Editorial

La inestabilidad económica requiere afrontar complejos riesgos

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La delicada situación económica global deja un escenario a corto plazo incierto, que es uno de los aspectos que más llegan a preocupar al tejido productivo en un tiempo de desaceleración económica, como el actual.

Este jueves se conocieron dos noticias económicas que reflejan la situación de inestabilidad y de desconfianza. Por un lado, el Banco Central Europeo parece dudar del control de la inflación en los países que forman parte de la eurozona, y anunció una subida de medio punto de los tipos de interés, equiparando el precio del dinero al nivel más alto desde noviembre de 2008, momento en el que se percibían los primeros síntomas de colapso de la gran recesión.

Esta decisión del organismo que preside Christine Lagarde está justificada, en cierto modo y paradójicamente, por la fortaleza que está demostrando la economía de la zona euro, sin ningún estado en recesión, y con una tasa de paro en alrededor del 6%, a pesar de que nuestro país duplica este dato. Precisamente el desempleo es el segundo de los detalles económicos que se conocieron ayer, y que tampoco invita al optimismo, más allá de no hay un mes de enero, desde 1999, en el que España no haya perdido ocupados. Este primer mes de 2023, esta cifra llegó a los 215.047 trabajadores que perdieron su empleo, la mayor de los últimos dos años. A pesar de todo, con el contexto económico global, que obviamente influye en el mercado laboral, se podría augurar un mayor destrozo después de un año con una subida exponencial de los precios. Aun así, el paro desestacionalizado, aquel que elimina factores vinculados al calendario, muestra una evolución del empleo no tan negativa, progresando con mayor fuerza que antes del comienzo de la pandemia.

Desde luego, y volviendo a comparar la situación de España respecto a la media de los países de la eurozona, lo que nuestro país está demostrando es un desequilibrio importante en el mercado laboral, ya que España ronda una tasa del 12%, lo que viene a señalar ciertas carencias y una situación endeble a merced de los vaivenes que se puedan producir. Si la incertidumbre latente se manifiesta en un parón brusco de la economía, por la influencia que fuera, en esta situación de debilidad, puede hacer mucha mella, y agravar la situación de desigualdad, ampliando la población en riesgo de exclusión.

Las turbulencias económicas pueden producir un tsunami social de magnitudes inciertas, y precisamente por este motivo se debería relajar el clima de tensión política, que no ayuda a tomar las decisiones más adecuadas para reforzar los pilares económicos. No caben ante esta situación ni triunfalismos por un dato parcial positivo, ni derrotismos por otro de calado contrario. Quienes pueden ganar o perder ante esta situación es la sociedad en general, y tanto titubeo no ayuda.