Flor de Jara, la apuesta más auténtica de Santa Coloma

Leo Cortijo
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El ganadero Carlos Aragón Cancela decidió entregar parte de su vida a criar uno de los encastes vitales de la cabaña brava porque reconoce sus «peculiaridades» y ser «un enamorado de él»

Ubicada en el término municipal de Colmenar Viejo, en uno de los enclaves más espectaculares de toda la comunidad madrileña, entre Soto del Real y Manzanares el Real, y al pie del embalse de Santillana, se encuentra la ganadería de Flor de Jara. Los toros cárdenos y negros, de encaste Santa Coloma, campan a sus anchas por El Zahurdón, nombre que recibe la finca. Entre enormes y variopintos bloques de granito y frondosos robles, los toros de Flor de Jara suponen una de las reservas más importantes del toro santacolomeño de nuestro campo bravo. No obstante, ésta es una ganadería joven, con la que su actual dueño, Carlos Aragón Cancela, matador de toros, decidió emprender un nuevo camino en la Tauromaquia como ganadero en el año 2008.

«Tengo este encaste desde hace más de 20 años, lo que ocurre es que antes lo tenía para entretenimiento y para disfrute de la familia, nunca me había planteado ser ganadero comercial», reconoce el criador. Con todo, «soy un enamorado de este encaste, pues creo que tiene muchas más virtudes que defectos». Y así, Aragón Cancela explica que «la embestida de este encaste es mucho más lenta que la de otros; además, es un toro que permite pocos errores, las faenas deben ser muy medidas para que funcione: veinte o veinticinco buenos muletazos, no hacen falta mas, matar al toro y cortarle las orejas».

En La Pedriza, otra finca anexa a El Zahurdón y ubicada a escasos metros de ésta, se encuentra la vacada de la ganadería de Flor de Jara, compuesta ahora mismo por alrededor de un centenar de ejemplares. Varias novilladas en España y el mercado francés, fundamentalmente, es el destino de los hijos de las vacas de esta divisa de la sierra madrileña.

Peculiaridad. Una curiosidad de este ganadero es que acostumbra a tentar las vacas a campo abierto, previa faena de acoso y derribo; una práctica habitual en las ganaderías del sur, en las que se someten los machos para seleccionarlos como sementales o para conocer la fuerza y la calidad de la bravura que tienen una vez puestas de manifiesto en dos o tres entradas al caballo de picar. Peculiaridad importante la de tentar las vacas a campo abierto, que no tiene nada que ver con que no haya una buena plaza de tientas en la ganadería, y es que la de Flor de Jara es espectacular. Pensada y construida para los gélidos inviernos de la sierra madrileña, es novedosa y de un tamaño considerable.