El callejero imaginero de Cuenca

Juan Albendea
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Un repaso por las calles y espacios que la ciudad de Cuenca ha dedicado a los escultores de las imágenes de la Semana de Pasión.

El callejero imaginero de Cuenca - Foto: Reyes Martinez

Un dato fácil de conocer y que no sorprenderá al lector, ya que solo hay que prestar atención y contar, es que la Semana Santa conquense está formada por 43 pasos divididos entre 32 hermandades y una Archicofradía. Un dato menos conocido es que, de esas 43 imágenes que despiertan devoción y pasión para los nazarenos de la ciudad –y para más de uno de fuera de ella–, tan solo hay cuatro de las que desconocemos el nombre de sus escultores. 

Por antigüedad (las únicas dos anteriores al siglo XX), consideramos anónimas las personas que esculpieron el Santísimo Cristo de la Vera Cruz y el Cristo de Marfil; y, por pertenecer al taller de José Rabasa (marchante que obligaba a los escultores a no firmar sus obras), no podemos atribuir a nadie concreto ni a María Magdalena ni a la Virgen del Amparo. Aunque, curiosamente, ambas comparten hermandad con sendas imágenes firmadas por Leonardo Martínez Bueno.

Tan solo doce personas se reparten las 39 imágenes de las que sí se conoce el autor. Ocho de ellas realizaron solamente una escultura: Eduardo Ladrón de Guevara (Ntra. Sra. de la Esperanza del Domingo de Ramos), Antonio Joaquín Dubé de Luque (Bautismo de Ntro. Sr. Jesucristo), Octavio Vicent Cortina (Santa Cena), José Capuz (Ntro. Padre Jesús Nazareno, del Puente), José Hernández Navarro (El Auxilio), José Gallego Fernández (Cruz Desnuda), María Alonso López (Ntra. Sra. de la Soledad y la Cruz) y Francisco Javier López del Espino (Ntra. Sra. de los Dolores y las Santas Marías). Los otros cuatro imagineros realizaron las 31 imágenes restantes y, si bien es cierto que Luis Marco Pérez es el autor de nada más y nada menos que 19 esculturas, Leonardo Martínez Bueno, Federico Coullaut-Valera y el conquense Vicente Marín añadieron cinco, cuatro y tres esculturas a la Semana Santa local, respectivamente.

Curiosamente, son estos cuatro últimos escultores, los que han aportado varias imágenes a nuestra Pasión, a los que la ciudad ha decidido reconocer dedicándoles una calle (o espacio) con su nombre. Puede que haber aportado más imágenes a nuestra semana grande sea el motivo por el que tienen una calle en la ciudad, puede que sea por ser naturales de Cuenca o provincia, aunque esa teoría se desmonta teniendo en cuenta que Federico Coullaut-Valera nació en Madrid. O simple y llanamente es para agradecer su trabajo como artistas y personajes ilustres.

Sea cual sea el motivo, estos cuatro imagineros tienen sendos espacios en Cuenca pero, ¿dónde exactamente? La calle del Escultor Marco Pérez y la del Escultor Martínez Bueno son paralelas, una junto a la otra pero en direcciones opuestas. La primera desde Antonio Maura hasta la avenida de Castilla-La Mancha, junto al parque y el Colegio de Santa Ana; y la segunda en dirección opuesta, unos metros más cercana al centro de la ciudad. Estos no son los únicos nombres de artistas en el callejero de esta zona, pues al otro lado del citado parque se encuentran las calles del Escultor Jamete, el Escritor Florencio Martínez Ruiz y del Pintor Adrián Moya.

Como añadido, en 1996 se inauguró una estatua con el rostro de Luis Marco Pérez en la Plaza de San Andrés, entre el edificio de la Junta de Cofradías y la iglesia en la que comienza y finaliza la Semana Santa. En ella, el escultor Ángel Heredero Bravo rinde homenaje al imaginero «que supo poner en la ciudad de Cuenca y en su Semana Santa tanta belleza».

Bastante alejado de Marco Pérez y de Martínez Bueno, en el barrio de San Antón, se encuentra la calle de Coullaut-Valera. Difícil de encontrar por la laberíntica orografía de este barrio (e incluso en mapas digitales y oficiales), la callejuela dedicada a este imaginero está rodeada por la amplísima Calle Belén, que se ramifica varias veces en la parte alta de San Antón. Puede que el observador más avezado la haya encontrado durante el Vía Crucis que realiza la Hermandad de Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna. Quien lo haya hecho sabrá que esta calle (y sus aledañas) ofrece una bonita vista de Cuenca.

Y, prácticamente en el punto opuesto de la ciudad está el único espacio que no es una calle con el nombre de un imaginero.  Se trata del jardín de Vicente Marín, situado en la intersección entre la calle de la Guardia Civil y la avenida de las Fuerzas Armadas en la Ronda Oeste, junto a la rotonda en homenaje a las víctimas del terrorismo. Cuenta, además, con varias esculturas del artista conquense.

Eso sí, no son los únicos lugares que aportan al callejero nombres relacionados con la Semana Santa. Amén de placas conmemorativas o mosaicos a los que ya se hizo referencia el pasado año en este especial de Semana Santa. La escalera que baja desde la puerta de la iglesia de San Pedro hacia la Ronda de Julián Romero y que, técnicamente, forma parte de la Ronda, desde hace algunos años se denomina como Callejón de la Hermandad del Bautismo, contando con una placa identificativa en su honor.

El resto de imagineros que han añadido su obra a la Semana Santa conquense no tienen ni calles ni otro tipo de reconocimientos en la ciudad, al menos por el momento. Quién sabe si en un futuro la ciudad no contará con la plaza de José Capuz o la travesía de María Alonso, por poner dos ejemplos.

Aunque no sería justo decir que no tienen ninguna calle con su nombre. Por ejemplo, tanto Octavio Vicent como José Capuz tienen sendas calles en Valencia, además que este último también decora varios puntos de la ciudad con sus esculturas. Y, aunque todavía es tan solo una propuesta, cinco cofradías sevillanas propusieron en el año 2022 dedicar una calle a Antonio Joaquín Dubé de Luque, imaginero de la ciudad fallecido en 2019.