Con los deberes hechos

Álvaro Fernández
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Montserrat Martínez pone punto final a una carrera dedicada en cuerpo y alma a los niños, quienes la despidieron devolviéndole una parte de todo el amor que ella les regaló en las aulas

Montse Martínez se jubila y lo hace con la sonrisa que le caracteriza. - Foto: A.F.

En la vida de cada niño, hay figuras que dejan huella, aquellas que, con su dedicación, entrega y cariño, logran formar no solo mentes, sino corazones. Los maestros son mucho más que simples educadores, son pilares en el crecimiento y desarrollo de los más pequeños, encargados de forjar sus primeros pasos en el mundo del conocimiento, pero también en el de los valores. Aquellos que tienen la responsabilidad de garantizar que la enseñanza siga siendo una herramienta de igualdad, respeto y empatía. Por ello, es vital recordar el papel esencial que las mujeres, en el marco de su día internacional, desempeñan en la educación, ya que, a día de hoy, son ellas las que  ocupan un mayor espacio docente, aportando una visión de igualdad y equidad vital para el futuro de sus alumnos.

Después de toda una vida dedicada a la docencia, Montserrat Martínez, se despide tras más de 25 años de carrera docente en el Colegio Gloria Fuertes de Tarancón. Su pasión por la enseñanza comenzó en su juventud, cuando daba clases particulares en los veranos, lo que la llevó a estudiar Magisterio en Cuenca. «Siempre supe que quería ser maestra, es una profesión vocacional», comenta. A lo largo de su carrera, pasó por escuelas como Almonacid del Marquesado, Villamayor y Horcajo de Santiago, hasta llegar al Gloria Fuertes, donde dejó una huella importante. Aunque enfrentó obstáculos, siempre mantuvo su vocación intacta. «Las oposiciones eran el coco de la profesión, pero fue una gran satisfacción conseguirlo», dice.

El día de su despedida, todos los alumnos le hicieron un pasillo por el colegio. El día de su despedida, todos los alumnos le hicieron un pasillo por el colegio. - Foto: M.M.

A lo largo de los años, Montse ha sido testigo de muchos cambios en la educación, especialmente con la llegada de la tecnología a las aulas. Aunque, reconoce, ha sido un avance, también siente que, en ocasiones, se ha abusado de ella. «Son una herramienta útil, pero no deben ser el único recurso», señala, a la vez que destaca la importancia de no perder el contacto humano, algo que para ella siempre ha sido esencial en su trabajo. 

«A mí me gustan los abrazos, el contacto directo con los niños, verlos a los ojos, esa cercanía es insustituible», explica. Y es que, para ella, la enseñanza no se trata solo de transmitir contenidos, sino de inculcar valores como el respeto, la empatía y el esfuerzo.

Montse está convencida de que ha dejado huella en todos sus alumnos. Lo demuestra el homenaje que le hicieron el día de su despedida, cuando todos, niños, compañeros y familias, se unieron para darle un cálido adiós. «Ver a todos los niños formando un pasillo para despedirme fue algo imborrable y, sinceramente, es el mejor homenaje que podría recibir», reconoce.

Aunque la jubilación ha llegado para Montse, aún le cuesta asimilarlo. «La vida pasa rápido, pero me voy en paz, sin embargo, es verdad que no quería irme, me encanta mi trabajo, pero la vida también tiene otras cosas que ofrecer, como mi familia». Es consciente de que éste es solo el comienzo de una nueva etapa, y aunque dejará de ser profesora, seguirá vinculada al mundo de la educación de alguna manera. «Lo que más voy a echar de menos son los niños, porque ellos me han dado tanto y verlos crecer es una satisfacción inmensa», señala.

Con el Día Internacional de la Mujer cerca, Montse también reflexiona sobre el papel de las mujeres en la educación. «En nuestro gremio, la mayoría somos mujeres, y la igualdad siempre ha sido un valor presente, y yo no he vivido discriminación alguna, y aunque en algunos casos pueda existir, creo que estamos en un momento en el que la igualdad de género es una realidad en las aulas». Para ella, lo más importante es que todos, independientemente de su sexo, raza o condición, reciban la misma oportunidad de aprender y crecer.

Montserrat Martínez deja un enorme legado en el colegio Gloria Fuertes y en la comunidad educativa. A través de dedicación y cariño, ha logrado que muchos niños hoy sean adultos agradecidos. Y aunque se despide de las aulas, su recuerdo seguirá en quienes aprendieron de ella. Como ella dice: «Me gustaría que me recordaran con una sonrisa, y con eso me conformo». Algo de lo que los que la conocieron seguro están de acuerdo.