Pequeño, pero rebelde

SPC
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El conejo es la especie que más daños causa a la agricultura en España. El proyecto LIFE Iberconejo, creado para gestionar sus poblaciones, organiza unas jornadas para evitar esos siniestros

Pequeño, pero rebelde

Aunque los medios de comunicación han prestado más atención a otras reivindicaciones, la mejora en la gestión de la fauna silvestre y su relación con el sector productor es una de las demandas que han sacado a las carreteras a los agricultores y ganaderos de toda Europa. Los ataques protagonizados por lobos, osos y otras especies a las explotaciones ganaderas, el contagio de enfermedades a los rebaños en extensivo por parte de ungulados como el ciervo o el jabalí o el destrozo de cosechas enteras a cargo de las especies de caza mayor y conejos suponen un grave problema. Es cierto que no tan generalizado como otros porque solo se da allí donde estas especies son abundantes, pero se trata de un auténtico calvario para los agricultores y ganaderos que lo sufren.

Precisamente el más pequeño de esos animales, el conejo, es el que más daños causa en los campos de cultivo, al mismo tiempo que, seguramente, el pilar más importante del ecosistema mediterráneo. En la Península Ibérica el conejo es una especie con una enorme importancia, tanto económica como ecológica. Por una parte, en los lugares en los que medra es una grave problema para los cultivos. Por otra, su presencia es clave para que salgan adelante muchas especies; algunas tan emblemáticas como el lince ibérico o el águila imperial, pero sin olvidar que más de 30 depredadores dependen de este prolífico lagomorfo.

Manejar sus poblaciones es un auténtico reto. Hay que tener en cuenta que, de los 8,52 millones en indemnizaciones por daños causados por la fauna en 118.558 hectáreas reclamadas en 2022, 4,05 millones fueron para los causados por conejos, que afectaron a 55.772 hectáreas, es decir, casi la mitad.

Pequeño, pero rebeldePequeño, pero rebeldeSus zonas favoritas han cambiado y ha pasado de ser, hace unas décadas, una especie marcadamente montaraz a desenvolverse mejor en zonas agrícolas, donde tiene más probabilidad de causar problemas. A eso se une que se adapta de maravilla a excavar sus vivares en zonas a las que cazadores y depredadores tienen muy difícil, o directamente prohibido, el acceso: cunetas y taludes de vías de comunicación, áreas urbanas e industriales…

Para tratar de encauzar sus poblaciones en la Península nació el proyecto LIFE Iberconejo. Entidades españolas y portuguesas lanzaron esta iniciativa junto a la Unión Europea para implementar un sistema de gobernanza para la gestión del conejo en la Península Ibérica. En el proyecto participan como socios un total de 15 entidades en las que están representadas todos los agentes sociales implicados: administraciones públicas, cazadores, agricultores, conservacionistas y organismos científicos.

Iberconejo pretende, entre otras cosas, reducir los daños a la agricultura para asegurar una producción agraria competitiva, sostenible y de calidad. Y trata de hacerlo impulsando la comunicación entre las partes interesadas y a escala municipio, dado que las circunstancias no son iguales en todas partes.

Pequeño, pero rebeldePequeño, pero rebelde - Foto: RUEDA VILLAVERDEPara conseguir este objetivo, agricultores, cazadores, científicos, administraciones y conservacionistas, en el marco de este proyecto LIFE, se reúnen esta semana en Albacete para intercambiar experiencias sobre prevención de daños del conejo de monte a la agricultura y también a infraestructuras como carreteras o vías de tren. Las ' Jornadas de intercambio de experiencias sobre Prevención de daños de conejo a la agricultura' tienen como objetivo consensuar las medidas de prevención más eficaces y plantear soluciones de futuro entre todos los actores implicados en el problema.

Durante las jornadas se van a exponer experiencias sobre daños a la agricultura y a infraestructuras, medidas prácticas para prevenir esos daños y herramientas para la gestión del conflicto social. El objetivo es establecer las bases para futuros planes de prevención de daños que estén adaptados a la realidad y necesidades locales. En las jornadas se definirán recomendaciones generales y líneas de actuación concretas que permitan reducir el impacto de la especie para el sector agrícola.

«Una de las metas del LIFE Iberconejo es recuperar el equilibrio de las poblaciones de conejo, para revertir su declive y prevenir los conflictos con la agricultura», ha asegurado el director del proyecto, Ramón Pérez de Ayala. «Esta doble cara del conejo, como especie en peligro de extinción que causa daños agrícolas, complica enormemente su gestión. Por eso es tan relevante que todos los agentes implicados estemos unidos en el proyecto Iberconejo, buscando soluciones en común», ha añadido.

Las jornadas de Albacete son las segundas que organiza el LIFE Iberconejo sobre el impacto de la especie para la agricultura. En las primeras, celebradas en noviembre de 2022 en Alcázar de San Juan (Ciudad Real), se definió un sistema de seguimiento de daños, de las medidas de prevención y del conflicto social, así como un mecanismo de alerta temprana ante la aparición de daños, que están siendo desarrollados en el marco del proyecto.

 

Emergencia cinegética.

Así como por una parte el conejo es una especie calificada como «en peligro de extinción» por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, por la otra es plaga en los cultivos de muchas comarcas de España. De hecho, lo es hasta tal punto que diversas comunidades autónomas han declarado la emergencia cinegética en algunos de sus municipios para intentar luchar contra la sobrepoblación de estos lagomorfos que asola miles de hectáreas agrarias. El Diario Oficial de Castilla-La Mancha publicaba a primeros de febrero la resolución por la que se autorizaba «el control extraordinario de conejo de monte por daños de esta especie a cultivos agrícolas. Esta nueva declaración de 'Comarca de Emergencia Cinegética Temporal por daños causados por el conejo' incluye 308 municipios de la región: 55 en Albacete, 29 en Ciudad Real, 90 en Cuenca, 23 en Guadalajara y 111 en Toledo». Pero esto no es nuevo: comarcas de Andalucía, Aragón, Cataluña, La Rioja o Castilla y León tienen -o han tenido en los últimos tiempos- zonas de su territorio en la misma situación y en la propia Castilla-La Mancha ya es algo habitual. Se trata de una herramienta que, aunque no es ninguna receta mágica, ayuda a mantener a raya las poblaciones sin ponerlas en peligro.