«Estamos empezando a ver el fútbol femenino de otra manera»

Leo Cortijo
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La entrenadora del equipo femenino del Conquense asegura que «ahora a las niñas se les anima y se les dice que pueden llegar, antes no; a mí nadie me podía decir eso porque ¿a dónde iba a llegar? No había nada».

«Estamos empezando a ver el fútbol femenino de otra manera»

Irene empezó a jugar al fútbol de niña. Con apenas siete años, hace dos décadas, el panorama era muy diferente al de ahora. En sus inicios no había equipo femenino como tal y jugaba con chicos, con todo lo que eso suponía. Además, no tenía referentes femeninos, y su faro a seguir era Xabi Alonso. Creció y por el camino experimentó una lenta evolución que le hizo dar pasos importantes, pero subraya que no ha sido hasta hace «solo unos años» cuando el fútbol femenino «ha empezado» a ganar el terreno que merece. Ella, que sabe lo que es competir al máximo nivel hasta una inoportuna lesión del cruzado, observa con «alegría» lo que entre todos «estamos consiguiendo».

Hace 20 años más o menos esto no estaba como está ahora...

Nada, nada que ver... Pero es que te diría que ni hace cinco tampoco. Esto ha cambiado una barbaridad. Cuando yo era pequeña no había posibilidad de jugar; bueno, la había con chicos, pero no te daban tantas facilidades para que una chica pudiera estar en un equipo de fútbol. El punto de inflexión, a mi juicio, sucedió hace unos años, cuando se creó el Real Madrid femenino. Se desglosaron las categorías, porque hace cinco años no existía ni Preferente, ni Primera RFEF, ni Segunda RFEF, ni Reto Iberdrola... No había nada. 

¿Qué tuviste que vivir o sentir en aquellos inicios en el fútbol?

Empecé entrenando en la escuela municipal de Cuenca y lo hacía con chicos. Era un poco duro porque al final era la única chica en aquel momento. El tópico de que a la chica no le pasan el balón y la tienen un poco más apartada era una realidad... Eso pasaba hace años, es así. No te daban bola, y no era por no jugar bien, sino por ser chica.

Esos eran tus propios compañeros de equipo, ¿pero también tus entrenadores y técnicos?

Sí, sí. Al final, ellos no concebían que una chica jugara al fútbol. Yo era zurda, tenía una calidad técnica, pero no me dejaban jugar. Entrenaba, pero a la hora de competir no querían que yo estuviera en el equipo.

¿Notabas que, precisamente por ser chica, te miraban de otra manera?

Sí. Lo notaba. Te estoy hablando en mi primer contacto con el fútbol, en la primera etapa, con siete años aproximadamente.

¿En la grada tuviste que escuchar algún comentario fuera de lugar?

No, porque nunca llegué a realizar ninguna competición con chicos, no me dejaban... solo era a nivel de entrenamientos. Un poco más tarde, con 13 o 14 años, ahí sí empecé en un equipo de fútbol femenino como tal. Ahí empezamos a competir con otros equipos de chicas, ya era una liga femenina como tal. 

Afortunadamente, esto ha cambiado mucho, y se ha avanzado a pasos agigantados en los últimos años, pero aún seguimos viviendo escenas que no querríamos vivir...

Sí, todavía hay mucho cliché... Que si el fútbol femenino es una mierda, que si las chicas no saben jugar, que si no mola ver a las chicas... Pero yo pienso que no es así, pienso que hay que diferenciar; al final las capacidades físicas que tienen los hombres no son las mismas que tienen las mujeres. En un partido de fútbol masculino hay disputas más fuertes, arranques y sprints más veloces, pero porque esas son las cualidades de los hombres. Es así. Nosotras tenemos otro tipo de fútbol, quizás más combinativo, más de elaborar, no vas a ver tanto cambio de ritmo ni tanta disputa agresiva. Es diferente, es saber entender que es otro deporte, entre comillas. Que se entienda. 

¿No crees que a veces el error es que se quiere ver en las chicas el mismo fútbol que en los chicos porque se compara todo exactamente igual?

Efectivamente, pero creo que es un poco por el desconocimiento. Ahora estamos en años de evolución y estamos empezando a ver el fútbol femenino de otra manera, pero todavía queda mucho camino. Ahora hay gente que ha cambiado el chip y sabe que cuando va a ver un partido de fútbol femenino es otro tipo de fútbol, aunque es verdad que todavía hay mucha gente que lo sigue comparando y menospreciando. 

Se ha ganado mucho en el terreno económico y en derechos...

Creo que eso ha sido un paso muy importante, que se regulen los contratos, que se regule un sueldo base mínimo y que cada vez se luche un poco más hacia la igualdad. A eso se suma todo lo que ha pasado con la Selección de Fútbol femenina, que ha marcado un punto de inflexión. La gente es más consciente de todo. 

Hay una frase que se repite hasta la saciedad: «No cobran tanto porque no lo generan». ¿Tú qué piensas?

Antes, hace un par de años, no se generaba, es verdad, pero también era porque nadie había explotado esto. Ahora sí se está explotando y, por ejemplo, vemos anuncios con jugadoras de la Selección y ves que colaboran con las marcas. Todo el mundo lo ve en los medios y las niñas en lugar de pedir camisetas de los chicos, las piden de las chicas. Ahora estamos empezando pero porque todo el mundo lo está potenciando: las marcas, los medios... Es como todo, si le damos bola, irá a más; si lo apartamos y nadie lo impulsa, ¿quién va a apostar por ello? 

¿Habéis notado un aumento de las inscripciones de niñas en el club?

A raíz del Mundial ha habido un boom y va a haberlo cada vez más. Sobre todo se nota en las más pequeñas, entre siete y diez años; ha habido una explosión exagerada. Además, ellas ya lo están viviendo y disfrutando con referentes femeninos, con que el fútbol femenino sale en la tele y todo el mundo lo apoya... yo eso por ejemplo no lo tuve. Ahora a las chicas se les puede animar y decir que se puede llegar, antes no, a mí nadie me podía decir eso porque ¿a dónde iba a llegar? No había nada...  

¿Cómo crees que ve la sociedad el fútbol femenino hoy por hoy?

Se está empezando a respetar ahora. Se está empezando, insisto, pero queda mucho camino. Al que le mola el fútbol, pero no está metido en un club de forma directa, ve el fútbol masculino; el femenino es como... ¡ah, las chicas!, pero no llega a interiorizar todavía que es lo mismo. Queda camino, aunque cada vez hay más gente que lo apoya y que lo exterioriza. Por ejemplo: la final del Mundial se puso en pantalla gigante en el parque y fue mucha gente. 

¿Qué camino crees que seguirá el fútbol femenino en Cuenca?

Tenemos mucha ilusión en seguir apostando por ello. Llegué aquí hace cuatro años, cogí el equipo de las peques y había ocho o nueve apuntadas, y a día de hoy hay cerca de 30. Además, había un solo primer equipo femenino y tuvimos que crear un filial el año pasado... Estamos intentando que esto vaya hacia una estructura cada vez más profesional y que todas vayan progresando acorde a la edad que tienen, no dando saltos bruscos.

¿Cómo pesan en vuestro ánimo los comentarios machistas?

Personalmente, no me lo tomo a pecho, porque estás curada de espanto en ese aspecto. He vivido tantos comentarios de ese tipo en mi vida que ya no duelen. Lo único que piensas del que los dice es que no tiene ni idea, que no quiere conocer este mundo y no quiere abrir la mente. Entonces, para qué vas a estar dándole importancia a una persona que a lo mejor no tiene ni puta idea de lo que está hablando... hablando claro. 

El beso de Rubiales a Jenni Hermoso, ¿qué juicio tienes sobre ello?

Hombre, totalmente de acuerdo con que se haya ido. Me parece que una persona así no puede representar a nadie. Si hubiera sido Iniesta el que sube a recoger su medalla no le da un beso, por mucho que dijera que es un gesto de euforia o que había mucha confianza. No, o sea, no. Hay que saber medir. A mí eso me parece maltrato y estás haciendo de tu cargo un abuso de poder que no se puede tolerar y había que zanjarlo. 

Pues algunas voces dijeron que se estaba exagerando un poco...

Bueno, pues a lo mejor esa gente se lo tenía que hacer mirar...

Imagínate dentro de 30 o 40 años, ¿cómo te gustaría que fuera el fútbol femenino?

Mi sueño sería que todo estuviera estructurado tal y como lo está en el masculino, que hubiese categorías en todas las ligas, que todas las niñas pudieran soñar con ser futbolistas y que fuera un sueño real –lo está empezando a ser–, que haya ojeadores del fútbol femenino en la cantera... 

... y aunque suene mal, que se paguen hasta 150 millones por el fichaje de una mujer futbolista.

Exactamente... con eso me moriría tranquila [risas].