Toda una vida

Ester González
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La primera telegrafista de Tarancón, María Heras Regidor, acaba de soplar 100 velas y lo hace sin dejar de recordar todos los buenos momentos vividos estos años

María Heras celebró con su familia haber superado los 100 años de vida y está muy agradecida por el cariño recibido. - Foto: E.G.G.

Una dicharachera... María Heras Regidor acaba de convertirse en una centenaria y desborda una ganas enormes por compartir sus historias, sus opiniones y, sobre todo, sus sonrisas. Luce coqueta sus joyas y le gusta recibir visitas con las que conversar. Religiosa y estudiosa, asegura que lleva «toda mi vida intentando aprovechar cada minuto al máximo».

María nació el 29 de octubre de 1923. Desde joven cuenta que «tuve muchas inquietudes, sabía que no podía conformarme y si quería prosperar en la vida tenía que esforzarme». Este espíritu decidido le llevó a enfrentarse a quien se pusiera por delante porque tenía claro que ella lo que quería era estudiar, pero no era tarea sencilla. «Eran otros tiempos, así que cuando le dije a mi padre que me quería ir del pueblo para estudiar se negó en rotundo», relata. Pero claro, María no era una conformista, por lo que se declaró en huelga de hambre para convencer a su familia: «Estaba dispuesta a lo que fuera para demostrar mi determinación». Finalmente, consiguió el permiso de sus padres para irse a estudiar. Con mucho ahínco y esfuerzo logró sacarse las oposiciones de Correos y Telégrafos. «Me levantaba yo sola muy temprano, no necesitaba a nadie que tirara de mí, y aprovechaba todos los ratos que tenia para estudiar», recuerda la veterana. 

En su juventud se declaró en huelga de hambre para que le permitieran irse a estudiar

Por supuesto, no dejó de echar una mano en casa, y es que «mi familia se dedicaba al campo y aunque éramos 12 hermanos y fui la única que estudié, seguí ayudando cada día». Ella y su familia eran naturales de Saelices, pero su primer destino laboral fue Barcelona. Allí trabajó un tiempo como telegrafista, sin embargo el amor la traería de vuelta a tierras manchegas y la afincaría definitivamente en Tarancón. 

Como si fuera ayer, todavía recuerda sus primeros días como trabajadora. Relata anécdotas con sus jefes, como cuando uno de ellos la defendió tras sufrir un robo. «Siempre he procurado hacer bien mi trabajo, para hacer las cosas mal no las hagas; jamás he tenido una queja de mis superiores y siempre he intentado ser buena compañera», explica. Fue la primera telegrafista en Tarancón. Le gustaba estar de cara al público y ayudar a los clientes en lo que pudiera. Ella misma cuenta que «me esforzaba mucho en todo lo que hacía, decían que valía por dos mujeres, me levantaba para coser y cocinar, me iba a trabajar, volvía, estaba con mi familia y aun me quedaba tiempo para trabajar en el jardín». 

María permaneció trabajando hasta que tuvo la edad para jubilarse: «Ya apenas había telégrafos, por aquel entonces empezábamos a fusionarnos con Correos, empezaron a modernizarlo todo y trajeron incluso ordenadores, pero no llegué a aprender». El punto fuerte de nuestra protagonista era el código Morse. «Me encantaba, pero era de las pocas, mis compañeras decían que era muy difícil y casi nadie quería ese puesto, así que solía ofrecerme voluntaria. Hizo que mi trabajo fuese muy valorado», relata. A pesar de que han pasado años, «aún recuerdo la mayoría del alfabeto y continuo practicando... ¡Me gusta aprovechar el tiempo!». Por eso, junto con una foto de sus compañeros en el telégrafo, guarda una hoja con todo el alfabeto en código Morse, y es que esta mujer que acaba de cumplir 100 años asegura que «si no lo practico, se me olvida». 

La protagonista sonríe al recordar sus vivencias y su actitud en la vida: «He sido yo misma, siempre me he esforzado en todo lo que he hecho y he hecho lo que he querido, he perseguido mis metas hasta alcanzarlas y he intentado transmitir esa ambición a mis hijas». Tras su jubilación se dedicó a lo que había hecho toda la vida, «seguí haciendo lo que quería», así que se dedicó a viajar. «Uno de mis destinos favoritos era Lourdes, soy muy religiosa», dice. Eso sí, ir a misa era una de sus rutinas. Continuó trabajando en su jardín, pues «para ser la envidia del vecindario hay que echarle horas y esfuerzo». Por supuesto, sigue cuidando de su familia: «Ahora soy abuela así que sigo cuidando de mis hijos y, además, de mis nietos, que me dan muchas alegrías».

«En mi ratos libres sigo practicando el código Morse porque no quiero que se me olvide»

El pasado 29 de octubre esta alegría de mujer llegó a los 100 años de edad. Cuenta emocionada que estuvo recibiendo visitas y felicitaciones durante todo el fin de semana. El momento más especial fue cuando el domingo se reunió con toda su familia para soplar las tres velas que representan que se ha convertido en una mujer centenaria. Un logro al alcance de muy pocos. Agradece a todos los amigos, vecinos e incluso hasta al alcalde, que fue a visitarla y a felicitarla. «Me hace feliz que la gente se interese y se acuerde de mí, eso significa que algo habré hecho bien durante estos años».  

Ahora mismo se recupera de una fractura de fémur que la mantiene sin poder andar, «por el momento», pero sigue tan positiva y dinámica como lo ha sido siempre. A pesar de este percance, María goza de buena salud «y buena memoria» y su hija asegura que ya conoce las historietas de su madre de memoria. Su deseo para este cumpleaños es «poder seguir disfrutando rodeada de los míos».