Cuenca nos Une dividirá su voto en el Pleno por el tren

Leo Cortijo
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Al menos dos de los seis concejales de la formación se posicionarán a favor de mantener el ferrocarril, no con un trasfondo «político o personal» sino porque «hay formas diferentes de ejercer el liderazgo ciudadano».

Ana Isabel Payán y Dámaso Matarranz, en una imagen de archivo durante un Pleno municipal. - Foto: Reyes Martínez

«No es el fin de Cuenca nos Une, es un cambio de paradigma». Con esta frase concluye la entrevista a Dámaso Matarranz, portavoz de la agrupación de electores que en 2019 supuso una bocanada de aire fresco en el Ayuntamiento. Ese fue el pilar en el que sustentaron la confianza que le otorgaron más de 6.000 conquenses y les convirtió en la segunda fuerza más votada. Una voz «alternativa» llamada a cambiar el sino de la ciudad. Durante los dos primeros años de legislatura como integrantes del equipo de Gobierno, y desde hace seis meses en la oposición. Ahora la embarcación da un nuevo giro de timón. Y lo hace a raíz del asunto que más controversia ha generado durante los últimos días: el tren.

En Cuenca nos Une «siempre hemos intentando conciliar las formas de leer la realidad de la ciudad y la forma más adecuada de posicionarse», pero en esta ocasión, «aunque al principio trabajamos para encontrar ese posicionamiento, no va a ser posible». En la agrupación se revela por tanto «la necesidad de dar un golpe encima de la mesa y explicar a la ciudadanía que quizás Cuenca nos Une tiene que evolucionar». Ante la imposibilidad de llegar a un punto de acuerdo en un asunto de tanta trascendencia, «tenemos que enfrentar esta realidad y analizar cómo cada uno, libremente y sin romper nada, pelea por defender los intereses de aquellos a los que representa». Así avanza Matarranz que el voto de la formación no será unánime a la hora de mostrar su criterio en torno al ferrocarril en el Pleno municipal del próximo martes.

De esta forma, al menos dos de los seis concejales del grupo se expresarán a favor del mantenimiento de la infraestructura, alejados de la postura mayoritaria en el seno de la formación, que es la de apoyar el proyecto XCuenca. Matarranz advierte que ese posicionamiento no surge como «hecho finalista» ni con un trasfondo político o personal, sino porque «estamos en sitios diferentes, con herramientas de trabajo diferentes y con formas de ejercer el liderazgo ciudadano diferentes». De hecho, como la agrupación no ha llegado a una postura común, en la sesión plenaria «no podrá ejercer su presencia» y manifestar de forma directa su posición, sino que «se tiene que limitar a valorar la de los demás».

Dos posturas. Cuenca nos Une bifurca su parecer en dos vías. En palabras del portavoz, hay una que entiende que la propuesta del Ministerio supone una «oportunidad» para utilizarla  como «moneda de cambio» en favor de la autovía Cuenca-Albacete. Una parte del grupo piensa que esta carretera no termina nunca de completarse y que se puede utilizar el apoyo a la propuesta del Ejecutivo para «presionar» para que la vía se haga realidad. Hay otra parte, por el contrario, que no lo ve así y entiende que «no se trata de elegir entre una cosa y la otra», que el tren es «patrimonio de la provincia y que quitárnoslo como primera opción es inaceptable». Matarranz argumenta que «casi todas las medidas» que propone el Ministerio son posibles «en convivencia» con la línea de ferrocarril. Esta parte huye del debate maniqueo de tren sí o tren no, exponiendo que «si estamos en situación de dificultad por la despoblación, necesitamos una discriminación positiva», y es que en un territorio que «históricamente ha sido desfavorecido, no estamos para cambiar una cosa por otra ni para mover diez millones de euros que ya están en una partida presupuestaria y pasarlos a otra». «Esta provincia y esta ciudad necesitan las dos cosas», remata.

Pero hay más. Matarranz cae en la cuenta de que las instituciones no solo quieren llevar a cabo este proyecto, sino que además «quieren que sea legitimado por la representación de los votos». Es ahí cuando la decisión de CnU resulta «determinante» y cuando «el sistema te hace saber que de ti depende que sea una cosa u otra». Eso no gusta a una parte de la formación, pues cuando «hay unos gobiernos que gobiernan, si ellos quieren tomar esa decisión, tendrían que responsabilizarse de ella». Y es más, el encargado de portar la voz de la formación en el Pleno –que aboga por no tomar una decisión «antes de que todos estemos de acuerdo y haya un plan verdadero»–, subraya que parte del grupo piensa que «todo nuestro viaje como representantes públicos puede cobrar sentido si nuestra población reconoce que puede defender lo que quiere y no tener porqué aceptar intereses que van más allá de nuestra realidad».

«Nuevo paradigma». Esta nueva forma de operar en parte de la formación también se apoya en otra creencia, y es que el Ayuntamiento, «desde hace mucho tiempo, se ha revelado incapaz de poder llevar adelante sus propios asuntos y siempre está sometido a lo que le puedan hacer otros». Y eso, añade, «no puede ser». Esta otra vertiente de CnU defiende que la razón de su existencia era ayudar a que los conquenses, a través de sus representantes, «se hicieran cargo de su designio, pero el sistema no lo hace posible». «De lo que no se le puede privar a los ciudadanos es de conocer que hay varias formas de leer las cosas y que nadie les haga creer que están equivocados cuando defienden lo que es suyo», remata en este capítulo.

Asimismo, cree que parte de lo que motivó la génesis de CnU –transparencia y consenso–, «no se identifica» en la propuesta de XCuenca, que además «está enfrentando territorios». Matarranz, que avisa del «problema de crédito en el sistema» al tratarse de una legislatura «de promesas incumplidas»,  hace hincapié en que detrás de esta decisión de no respetar la disciplina de voto del partido «no hay ningún fin político, ni a favor ni en contra de nadie, sino un voto de conciencia desde la responsabilidad del compromiso con nuestra ciudad». «Nuestro proyecto era representar a la gente pero con la gente», sentencia de forma lapidaria.

¿Y de ahora en adelante qué? Esta división en Cuenca nos Une no tiene que presentarse como un «problema», sino como una «revelación», entiende Dámaso Matarranz. Dos formas de operar «que no tienen porqué estar directamente reñidas, sino que son complementarias». Ahora bien, a esta nueva forma de maniobrar, «centrada en reconocer la voz de la gente para darle presencia en las instituciones», hay que darle «consistencia» desde este momento. La «determinación» es trabajar para que este movimiento «crezca». ¿Será posible encontrar la manera de que ambas partes sumen en común? «Ese es el trabajo», advierte Matarranz al tiempo que sentencia: «Que nadie dude de que una parte de CnU ahora, y seguro que mañana donde tenga que ser, cree en una alternativa ciudadana con presencia en las instituciones como única garantía de que algo puede cambiar».