Durante años, la fiesta de San Cristóbal en Tarancón, patrón de los conductores y del rugido de los motores que cruzan carreteras y senderos, estuvo a punto de apagarse como una vieja bombilla sin relevo. Parecía que los tiempos modernos se llevaban por delante tradiciones que, si bien humildes, guardaban la esencia de un pueblo que sabe celebrar lo cotidiano con alma. Pero lo que parecía olvido se convirtió en resurrección. La Hermandad de San Cristóbal, con una nueva junta directiva joven, tenaz y con mucha ambición, ha devuelto la vida a esta fiesta que, en su 75 aniversario, ha sido más que una celebración: ha sido una declaración de identidad. «Estamos muy contentos, ha sido un éxito», afirma con orgullo Javier García, presidente de la hermandad, como quien sabe que ha encendido una chispa que no se apagará fácilmente.
Y la chispa prendió desde el primer pregón, entre los muros del Mercado de las Artes Luisa Sigea, el pasado jueves, donde Julián Saiz Catalán, heredero de una saga de ruedas y esfuerzo, inauguró con emoción una fiesta que ya nadie quiere que desaparezca. La verbena, recuperada en la Plaza de Castilla-La Mancha, atrajo a centenares de vecinos en noche del viernes, como atrae la música que despierta recuerdos de juventud. «Esto ya se va a quedar consolidado, seguro», señalaba Javier con una sonrisa que confirmaba todo. Y mientras los fuegos artificiales adornaban el cielo, en el corazón de muchos se encendía otra clase de fuego, más callado pero igual de luminoso. El de la pertenencia.
Anteriormente, la imagen de San Cristóbal volvió a recorrer las calles, recibida en la Comandancia de la Guardia Civil y arropada por majos, corte de honor, autoridades y vecinos de un pueblo orgulloso.
La parroquia de Nuestra Señora de la Asunción acogió una solemne misa en honor al patrón - Foto: A.F.El momento estelar se reservó para la tarde del sábado, cuando un centenar de vehículos, entre camiones, coches, motos y grúas, participaron en la procesión motorizada hasta el Santuario de Riánsares, donde el San Cristóbal permanecerá hasta el año que viene, y también protegerá a la patrona durante el tiempo que permanezca allí. «Esperábamos menos vehículos, así que para nosotros fue una grata sorpresa, porque la gente ha respondido con creces a nuestra llamada», admitía García.
Alrededor de cien bicicletas procesionaron en la primera marcha infantil - Foto: A.F.Pero quizás uno de los actos, si no el más tierno y novedoso, fue la primera procesión infantil en bicicleta durante la mañana del domingo. Alrededor de cien niños, pedaleando con sus bocinas, llevaban en miniatura al mismo santo que décadas atrás protegió a sus abuelos en la carretera. Esa imagen, donada por la familia, uno de los fundadores de la hermandad, parecía mirar con dulzura ese relevo generacional. Porque esta fiesta, que estuvo a punto de extinguirse, ahora ruge como un motor recién afinado. Y Tarancón ha entendido que no solo se trata simplemente de honrar al patrón de los conductores, sino de recordar que toda tradición que se ama, si se cuida, vuelve a ponerse en marcha.