Las Valeras: Historia construida entre riscos, versos y madera

Álvaro Fernández
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Desde 1971, las localidades de Valeria y Valera de Abajo forman un único municipio que une dos historias entrelazadas

Valeria guarda las ruinas de una ciudad romana monumental digna de visitar - Foto: Tarraconensis

A los pies de la hoz del río Gritos, en plena Serranía Media conquense, Las Valeras forman un único municipio desde 1971 que une dos localidades con historias íntimamente entrelazadas. Valeria y Valera de Abajo. Situadas en un entorno de singular belleza natural, estas tierras han sido testigos de milenios de historia. Valeria, asentada sobre un imponente cerro calizo, guarda las ruinas de una ciudad romana monumental, mientras que Valera de Abajo, al borde del río, se ha consolidado como un núcleo industrial y artesanal de relevancia.

Valeria fue fundada en el siglo I a.C. como una ciudad romana de gran importancia, con un urbanismo avanzado que incluía foro, basílica, curia y exedra. Hoy, las ruinas arqueológicas que emergen entre los riscos y el paisaje de la hoz son testigos mudos de su pasado glorioso. Mientras tanto, Valera de Abajo evolucionó como un lugar dedicado a la carpintería y la industria maderera, con una tradición de más de 500 años que ha dado vida a sus habitantes, convirtiéndola en un referente nacional, uniendo la historia con la economía local y manteniendo viva una tradición que es su alma y corazón.

Esencia natural

La hoz del río Gritos es el hilo que entrelaza la naturaleza y la historia en Las Valeras. Esta garganta de paredes calizas y dolomías, enmarcada por álamos y chopos que estallan en colores otoñales, se convierte en un paraíso para senderistas, escaladores y amantes del paisaje. Además de su valor ambiental, la hoz es escenario de importantes vestigios arqueológicos que conectan directamente con la antigua ciudad romana de Valeria. A pocos kilómetros, la imponente Cueva de la Judía añade misterio y valor geológico a esta zona emblemática, invitando a descubrir leyendas y ecos del pasado en un entorno de belleza inigualable.

Ritmo ancestral

Al ritmo de tradiciones ancestrales que despiertan pasiones, cada enero, las Fiestas de Moros y Cristianos de Las Valeras en honor al Santo Niño, escenifican con gran intensidad la histórica batalla entre dos culturas que marcaron nuestra historia. Entre el sonido vibrante de arcabuces, el ondear de banderas y los versos recitados con emoción, las calles se convierten en un escenario vivo donde se honra el pasado con orgullo y fervor. Esta celebración no solo revive la historia, también une a la comunidad en un acto de memoria y alegría compartida. 

Ya en octubre, las fiestas patronales en honor a la Virgen del Rosario llenan el aire de fe y cultura, con procesiones solemnes y actos populares que reflejan el arraigo y la devoción de sus gentes. Estas fiestas son el latido que mantiene vivo el corazón de Las Valeras, uniendo pasado y presente en una misma voz.

Este lugar encierra mucho más que vestigios arqueológicos y tradiciones artesanales; es un testimonio vivo de la capacidad humana para adaptarse, preservar y reinventarse a lo largo de los siglos. Más allá de sus ruinas y bosques, late una comunidad orgullosa que respira su historia y proyecta sus raíces hacia el futuro con energía y compromiso. La convivencia entre pasado y presente se traduce en una experiencia auténtica que trasciende lo turístico. Recorrer los caminos de Las Valeras, escuchar sus historias y participar en sus fiestas es sumergirse en un relato de identidad y, sobre todo, de pertenencia.