Los constantes aumentos de amenazas y ataques de ciberseguridad, junto al avance de la inteligencia artificial y la falta de regulación internacional han disparado en todo el mundo la demanda de soluciones tecnológicas de la máxima eficiencia para proteger los sistemas y datos privados y estratégicos empresariales.
Ante esta realidad, la ciberseguridad se ha convertido en una de las industrias más dinámicas y rentables del mercado tecnológico, que prevé cerrar este año con una facturación superior a los 200.000 millones de dólares a nivel global con el reto de proteger los equipos informáticos y que, si sigue la tendencia actual, se elevará por encima de los 300.000 en 2029 ante los constantes ataques que se registran.
En España, las amenazas de los piratas informáticos ha experimentado un crecimiento significativo tanto en el sector público como en el privado, reflejando una creciente conciencia sobre la importancia de proteger los activos digitales frente a las incontables demandas. De hecho, el Gobierno lanzó en 2022 un plan con una inversión de 1.200 millones de euros hasta 2025 con ayuda de fondos comunitarios para este fin, lo que implica un gasto anual promedio de 300 millones que el sector confía que se prorrogue hasta 2030 y se le dote de un presupuesto suficiente para avanzar.
Ante esta realidad, los directores de seguridad demandan más recursos para las empresas, especialmente para las más pequeñas, que son las que más dificultades tienen para financiar estos planes. En este sentido, el coste medio por cada ciberataque ronda los 50.000 euros.
El esfuerzo presupuestario está impulsando el fortalecimiento del sector, que presenta una falta importante de talento y de personal especializado pese a que, actualmente, existen en el país más de 80 programas de máster y unos 240 centros educativos que se dedican a la formación en ciberseguridad.
El gran desafío que se plantean estas escuelas es garantizar un flujo constante de profesionales bien preparados para afrontar los nuevos desafíos digitales. Además, los costes laborales de estos trabajadores en España son entre un 20% y un 25% inferiores a la media europea, un atractivo clave para las empresas tecnológicas.
Según los expertos, el pasado año, más del 47% de las empresas españolas sufrieron un ciberataque, de más o menos importancia, siendo las pymes las que recibieron más agresiones y, de ellas, seis de cada 10 desaparecieron.
Las firmas de consultoría representan aproximadamente el 72% del volumen total de negocio, mientras que las compañías especializadas en ciberseguridad y otros operadores concentran el 28% restante del mercado.
En el plano internacional, la industria dedicada a servicios de ciberseguridad vive su edad de oro y representa una de las estrellas del mercado bursátil, protagonizando en los últimos años operaciones corporativas multimillonarias.,
Así, como ejemplo, los economistas citan la compra de Wiz por Google con un desembolso de 32.000 millones de dólares, la mayor adquisición de su historia en lo que es un movimiento estratégico para reforzar su oferta en la nube.
Se trata de un mercado con una proyección tremenda como demuestran otras operaciones como la ejecutada por la start up israelí Wiz, especializada en seguridad en entornos cloud, que había protagonizado antes una ronda de financiación de 1.000 millones; o la de la compañía Cisco, que el pasado curso se hizo con Slunk por 28.000 millones, una operación que le permite integrar capacidades de análisis de datos y ciberseguridad.
Inteligencia artificial
Una de las razones por las que está registrándose un incremento tan alto de esta industria está en la oportunidad que ofrece la inteligencia artificial a este sector que abre nuevas posibilidades de negocio para los proveedores.
Los analistas piensan que las empresas de ciberseguridad serán unas de las mayores beneficiadas en la era de la inteligencia artificial. En su opinión, el impacto que tendrá esta tecnología será importantísimo, por lo que pronostican un escenario de rápida expansión.
Se trata de una ola de innovación que ofrece un salto cualitativo en la automatización de procesos de detección, análisis y respuesta a un problema que puede acarrear costes muy altos y la quiebra de empresas. La combinación de la inteligencia artificial con tecnologías de automatización y orquestación permite ya adoptar decisiones más rápidas y eficientes, lo que reduce la intervención humana.