Más allá del deber

Álvaro Fernández
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Álvaro López y Miguel Roldán han hecho de su pasión una luz que ilumina el camino de aquellos que sueñan con proteger a la sociedad

Han pasado casi cuatro años desde que Miguel y Álvaro abriesen la que es la sede principal de su academia en Tarancón - Foto: A.F.

Hay oficios que no se escogen a la ligera. Ser policía no es solo llevar un uniforme, sino abrazar la responsabilidad de custodiar la vida ajena. Requiere vocación, resistencia y una preparación tan rigurosa como humana. Y es precisamente en ese punto, en la trinchera previa a servir, donde se juega gran parte del futuro de nuestra seguridad. ¿Quién forma a quienes deben cuidar de los demás? En Castilla-La Mancha, dos hombres han convertido esa pregunta en una causa de vida. Álvaro López y Miguel Roldán, policías locales y fundadores hace más de tres años de una academia que ha transformado la manera de preparar a los aspirantes a las fuerzas de seguridad.

Ambos nacieron en Pozorrubio de Santiago, un pequeño pueblo de la comarca, cuya sangre joven, en su mayoría, ha elegido el camino de la seguridad pública. Sin embargo, fue en Tarancón, su ciudad de referencia desde la infancia, donde Álvaro y Miguel decidieron plantar la semilla de algo más grande. «Un día nos reunimos y dijimos: ¿Y si creamos la academia que siempre hemos querido tener como alumnos?», recuerda Miguel. Y así, entre sueños y certezas, después de una pandemia y con mascarillas aún puestas, nació su primer aula. Allí solo acudieron quince personas, pero bastaron para encender una mecha que hoy ilumina las cinco provincias de Castilla-La Mancha. 

Álvaro es hoy oficial en Pozuelo de Alarcón, y Miguel ejerce como agente en la localidad toledana de Seseña. Ambos son amigos de siempre y estudiaron Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la misma facultad. La motivación les llegó de un amigo que se hizo policía municipal en Madrid. Lo que comenzó como una curiosidad se volvió compromiso. Tras años de formación, másteres y experiencia sobre el terreno, se lanzaron a preparar opositores por separado. Luego se unieron. «Nos gusta ser policías, pero nuestra vocación es enseñar y formar a los mejores», dice Álvaro, que además cuenta con formación en criminología y en seguridad pública y privada. Hoy coordinan un equipo de docentes y una red de sedes que llegan a más de 250 alumnos al año.

La clave de su éxito no está solo en los números, más de mil alumnos han pasado por su academia, y una tasa de aprobados en constante crecimiento, sino en el método y en la entrega. «Preparamos todas las pruebas: físicas, teóricas, psicotécnicas, personalidad y entrevista, nada se deja al azar», explica Miguel. Él se encarga de las partes física y emocional del proceso. 

Enseña a pensar como un futuro policía desde el primer día. «La personalidad hay que entrenarla, porque no se trata de responder como uno mismo, sino como lo haría un agente con empatía, jerarquía y responsabilidad». En las entrevistas, cada vez más duras, se recrean escenarios reales. «¿Qué harías tú si encuentras un vehículo mal estacionado con una persona discapacitada dentro?». Así se moldea no solo al opositor, sino al servidor público que llegará a ser.

La academia creció y se digitalizó. Su aula virtual permite estudiar desde cualquier lugar. Pero no hay engaño ni promesas vacías. «Puedes sacar plaza con el aula virtual, pero necesitas una disciplina férrea», advierte Álvaro. Miguel coincide. «El 70% del éxito es del alumno, nosotros seríamos el 30, ya que damos todas las herramientas, pero el trabajo es suyo». No creen en atajos, ni en fórmulas mágicas. Desconfían de quienes prometen aprobar estudiando exámenes antiguos. «Eso hace daño al opositor, y aquí se renuncian a fiestas, a vacaciones, se madruga para entrenar, se estudia muchas horas, no hay más», coinciden ambos.

Y mientras recorren toda la región en su coche, respondiendo mensajes de alumnos, incluso durante un viaje en familia, Álvaro y Miguel siguen repitiendo lo mismo. Esta no es solo una academia, es un compromiso. Con cada alumno, con cada futuro policía. «Muchos terminan siendo algo más que alumnos, porque su futuro también depende de nosotros». 

Mientras muchos optan por pasar página una vez superada su propia oposición, ellos decidieron abrir el libro y ofrecerlo. No venden humo, ofrecen trabajo, metodología y, sobre todo, por delante de todo, verdad. Y gracias a eso, cada vez más lugares de Castilla-La Mancha tienen en sus calles a buenos policías que empezaron soñando con un uniforme... y lo consiguieron, guiados por dos amigos que decidieron hacer las cosas bien.