Editorial

Arranca la campaña electoral más igualada de la política de bloques

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Pedro Sánchez no iba mal encaminado cuando fijó los comicios en pleno estío, apenas dos meses después de la flagrante derrota de mayo. Con tiempo para que Yolanda Díaz se rearmara bajo el paraguas del resto de la izquierda, la campaña arranca más igualada de lo esperado a tenor de las últimas encuestas, descontada la del Centro de Investigaciones

Sociológicas (CIS). Génova auguraba una transición más cómoda entre las municipales y generales, pero su propio desconcierto con los pactos con Vox ha permitido al presidente del Gobierno buscar el rearme cara a cara. Y, de momento, a Ferraz le salen las cuentas. La travesía por los distintos platós de televisión apoyada por un resucitado Zapatero ha permitido tomar conciencia a su electorado, a la base del Partido Socialista, aquella que durante años ha estado renegando de la figura de Sánchez por sus continuas congruencias.

La economía y la presidencia de la Unión Europea permiten también dar aire al 'sanchismo' que, junto a las buenas expectativas de Sumar, encara los quince días con serias cartas de poder revalidar el Gobierno.

Esa era la única vía que entendía Moncloa para tener opciones y la sensación es que el PSOE quiere agrandar más la veta para estimular a sus votantes, con careos constantes en los medios de comunicación y un victimismo con la 'derecha mediática' impropio de un jefe de Estado. En ese enfrentamiento es donde el candidato socialista ha visto la senda por reavivar la participación de los suyos y prepararse el debate frente a Feijóo dentro de una estrategia por cambiar el relato.

En la precampaña, el presidente del PP ha optado por no entrar en el cuerpo a cuerpo y en gestionar las alianzas con los de Abascal, hecho que ha distorsionado su hoja de ruta en busca de una mayoría suficiente para no depender de nadie. Ni el programa presentado hace unos días, ni las recetas económicas, ni los compromisos lingüísticos, ni la contraposición de las propuestas de la izquierda, han agrandado la ventaja para ir al 23-J lo suficientemente tranquilo para formar gobierno en agosto. Feijóo juega a no cometer errores frente a dos contrincantes, Sánchez y Díaz, que emergen en intención de voto.

El PP no sabe hasta dónde llegar con las alianzas con Vox. Mermados por los debates de la violencia machista, los derechos del colectivo LGTBI o retrocesos en áreas esenciales, estos quince días pueden ser claves para desequilibrar los bloques en los que está inmersa la política española desde hace casi una década. España ganaría con un escenario de mayorías absolutas o de mayorías suficientes para bajar el diapasón de la dialéctica política y otorgar una estabilidad a un país que parece vivir en la gresca permanente.