anual que en Cuenca se dedicaba a los hechos luctuosos de la carlistada de 1874, publicó una composición poética en el diario más liberal de Cuenca, El Progreso conquense, con la consabida polémica en una capital en la que se simpatizaba con el pretendiente Carlos de Borbón…

Polemista y cervantista. Astrana Marín recuerda que la polémica mantenida ya siendo teólogo, con el canónico magistral de la catedral de Cuenca, le abocó a dar el adiós definitivo al Seminario con  apenas 21 años y además caer hechizado ante  los ojos azules de su dulce Babette… Como cervantista, Astrana Marín se mostró muy crítico con su colegas coetáneos, a los que pedía que dejasen en paz a Cervantes, al que ya le habían sacado bastante dinero. La figura de Cervantes para don Luis es intocable, no se discute, fue el hijo predilecto del Renacimiento, mientras que Shakespeare es el cerebro más potente de la Humanidad, el verdadero príncipe de las letras…

En cuanto a Quevedo, lo considera el polígrafo más grande del mundo y el poeta por excelencia de España, siendo como místico, más profundo que Santa Teresa y San Juan de la Cruz, matizando que San Juan y Fray Luis de León son dos poetas enormes pero con almas hebraicas. Volviendo a Quevedo, recuerda que su alma es profundamente española y que de su obra hay la misma cantidad publicada que inédita.

Interpelado por Camín sobre por  qué escribió el Libro de Plagios, el celtibérico auténtico y sordo respondía: «Había llegado ya... a tal extremo el harto literario, que se pudo firmar por apuestas obras ajenas, sin que nadie cayera en los propios autores. Había que destruir esa piojez literaria. ¿Y cómo no sigues? Porque hay que respetar a los muertos. ¿Y el primer poeta español? Antonio Machado, sin que sea una cosa excepcional. Ya he dicho que España carece del gran poeta. Impera la poesía mediocre. ¿Y el primer literato?  Todos pueden tratarse de tú. Ninguno sobresale por sobre el otro. Parecen recortados a tijera como los huertos ciudadanos. ¿Y el peor?  No se sabe cuál es el peor. ¿Se lee el último? El precedente es mejor. No hay ninguno más malo que otro. Todos son malos. ¿Y el primer pintor? No entiendo de pintura. No me gusta hablar de lo que no entiendo. No son de esta opinión muchos críticos de pintura. ¿Y el primer crítico? Todos son mediocres. En este sentido, pon el que quieras. Con todo, así en literatos como en críticos, está surgiendo una juventud preparada, no negativa y lacrimosa, como la llamada del 98. Crítica en análisis…».