El Duque de Riánsares, esclavista en las Antillas

Óscar Martínez Pérez
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El Duque de Riánsares, esclavista en las Antillas

Hace 150 años fallecía en la localidad francesa de El Havre, el taranconero Fernando Muñoz, I Duque de Riánsares y esposo de la reina María Cristina. Agustín Fernando Muñoz y Sánchez fue sargento de la Guardia de Corps al servicio del séquito de la soberana e hijo de unos estanqueros taranconeros, que se convirtió, por arte y gracia del amor, en el esposo de la reina regente y viuda de Fernando VII. 

El taranconero enseguida fue ennoblecido, concediéndole títulos y parabienes para así ascender rápido en el 'escalafón' de aquella España decimonónica. Se le nombró primer duque de Riánsares, marqués de San Agustín, Grande de España y pasó de ser suboficial a convertirse en teniente general de los Reales Ejércitos, senador y miembro de la Real Maestranza de Caballería de Granada. Los padres de nuestro paisano, oriundos también de Tarancón, fueron ennoblecidos con el título de condes de Retamoso. 

Marcos Aniano González, sacerdote y paisano de Fernando Muñoz, había casado a la regia pareja, convirtiéndose de forma rápida en capellán de honor de la Capilla Real, cura de la parroquia ministerial del real palacio, confesor real de María Cristina, Administrador del Buen Suceso y deán de la Habana, en donde tuvo un controvertido papel al no querer evangelizar a los 'esclavos de bozal'...

Ocho hijos tuvo el matrimonio –María de los Desamparados, María del Milagro, Agustín María, Fernando María, Cristina María del Carmen, Juan Bautista, Juan Muñoz, Antonio de Padua y José María–, que desde un principio, y con la habilidad natural para los negocios de un hombre sencillo pero avispado, implementó una serie de inversiones y negocios, tanto en la España peninsular como en la España ultramarina. Muñoz, junto a su hermano, aprovechó sin duda la figura de su esposa y el 'bolsillo secreto' de la reina para desplegar sus negocios en los ferrocarriles, la canalización del río Ebro, el dragado del puerto de Valencia y un sinfín de inversiones inmobiliarias en la capital española y en otros territorios. 

esclavos para cuenca. Fernando Muñoz llevó su negocios más turbios hasta la española isla de Cuba. Su hombre en la Habana fue Antonio Parejo, administrador de rentas de Cuba de la Casa Real en Madrid, que en su nombre creó una sociedad denominada Agustín Sánchez y Cía, con un capital inicial de 2.500.000 reales. La gran antilla española necesitaba la mano de obra esclava y Parejo, actuando como socio y apoderado de la empresa en el negocio del azúcar y el tráfico de africanos, se encargó de todo, llevando a los bolsillos de los Muñoz-Borbón pingües beneficios. Se adquirieron importantes ingenios azucareros, como los de San Martín y Santa Susana, la 'economía circular' funcionó como un perfecto engranaje, ya que los negros que trabajaban hasta el fin de sus vidas eran fácilmente reemplazados por nuevos esclavos, evitando criar o contratar a nuevos trabajadores para las fincas azucareras. 

Agustín Sánchez y Cía funcionó desde el 14 de septiembre de 1844 hasta diciembre de 1848. La compañía se había constituido como 'tapadera' para ocultar su verdadera actividad que era la de trata de esclavos entre las costas de la Guinea Española y la Perla del Caribe. 

Los barcos utilizados para el transporte de los negros fueron El Guadalquivir, que desplazaba 900 toneladas, El Cetro, de 750 toneladas y El Tridente, de 587 toneladas. A partir de 1862, los negocios del Duque de Riánsares relacionados con la isla de Cuba disminuyen de forma casi total. Años antes, hacia 1850, el duque taranconero había 'finiquitado' totalmente sus actividades esclavistas. 

Se ha calculado que la compañía creada por los Muñoz-Borbón introdujo en la isla de Cuba entre 468.000 y 875.000 negros. Como hecho verdaderamente anecdótico en la trayectoria empresarial del duque taranconero –que por otro lado en muchas ocasiones ejerció de verdadero mecenas de artistas– hay que reseñar que tuvo un gesto de humanidad con dos 'negritos' a los que apadrinó junto a su esposa, dándoles educación y vida digna. 

Esto aconteció años antes de dedicarse de lleno al tráfico de negros. Fueron sus nombres Cristino Agustín José Antonio Gaspar Melchor y Baltasar Buga, proveniente de Buga localidad situada en Burundi; y Fernando María Agustín José Antonio Gaspar Melchor y Baltasar Dobo, que había nacido en Gambia. Fueron bautizados por el sacerdote taranconero Marcos Aniano y llevados a Madrid...