Le han encasillado en más de una ocasión como ciudadano de Albania por comentar que es albino o directamente le han confundido y dirigido a la cola de extranjeros antes de subirse a un avión meramente por su apariencia física. Estas son solo algunas de las muchas anécdotas que puede contar Hernán Belmar, que es un chico de doce años que padece albinismo de nacimiento. Este joven, que es natural de Villar de Olla, tiene pelo, cejas y bello blanco. Su piel es muy clara y cuenta con menos del diez por ciento de visión. Estas alteraciones físicas tienen una razón lógica y se basa en la falta de capacidad que tiene su organismo para producir melanina, que es el pigmento que concede color al cuerpo.
Hernán Belmar asegura que lleva «una vida normal», aunque para alcanzar esa normalidad ha sido necesario un largo camino. Al fin y al cabo ha tenido que adaptarse a cada situación y a cada ambiente. Una de sus mayores dificultades es «ver de lejos porque no puedo diferenciar bien las letras o los objetos», reconoce. Incluso de cerca también tiene problemas porque no posee total legibilidad. De ahí que sea fundamental que en su etapa académica utilice «una tablet, una lupa o pizarras digitales para poder ampliar los textos o para cambiar los contrastes de las imágenes», que es lo que le permite tener más capacidad para identificar cada elemento. Teniendo en cuenta su discapacidad es prioritario que los exámenes los haga de forma digital. Él, que el próximo curso pasará al instituto, no tiene problemas para superarse a sí mismo y no hay duda que es un alumno ejemplar.
Pero no solo se dedica a estudiar, sino que también dedica mucho tiempo a la práctica del fútbol y kung-fu. De hecho, Hernán Belmar es el flamante campeón de España en esta modalidad de artes marciales. No hay barreras para este joven y sus limitaciones no le impiden disfrutar de sus pasiones. También le gusta salir al campo o visitar museos con su familia. En ambos casos «tengo que hacer imágenes para ampliarlas y visualizarlas mejor», asegura.
Máxima prevención. El principal enemigo de Hernán Belmar es el sol y sus radiaciones, debido a que su piel es muy clara y no puede quedar expuesta mucho tiempo. Cuando acude a las piscinas o viaja a la playa tiene que tener mucho cuidado, «porque no me puede dar mucho el sol». Para evitar males mayores tiene que usar siempre «una gorra o vestir con vestimenta larga», con tal de no dejar ninguna parte de su cuerpo al descubierto. También se protege, cuando es necesario, con crema o protección solar, «aunque no me gusta porque el tacto es muy incómodo», afirma este joven, que es uno de los pocos albinos que hay en la provincia.
Y es que su salud es lo primero, evidentemente. De hecho, acude cada seis meses a consulta en Valencia para que los médicos pueden realizarle un seguimiento. A día de hoy no existe cura ni tratamiento, pero sí que su vida puede mejorar si lleva a cabo las recomendaciones de los facultativos. Además, este joven acude periódicamente a la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) de Cuenca donde recibe ayuda de profesionales, con los que trabaja para mejorar su calidad de vida. Gracias al esfuerzo que hace, respaldado siempre por sus inseparables padres y familiares, a sus doce años puede salir a jugar con sus amigos en su pueblo y sueña con alcanzar todos los retos que se proponga. No hay nada que se le resista.