Sánchez y Feijóo, carrera contrarreloj para ganar

Pilar Cernuda
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Desde Génova y Moncloa se han diseñado las campañas de las que saldrá el próximo jefe del Ejecutivo y han tomado decisiones que se abren a nuevos modelos de hacer política electoral

Sánchez y Feijóo, carrera contrarreloj para ganar - Foto: Jorge Gil

Pedro Sánchez cuenta con una vicesecretaria general en el PSOE, María Jesús Montero, y un secretario de organización, Santos Cerdán, que tendrían que dedicar las 24 horas del día a poner a su partido en situación de actividad máxima, única manera de ganar las elecciones del 23 de este mes. Sin embargo, la campaña se diseña en el Gabinete de la Presidencia, en La Moncloa y se ha decidido que el líder socialista sea prácticamente la única figura que dé la cara en estos comicios. El resto, candidatos y ministros, son meros acompañantes.

Alberto Núñez Feijóo tiene a Elías Bendodo, coordinador de la campaña, y a Miguel Tellada, secretario de organización, como responsables y hombres fuertes para marcar la estrategia que le haga ganar los comicios, pero es el presidente del partido el que se está ocupando no solo de ser el protagonista de todos los actos, sino también el que se mantiene en contacto permanente con los candidatos al 23-J. Y es también el que está pendiente de las negociaciones que mantienen abiertas con Vox los dirigentes regionales que, en las próximas semanas, tendrán que presentarse a la investidura de los respectivos gobiernos. No hay día que no hable con Prohens, Azcón, López Miras y María Guardiola.

Así, cuando la extremeña le anunció que había llegado a un acuerdo con Vox a los pocos días de las autonómicas y municipales, Feijóo ya le advirtió que era probable que la dirección nacional de ese partido revisara ese documento, como así ocurrió. Llegó Buxadé a su comunidad y exigió la entrada del partido de Abascal en su Gabinete. No solo desautorizó a su gente en la reunión sino que alertó también al resto de miembros de Vox en el resto de España: las decisiones se toman en la calle Bambú. Algo de lo que el PP tomó buena nota.

Feijóo y Guardiola

El gallego ya había hablado con Abascal, el presidente de Vox le llamó para felicitarle por el resultado del 28-M. Se conocen bien porque fue militante del PP durante años. La relación es cordial pero, visto lo visto, en los últimos meses es posible que el propio líder de los populares haya llegado hace tiempo a la misma conclusión que gran parte de los que siguen el día a día de la política: en Vox mandan Buxadé y Méndez Monasterio, como, por otra parte, cuentan militantes y dirigentes de Vox que no ocultan su malestar. 

Núñez Feijóo dio manos libres a los dirigentes regionales para negociar, pero le advirtió a Guardiola que el criterio generalizado era que se dejaría entrar en el Gobierno a algún miembro de Vox si para la investidura era necesario contar con su apoyo en votos, mientras que no entrarían si el PP tenía apoyos suficientes como para gobernar simplemente con su abstención. Dicho eso, que ella actuara como considerara más oportuno.

La popular tomó buena nota y en muy poco tiempo, dos días, llegó al acuerdo que se hizo público la mañana del viernes: un consejero y un senador autonómico para Vox, pero el nuevo cargo no tendría competencias en Agricultura, como buscaba su partido. Nada más conocerse la noticia, Guillermo Fernández Vara, presidente en funciones, anunció su renuncia a la investidura. Sabía que no tenía ninguna posibilidad de vencer.

En la cocina del campo socialista, situada en La Moncloa, no en Ferraz, los hombres fuertes son Oscar López y Antonio Hernando como jefe y adjunto del Gabinete del presidente, pero con Miguel Barroso y José Miguel Contreras con mando en plaza. Los dos muy activos en el PSOE como expertos en estrategia y comunicación y los dos diseñadores de la operación Prisa para que el PSOE se hiciera con ese importante grupo empresarial. 

Se ha incorporado al equipo estratega de Pedro Sánchez el expresidente Rodríguez Zapatero, semi apartado de la política española en los últimos años, dedicado a mediaciones internacionales entre los líderes latinoamericanos defensores de la llamada revolución bolivariana, y que dominan el llamado Grupo de Puebla, al que pertenecen los más importantes dirigentes de la izquierda de la América del Centro y Sur.

Desde Génova y Moncloa se han diseñado las campañas de cuyos candidatos puede salir el nuevo jefe del Gobierno y se han tomado decisiones que abren nuevos modelos de hacer política electoral.

Hubo coincidencia en los dos equipos: que sus candidatos acudieran al programa El Hormiguero para ser entrevistados por Pablo Motos. Se trata de un espacio televisivo de máxima audiencia, con un presentador que suele caer bien, aunque Sánchez lo tiene clasificado en lo que él llama burbuja antisanchista, y que se apuntó un buen tanto al tener en un espacio de 24 horas a los dos hombres más importantes de la política nacional.

Los dos salieron bien parados, sobre todo Feijóo, porque apareció ante la opinión pública con una faceta desconocida: la personal, muy cercana, con sentido del humor. Pero también, y sobre todo, porque pudo explicar todo lo relacionado con aquello que más se le critica, los pactos con Vox y ceder en asuntos tan delicados como la violencia machista, el aborto, eutanasia, gays y lesbianas, la ley trans o cuáles son las líneas rojas no traspasables.

Sondeos

Desde que se iniciaron las negociaciones con Vox, los sondeos recogen un cierto retroceso del PP y subida del PSOE, que coinciden con los tracks -sondeos diarios-. Según aseguraron en Génova, tras la aparición de su presidente en El Hormiguero, empieza a advertirse un nuevo cambio de tendencia para bien, y esperan que se incrementen las expectativas de voto porque, uno de los miembros de la dirección del partido declaró «de pronto vivimos en la euforia». 

El aspirante popular pidió prudencia, entre otras razones porque cree que ganarán las elecciones sobradamente, pero le preocupa que un excelente resultado, como serían 140 escaños, por ejemplo, se considere un fracaso por no estar cerca de la mayoría absoluta.

En el PSOE, según admiten off the record, la idea de que el madrileño entreviste a sus ministros no ha cuajado. Parece imposible averiguar quién fue el que la puso sobre la mesa, demostración también de que si hubiera sido un éxito se sabrían los nombres de sus padres. Y en esta ocasión, no se puede decir madres porque el equipo electoral de Sánchez es fundamentalmente masculino.

Se entra ahora en el tema sobre los debates. Ambos líderes del PSOE y PP han confirmado ya su asistencia al organizado por Atresmedia el próximo lunes 10 de julio, que transmitirán en directo las cadenas de ese grupo -Antena 3 y La Sexta-, más Onda Cero, y todos sus soportes digitales.

RTVE ofreció un debate a cuatro, PSOE, PP, Sumar y Vox, pero Génova se negó: solo acudirá a un debate en el que participen otros partidos con amplia representación parlamentaria, como PNV, ERC y Bildu. La razón no se le escapa a nadie: Feijóo quiere sentarse también con los que apoyan al PSOE, y contraponer su trayectoria y su ideología ante la del único partido que podría apoyar al PP, Vox. 

La cadena pública sigue insistiendo y, de inmediato, Prisa ha propuesto otro debate con idéntica estructura, al que también se ha negado el Partido Popular con el mismo argumento, y tanto RTVE como la SER anunciaron que celebrarán sus debates con la silla vacía que correspondería al PP. A Feijóo no le importa: «O siete, o nada».

Quedan aún tres semanas de campaña. Sánchez y Feijóo van a por todas. Son probablemente las elecciones con más incertidumbre que se han vivido en España en los últimos 40 años. Se da por hecho que ganará el PP, pero Feijóo necesita 175 escaños para gobernar, lo que obliga a pactos externos y no quiere que solo pueda recibir apoyos de Vox.