Ainara Muñiz es una apasionada de la Semana Santa y de la música. Son dos pasiones que se funden a la perfección en la Hermandad de San Juan Bautista, a la que pertenece desde que nació. Fue su madre la que apuntó a Ainara nada más venir al mundo a esta hermandad, que abre el desfile del Perdón en el Martes Santo de Cuenca, y que tiene la peculiaridad de contar con añafileros. Son los encargados de tocar el añafil, un instrumento musical de viento metal parecido a la trompeta, pero recto y más largo. Y por ahora, Ainara es la única mujer que toca el añafil en la Semana Santa conquense algo que hace con naturalidad y derroche de ilusión.
«Siempre había visto el añafil y me llamaba la atención porque, además, me gusta mucho la música», explica esta joven estudiante de doble grado en Educación Infantil y Educación Primaria, que en la actualidad está de Erasmus en la República Checa.
Esta tarde, fiel a su cita semanasantera, saldrá en procesión con su hermandad y tocará el añafil. El año pasado la lluvia dio al traste con su ilusión de debutar como añafilera. Hoy vuelve a estar pendiente de las previsiones meteorológicas, pero confía en dar el toque musical que anuncia la llegada del paso de San Juan Bautista en diversos tramos de su recorrido. En su caso, estará en el de la Plaza Mayor hasta el final.
Pese a que Ainara, a sus 22 años, es la primera mujer en tocar el añafil en la Semana Santa de Cuenca, lo asume con absoluta naturalidad. Considera que es algo normal, porque «no es un instrumento de hombres o de mujeres, es un instrumento de personas». Además, es previsible que pronto se una su hermana como añafilera. «Ella siempre me dice que no será la primera mujer, porque eres tú, pero yo seré la más joven».
«Me invitaron a probar». Ainara toca también el violín, pero las bandas de Semana Santa sólo son de instrumentos de viento. Sin embargo, eso no impidió hacer realidad su sueño de tocar el añafil.
Hace un par de años asistió a una de las reuniones de la Hermandad de San Juan Bautista y se le abrieron las puertas para ser añafilera. «Se subastaban los banzos, los cetros, etc. y no se subastó el añafil. Yo pensaba –prosigue– que el añafil era algo que se subastaba también, que todo el mundo quería, y resulta que no era así, sino todo lo contrario, que casi nadie quiere hacerlo, así que lo pedí y me invitaron a ir a probar».
El año pasado, antes de Semana Santa, Ainara asistió al comienzo de los ensayos. Comenzó a tocar el añafil y a sacar los primeros sonidos, pese a que nunca había tocado un instrumento de viento. «Me enseñaron la embocadura, cómo poner los labios para que sonara y el primer día hice la primera nota, el segundo día saqué la segunda, el tercer día ya tenía casi la tercera, que era más difícil y entonces me dijeron que si sigues así, el año que viene sales». No obstante, Ainara tenía claro que no quería esperar otro año y no cejó en su empeño. Al cuarto día «ya me salía el toque, que es como se le llama, y ya hablaron de contar conmigo». Así fue, pero la lluvia impidió su estreno como añafilera en la procesión.
Ainara se turna entre los nueve miembros de la hermandad que tocan el añafil a lo largo del recorrido procesional El año pasado estuvo en el tramo de la Plaza Mayor hasta la Puerta Valencia y hoy repite con el deseo de que la lluvia no trunque por segundo año consecutivo este anhelo de anunciar con el toque al Bautista.