Puntadas de esplendor

Miguel A. Ramón
-

El modisto conquense, Eduardo Ortega, confecciona el vestido de la imagen de La Verónica de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno (de El Salvador), un trabajo del que asegura estar «muy contento y satisfecho con el resultado final».

Eduardo Ortega (d), junto a su equipo, Isabel García-C. Vallbona y Camilo Triana, en su atelier de la calle Cervantes. - Foto: Miguel A. Ramón

Nada más y nada menos que cuatro meses han necesitado el modisto conquense, Eduardo Ortega, y su equipo, compuesto por Isabel García-C. Vallbona y Camilo Triana, para terminar un encargo «muy especial» de la Real, Antiquísima, Ilustre y Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno (de El Salvador), como ha sido el nuevo vestido procesional de la imagen de La Verónica.

Un trabajo que para Ortega, como conquense y nazareno por tradición, «ha sido todo un privilegio, una gran responsabilidad y algo que me he tomado con muchísimo respeto».

Y es que, según dice a La Tribuna, «más allá de que sea un encargo profesional, uno lo vive desde un punto de vista muy personal, porque vivir la Semana Santa es una tradición familiar», que, por cierto, lleva a gala desde su tierna infancia, hasta el punto de pertenecer a seis hermandades, aunque, tal y como avanza, «este año sólo saldré en tres: el Lunes Santo, en la Vera Cruz; el Martes Santo, en el Bautismo; y el Viernes Santo, en la Soledad de San Agustín».  

El modisto conquense junto a su creación y dos detalles del vestido.El modisto conquense junto a su creación y dos detalles del vestido. - Foto: Taller de Eduardo Ortega

Este diseñador de moda, cuya marca se abre paso desde hace un par de años en el mundo de la alta costura bajo el nombre de 'Señorito Ortega', afronta con este trabajo su primer encargo de la Semana Santa de su ciudad natal, lo que, sin duda, le otorga mayor relevancia, si cabe, máxime si se tiene en cuenta que su única experiencia profesional hasta ahora con un proyecto nazareno se reducía al diseño y pintura de la Gloria de Palio de Nuestra Señora de la Esperanza y Refugio de los Ancianos del barrio malagueño de Miraflores, allá por el año 2017, cuando estaba estudiando Bellas Artes por tierras andaluzas.

Proyecto. Todo un reto profesional, por lo tanto, que le ha supuesto un intenso trabajo no sólo de diseño y ejecución, que, por supuesto, que sí, sino también de un profundo y exhaustivo estudio y documentación previos con el fin de llegar a un resultado final acorde con este encargo tan especial de vestir a una de las imágenes del segundo paso de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno (de El Salvador).

No en vano, lo primero, según precisa, fue analizar el conjunto escultórico del Jesús Caído y La Verónica, su trayectoria textil, para, a continuación, dar paso a una labor de documentación, tanto sobre la hermandad como de la imagen y su iconografía». «Algo complejo», confiesa, porque «de La Verónica no hay tanta iconografía y documentación como de la Virgen».

Uno de los momentos de la confección del nuevo vestido procesional de La Verónica.Uno de los momentos de la confección del nuevo vestido procesional de La Verónica. - Foto: Taller de Eduardo Ortega

Salvado ese escollo, Ortega y su equipo afrontaron el diseño del vestido procesional, con claras líneas del renacimiento español, en un guiño a la figura de Isabel de Valois, esposa del rey Felipe II, como precursora de la vestimentas de las imagenes de Semana Santa. «Me parecía bonito hacer un guiño a ese origen, máxime cuando el Jesús lleva una túnica bordada de estilo barroco y así jugar con el periodo más inmediatamente anterior, el renacimiento», afirma.

Vestido. El vestido se compone de un corpiño y una falda, a modo de basquiña tableada, que simula una doble falda, con una parte frontal, que va en un brocado de oro y seda de Lyon del siglo XIX, y una tableada en seda natural color plata vieja, rematada en su perímetro inferior con encaje de hojilla de plata.

El corpiño es de 13 cortes con piezas intercaladas de seda natural color plata vieja con tejido del brocado de seda e hilos de oro, y unas mangas abullonadas en seda y rematadas con unas puñetas con encaje de Bruselas del siglo XIX, que se repite en el cuello.

La enagua, por su parte, se ha elaborado en tul y sedas color crema, procedentes de la casa Gammarelli, de Roma, sastrería de alta costura que confecciona a los Papas desde Pio V, y el manto es de terciopleo de algodón que por dentro está forrado en seda.

Tejidos todos ellos nobles, que, según el modisto, «conllevan una complejidad técnica a la hora de manipularlos, sin olvidar que el vestido lleva mucha costura a mano». Por todo ello, no duda en aseverar que «está muy contento y satisfecho con el resultado final».