«He tenido que aprender a leer y escribir de nuevo»

Manu Reina
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Todd Blomberg y Roberto Moya acuden a Adace CLM para trabajar con sus rehabilitaciones porque padecen «secuelas del coronavirus»

«He tenido que aprender a leer y escribir de nuevo» - Foto: Manu Reina

Han pasado tres años desde la irrupción del coronavirus en todo el planeta y aún son muchas las personas que siguen sufriendo esta enfermedad. Es cierto que en la actualidad la virulencia es muy inferior con respecto al principio, pero aún siguen notificándose positivos a causa de este virus. También hay pacientes que pese a que en su día consiguieron ganar la batalla todavía hoy padecen las secuelas del coronavirus. Por desgracia, es una lucha que aún no ha acabado. 

Todd Blomberg y Roberto Moya son dos conquenses que continúan haciendo frente a este virus pandémico. Los dos fueron ingresados en el Hospital Virgen de la Luz en el mes de marzo de 2020 y tuvieron que ser entubados debido al delicado estado de salud que presentaban. Todd permaneció un mes y Roberto una semana. Tras salir del centro hospitalario «empezamos a padecer secuelas», explican. Blomberg no podía ni leer ni escribir, al igual que Roberto, ya que ambos perdieron masa muscular y sus capacidades físicas se desvanecieron. El proceso iba a ser lento. «He tenido que aprender de nuevo», afirma Blomberg, que fue el primer paciente de la provincia en ingresar por coronavirus. Además, este hombre de 52 años señala que ahora mismo sufre «polineuropatía y deterioro cognitivo moderado con afectación a la atención». Estas secuelas se traducen además en ausencia de sensibilidad en las manos y los pies. Poco a poco, este hombre, que reside en Tarancón, lucha para mejorar su estado de salud y confía en volver algún día a retomar su empleo de exportador de vinos. 

Por su parte, Roberto, que tiene 42 años y vive en Cuenca, explica que tiene «muchos altibajos» diariamente. Tuvo que salir en silla de ruedas del hospital porque «no tenía fuerzas ni para coger el mando de la televisión o para abrir un cartón de leche». En todo este tiempo ha tenido recaídas en su estado de salud debido a que el coronavirus ha generado secuelas en su sistema nervioso. Ahora mismo su recuperación va «por buen camino» y él se muestra optimista por volver a esa normalidad personal que necesita. 

Al principio Roberto no tenía la percepción de que algo había cambiado en su cuerpo tras pasar por el hospital pero, al poco tiempo, percibió que sí porque «me dolían mucho los pies y se me dormían las manos», detalla. Tenía también falta de sensibilidad en las piernas. Hoy en día sufre episodios de «ausencia de fuerzas pese a que no realizo ningún ejercicio». 

Rehabilitación. Ambos acuden todos los martes al centro conquense de la Asociación Daño Cerebral Sobrevenido de Castilla-La Mancha (Adace CLM) para trabajar esas secuelas que esperan que algún día desaparezcan. Blomberg lleva casi tres años en esta asociación mientras que Roberto acudió a este centro hace apenas seis meses. Ambos agradecen «enormemente el trabajo que hacen y toda la ayuda que nos prestan». Adace CLM realiza un abordaje integral de estos casos, con una atención enfocada en cuatro aspectos fundamentales: recuperación física, cognitiva, psicológica y social, esta última con la implicación directa del entorno familiar de la persona afectada. 

La terapeuta ocupacional del centro conquense, Lucía Espinosa, explica que «primero se le hace un análisis al paciente y después se empieza a trabajar con él a partir de las necesidades que tenga». Además, Espinosa señala que desde Adace CLM «les tendemos las manos para ayudarles en todo lo posible a mejorar sus vidas». La lucha persiste ante el coronavirus y tanto Roberto como Todd esperan ganar de nuevo una batalla que sigue su curso en forma de secuelas. Ambos no pierden la esperanza y confían en ganar una segunda vez.

Secuelas. Según la Sociedad Española de Neurología, se han detectado múltiples complicaciones neurológicas asociadas al coronavirus, entre ellas trastornos del olfato y del gusto, encefalopatía, encefalitis, síndrome de Guillain-Barré, complicaciones cerebrovasculares o síntomas neurológicos. La alteración física más frecuente es la debilidad muscular, más acusada cuanto más larga fuera la estancia en UCI. También se detecta, por los mismos motivos, una pérdida de masa muscular, dificultades para caminar o baja tolerancia al ejercicio y, en algunos casos, debilidad en la musculatura orofaríngea, que puede provocar problemas de deglutorios y de disfagia. En cuanto a las alteraciones cognitivas sobresalen las dificultades atencionales, dificultades en la memoria o lentitud en el procesamiento de información. Por último, entre las alteraciones emocionales más frecuentes destacan la ansiedad, la depresión, la anhedonia (incapacidad para experimentar placer, pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades) o estrés postraumático.